En los años 80 los sandinistas tenían sus Turbas divinas, que eran grupos de choque con los que aterrorizaban a la población. Organizadas por Tomás Borge, el ministro del Interior, aquellos grupos golpeaban a opositores y disidentes, destruían propiedades y hostigaban a la prensa independiente, entre otras cosas parecidas. Y ahora que Daniel Ortega regresó al poder, las Turbas divinas han vuelto a ser un instrumento del terrorismo del estado.
En tiempos de La primavera chapina, Juan José Arévalo tenía a sus Chiquilines; que eran huestes arevalistas que -armadas con palos, por ejemplo- arrancaban propaganda opositora y eran usados para disolver las manifestaciones de la oposición. Su función era actuar con violencia para atemorizar a la gente e inhibir expresiones antirrevolucionarias.
El 24 de julio de 2003, Alfonso Portillo y Efraín Ríos Montt hicieron uso de turbas y chiquilines para sembrar el terror en las calles de Guatemala; por lo que a ese día se le conoce como el Jueves Negro. En esa ocasión, centenares de eferregistas fuera de control tomaron calles y sectores de la capital. Con los rostros cubiertos y armados, con palos, piedras, machetes y armas de fuego exigieron la inscripción de Efraín Ríos Montt, como candidato presidencial del FRG. Con días de antelación habían planificado que el Hipódromo del Norte, en la zona 2, la avenida de Las Américas, en la zona 13, y el Centro Cívico, serían los puntos donde se reunirían para iniciar las protestas a favor del caudillo eferregista. La movilización obedecía a las palabras de Ríos Montt, quien el lunes 21 advirtió que si no era inscrito como candidato, era posible que perdiera el control de las bases del partido y se suscitaran actos de violencia. En esa ocasión, alrededor de 50 buses procedentes principalmente de Quiché, Totonicapán, Jalapa Jutiapa y las verapaces arribaron a la capital a las 5 de la mañana, con cientos de acarreados del FRG. Héctor Ramírez, el recordado Reportero X, falleció en esa oportunidad cuando era perseguido por los eferregistas.
Ayer, Alvaro San Nicolás Colom amenazó con usar recursos similares a los descritos en los párrafos anteriores. El presidente amenazó con llevar acarreados al Congreso para exigir que los diputados le amplíen la piñata presupuestaria. Es evidente que el Presidente quiere usar a aquellas gentes para atemorizar a los diputados y a la población capitalina. Como lo han hecho en otras ocasiones, Los Colom traerán buses con campesinos pagados, o engañados y los expondrán al sol y a la lluvia. Si todo sale bien, la multitud permanecerá en paz; pero el peligro de que se convierta en turba es grande. Cuanto menos, los acarreados obstaculizarán el tránsito en la ciudad y seguramente harán pintas y ensuciarán lo que puedan.
Tanto Los Colom como sus compas, si usan el recurso de las turbas, serán irresponsables y estarán jugando con fuego en perjuicio de la gente pacífica.