Las banderas y mantas de Comité de Desarrollo Campesino, el Comité de Unidad Campesino y el partido Winaq -tan evidentes en las operaciones de la semana pasada- han desaparecido de los operativos del sábado y de hoy. La foto de abajo es de la manifestación del sábado.
Los colectivos que roban energía eléctrica, organizan bloqueos y tienen sus raíces en la exguerrilla han bajado su perfil, ¿con la esperanza de que la contaminación ideológica no sea evidente? Los colectivos que roban energía eléctrica, organizan bloqueos y tienen sus raíces en la exguerrilla han bajado su perfil, ¿con la esperanza de que la contaminación ideológica no sea evidente? La foto de abajo es de un bloqueo en Totonicapán.
En cambio, la semana pasada -y sin darse cuenta del colorón ideológico que le daban a lo que está ocurriendo- los colectivos se dejaron ver con todos sus colores. Abajo, manta de la Codeca.
Abajo, banderas del CUC
Abajo, bandera de Winaq
El humo y los espejos distraen. ¿Rescatamos el ideal republicano, o nos entregamos al frenesí de botar y poner presidentes desde la plaza y desde las barricadas? Los chapines, ¿asumimos la responsabilidad del futuro de nuestro país, o nos entregamos a la voluntad de la burocrácia internacional?
La crisis que se vive en Guatemala es de orden político; y los actores políticos están tomando posiciones incluso en la Corte de Constitucionalidad. Se engañan quienes no se dan cuenta de que el enfrentamiento (peligrosamente personalizado) entre Iván Velásquez y Jimmy Morales es una batalla en la que tienen importancia las ideas sobre los límites del poder, sobre la naturaleza de las instituciones, sobre el rol de la ley y de la legislación, sobre quién la igualdad de todos ante la ley y sobre la naturaleza de los derechos individuales.
¿Actuamos racional y objetivamente, o no? ¿Actuamos en función del largo plazo, o nos limitamos al corto plazo? ¿Asumimos nuestra responsabilidad de mandantes, o abdicamos a ella?
La pelota está en la cancha de la Corte de Constitucionalidad. Los magistrados tienen que decidir si van a otorgar un amparo definitivo, en una materia que no es sujeta de amparo, o si respetan la ley. Los magistrados tienen que decidir si van a fallar conforme a derecho, o si va a fallar para favorecer intereses políticos. Los magistrados tienen que decidir si va a animarse a pasar sobre una decisión presidencial y si está dispuesta a asumir las consecuencias de hacerlo.
Si bien es cierto que la Constitución dice que no hay ámbito que no esté sujeto a amparo, también es cierto que el amparo es instituido con el fin de proteger a las personas contra las amenazas de violaciones a sus derechos o para restaurar el imperio de los mismos cuando la violación hubiere ocurrido; y que el amparo procederá siempre que los actos, resoluciones, disposiciones o leyes de autoridad lleven implícitos una amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución y las leyes garantizan. Nada tiene que ver con derechos el ejercicio de las funciones de un comisionado que se halla invitado en el país y que -de acuerdo con la Convención de Viena- puede ser removido por una decisión ejecutiva, del Ejecutivo.
De paso…pero muy importante: si la Corte de Constitucionalidad se constituyera en el árbitro último de las decisiones ejecutivas del Jefe del gobierno y Jefe de estado, ¿de qué serviría tener un Jefe del gobierno y Jefe de estado? Si la Corte de Constitucionalidad usurpara las funciones del Jefe del Ejecutivo, está claro que se excedería en sus facultades de una forma inaceptable.
Aún si tal aberración tuviera éxito político temporal, generaría un fenómeno no menos indeseable: El gobierno de los jueces; es decir un sistema de revisión judicial verdaderamente sin restricciones, que no pudiera ser limitado ni siquiera por medio de una enmienda constitucional. El gobierno de los jueces no debe ser confundido con el control jurisdiccional que es, este último, un componente del estado de derecho. Gracias al cuate Chingui, por llamar mi atención sobre este tema .
Por lo pronto, la fiscal general ha llamado al diálogo, lo que apunta a que hay una oportunidad para que no haya consecuencias graves en este enfrentamiento. Este es el momento apropiado para recordar el consejo de Ayn Rand: En todo conflicto entre dos hombres (o grupos) que comparten los mismos principios básicos, gana el más consistente. En toda colaboración entre dos hombres (o grupos) que se apoyan en diferentes principios básicos, el más maligno, o irracional es el que gana. Cuando los principios básicos opuestos están abierta y claramente definidos, eso obra en ventaja del lado racional; y cuando no están claramente definidos, sino que están ocultos, o difusos eso obra en ventaja del lado irracional.
Las fotos son de elPeriódico y de Luciano Gil.