13
Sep 24

¡Ojo con la reforma electoral!

 

Un fantasma recorre el Congreso de la República, y es el espectro de una reforma electoral. De que una reforma es necesaria no hay duda alguna, pero no cualquier reforma.

Sería absurda, por ejemplo, una reforma que forzara la igualdad de candidaturas entre hombres y mujeres, o una similar de carácter etnicista. Sería muy atinada una reforma que eliminara los listados para elegir diputados y que les reconociera a los electores la facultad de votar individualmente por candidatos con nombres y apellidos. Atinada sería, también, una reforma que respetara la libertad de conciencia y la libertad de asociación de los diputados, y eliminara la prohibición de cambiarse de partido, prohibición que sólo sirve para mantener la hegemonía artificiosa de los partidos políticos.

Estoy convencido de que no es bueno —para la república— limitar la duración de las campañas electorales, práctica que sólo sirve a los intereses de los partidos bien establecidos.

Debe ser totalmente inaceptable cualquier reforma que mengüe la autoridad y autonomía del Tribunal Supremo Electoral. Es by the book la práctica de cualquier pretensión de dictadura socavar al TSE. No cabe, por ejemplo, reducir el período de los magistrados.

Para beneficio de los electores, los tributarios y la salud de la república, los partidos políticos no deberían estar facultados a tomar dinero de los impuestos. En Argentina, el presidente Javier Milei acaba de proponer precisamente eso: Eliminaremos el financiamiento público de los partidos políticos. Cada partido tendrá que financiarse con aportes voluntarios de donantes y afiliados, dijo.

Milei también propuso que toda persona condenada en segunda instancia por corrupción no pueda ser candidata en elecciones nacionales, y que cualquier exfuncionario que tenga condena firme por corrupción pierda todo beneficio que tenga por haber sido funcionario. ¿Ves qué maravilla?

Esta oportunidad de reforma electoral no debe ser para que la casta política “se sirva con la cuchara grande” y refuerce el carácter clientelar y de roscas que tienen los mal llamados partidos políticos. Tampoco debe servir para que, a la hora de que ocurran elecciones de dudosa legitimidad, el TSE esté castrado. De modo que, ¡Ojo, pues!

¿Qué reformas deberían ser bienvenidas? Las que refuercen y fortalezcan el rol de los mandantes y del sistema republicano. La creación de distritos electorales pequeños y la reducción del número de diputados son dos reformas que deberían ser seriamente consideradas.

Una reforma electoral es buena si crea incentivos para que los partidos no se distancien de los electores; y si apunta a disminuir el nivel de descontento que hay —entre los mandantes y los tributarios— contra una casta política privilegiada, abusadora, corrupta e inepta. El régimen de Maduro/Cabello no es casualidad… es la consecuencia de décadas de política privilegiada, abusadora, venal e inepta, y de grupos mercantilistas que la consintieron y se beneficiaron de ella.

La ley electoral —y los políticos— debe respetar el derecho de propiedad en los medios de comunicación; y aquellos no deben tener la facultad de utilizar espacio y tiempo ajenos para difundir su propaganda. Este es un caso típico en el que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses particulares.

Al final, hay que recordar que los objetivos de la reforma política deben ser fortalecer el sistema republicano, limitar el poder de los que ejercen el poder y contribuir a la maduración cívica de los electores y elegidos.

Pero una reforma como aquella debe pasar por los partidos, por los diputados y por los pipoldermos; de modo que el rol de la opinión pública para hacerla realidad es fundamental. Como es fundamental tu participación como tributario, elector y mandante. Porque la opinión pública no se hace sola. Y si la casta no siente la presión, vas a seguir pagando, pagando y pagando, no sólo desde tu billetera, sino moralmente, que es lo peor.

Columna publicada en República.


02
Sep 22

Oportunidad de oro para los diputados

 

La propuesta de elegir diputados distritales y por listado nacional mediante listas abiertas -que se halla en el Congreso- cuenta con dictamen favorable de parte de la Comisión de Asuntos Electorales.  Esta es una de las reformas urgentes más notables con respecto a la legislación electoral y hubiera sido un disparate que aquella comisión la hubiera desestimado.  Ahora les corresponde a los demás diputados aprobarla en el pleno de acuerdo con el proceso constitucional de formación y sanción de leyes.

Es muy atinado que la iniciativa cuente con dictamen favorable. Sería peligroso que el pleno la desestimara, porque la relación que debería haber entre los diputados como supuestos representantes del pueblo, y los representados -como electores y tributarios- se ha deteriorado muchísimo en los últimos treinta años.  La verdad es que sería miopía política y una irresponsabilidad casi inexplicable que los diputados no se dieran cuenta de que no se representan más que a ellos y a sus clientelas, y que la gente ya no ve a los partidos políticos como la teoría política los explica

Supuestamente los partidos son intermediarios entre los mandantes y los mandatarios, y son plataformas programáticas e ideológicas.  La mera verdad es que no.  Los partidos, en Guatemala, no son más que roscas electoreras en donde se compra el boleto para ser candidato y los diputados no son vistos más que como truhanes de la peor calaña, con contadísimas excepciones.

En esas circunstancias, lo poquísimo que queda de república y lo poquísimo que queda de estado de derecho están pegados con cinta adhesiva a una sociedad que -asqueada de la política- estaría dispuesta a entregarse a una dictadura, al autoritarismo, e incluso, ¿quién sabe?, al totalitarismo.

Los listados nacionales cerrados, diseñados para que las dirigencias de los partidos -por quienes nadie votaría porque son pelusa en el ombligo– obtuvieran escaños en el Congreso.  Fue una mala idea y es un fracaso. Ahora los diputados tienen una oportunidad de oro para reparar parte del daño.  ¿Soy ingenuo si pienso que eso es posible?

¿Qué opinas?

Columna publicada en elPeriódico.


01
Sep 22

Lo malo y lo feo de la reforma electoral

 

Aquí va lo malo y lo feo de la reforma electoral que está en manos de los diputados en el Congreso. ¿Habrá algo bueno?

Foto por elPeriódico.

La nueva legislación propone menos controles a las finanzas de los partidos políticos y limita el campo de acción de la Contraloría Genaral de Cuentas. ¡Duplica el gasto electoral!  Impide que el Tribunal Supremo Electoral reporte delitos al Ministerio Público. Parece evidente que es una reforma hecha para beneficiar a los políticos y a los partidos a expensas de los electores y de los tributarios.

La reforma incluye la elección de diputados por nombres, en ves de listas y eso me parece bien; pero…está por verse si los diputados no están usando este cambio como un dulce para ocultar el sabor amargo de las otras reformas.

Una reforma electoral que sea electorera, es decir, una que refuerce el carácter clientelar y de rosca que tienen los partidos políticos, en Guatemala, le causaría un daño profundo y mortal no sólo al sistema electoral, sino al sistema republicano. Da la impresión de que los diputados ven la tempestad y no se persignan.

Así como se ven las cosas da la impresión que la reforma está hecha para garantizar los intereses de la clase política.  Celebro mucho la elección individual en vez de hacerlo por listas; pero los diputados juegan con fuego si están usando esta oportunidad para servirse con la cuchara grande.

En mi columna de mañana, en elPeriódico, comentaré lo bueno.


03
Dic 21

Peligrosamente insuficiente

 

Hay una desconexión profunda y perniciosa entre los electores y tributarios, y los diputados que supuestamente los representan.  ¿Sabes quién es tu diputado? ¿Recuerdas por qué candidatos votaste?  Hazle esas preguntas a tres personas y a ver qué te contestan.

Como consecuencia de esa desconexión los diputados no sienten responsabilidad con sus electores.  Se cree que los diputados representan los intereses de sus distritos; pero en realidad lo que llegan a representar son los de sus financistas y los de los caciques locales, cuando no los suyos.  El Congreso, entonces, es un bazar en el que se negocian privilegios, legislación, y clientelismo al margen de los electores y tributarios; y muchas veces en perjuicio suyo.  En el Congreso hasta se negocian derechos individuales porque los diputados no son accoutable, ni tienen por qué serte leales.

Antes de la Constitución de 1985 la teoría política apuntaba hacia dos formas de elegir candidatos a diputados: 1) De entre personalidades locales, con la idea de que los partidos se fortalecerían con su liderazgo; pero lo que resultó fue que la candidatura se le daba a quien pudiera pagarla, o a quien ofreciera compartir los principios del partido, aunque fuera del diente al labio. 2) Los listados nacionales para meter por ahí a las dirigencias partidarias por las que pocos votarían de otra forma.  El resultado fue el deterioro de la calidad de los diputados y cada vez se raspa más el fondo de la olla.

Hay una forma de salir de ese problema y es mediante la elección de diputados por nombre y de forma individual.  Esa es la reforma más importante y urgente.  Claro que hay que desestatizar el financiamiento de los partidos; y hay que reforzar a los partidos como intermediarios entre mandantes y mandatarios por medio de plataformas ideológicas y programáticas; y hay que crear distritos electorales pequeños y hasta descartelizar la presentación de candidatos; y hay que fortalecer al TSE; pero cualquier reforma que no incluya la elección individual de diputados será una modificación coja y peligrosamente insuficiente.

Columna publicada en elPeriódico.


07
Sep 21

No posterguemos la reforma política y electoral

 

No podemos seguir postergando una reforma electoral, ni deberíamos postergar la reforma de la Ley Orgánica del Organismo Judicial, son dos de las lecciones que deberíamos extraer de la experiencia política que los guatemaltecos hemos vivido en días recientes como consecuencia del intento del Organismo Ejecutivo de imponer un estado de calamidad.

Voy a concentrarme en la primera por cuestión de orden metodológico; y voy a subrayar que no se trata de cualquier reforma.  En primer lugar tiene que ser una que nos permita a los electores y tributarios votar por diputados individuales, en lugar de tener que hacerlo por listas como es actualmente.  Con el sistema actual, ¿quién sabe quién es su diputado? No existe una conexión entre los mandantes (tu y yo) y los mandatarios (los diputados).  Los diputados no son accountable, y ni siquiera son responsables ante quienes votaron por ellos. La representación -que siempre es algo dudosa- en el caso chapín es como un mito, o una caricatura.

Congreso de la república. Foto de elPeriódico.

Hace mucho tiempo que el Congreso abandonó su función más importante que es la de servir como un balance de poder; y cada vez es más evidente que los diputados llegan al Organismo Legislativo a negociar cuotas de poder, a conseguir obras para aspirar a la reelección y a conseguir plazas para el mismo propósito.  Al Congreso, los diputados llegan a legislar, como si el hemiciclo fuera una fábrica de salchichas; y ya sabes lo que decía Bismark: Quienes gustan de las leyes y las salchichas no deberían ver como las hacen.

Ayer, sin embargo, se dio una de esas raras ocasiones en las que si funcionó la división del poder y el balance.  Seguramente no fue por los motivos más virtuosos del mundo, a juzgar por lo que vimos quienes seguimos el proceso; pero lo cierto es que el Ejecutivo no consiguió los votos necesarios para imponer el estado de excepción a pesar del servilismo y la ambigüedad de la Corte de Constitucionalidad, de las maniobras políticas y dilatorias del oficialismo e incluso a pesar de la compra-venta de votos denunciada por algunos diputados.  Giammattei no es un Bukele que controla todos los organismos del estado; pero temo que es más por circunstancias temporales y por presión ciudadana, que porque la mayoría de diputados que se opuso al estado de calamidad entendiera los principios que están en juego. Y ojalá que no haya sido cuestión de precio.

Una reforma electoral que sea electorera, o sea una que refuerce el carácter clientelar y de rosca que tienen los partidos políticos, en Guatemala, le causaría un daño profundo y mortal no sólo al sistema electoral, sino al sistema republicano tan vulnerable y endeble entre nosotros.  Habría que rechazar ese tipo de reforma.

Un reforma que estatizara y echara -coertitivamente- sobre los hombros de los tributarios el financiamiento de partidos inviables porque nadie, o muy pocos están dispuestos a financiarlos, sería nefasta; como igual de nefasta sería una reforma que no hiciera 100% transparente el financiamiento pacífico y voluntario de los partidos.

¿Qué clase de reformas sí son urgentes e importantes? Todas las que fortalezcan y refuercen el rol de los mandantes y el sistema republicano. ¿Por ejemplo? La conformación de distritos electorales pequeños, que ya no correspondan a los departamentos del país; y la posibilidad de que cualquier ciudadano pueda inscribirse como candidato, sin necesidad del apoyo de partido político, o comité cívico alguno.

Algunos efectos de esas reformas serian el de acabar con el monopolio de los partidos y el de crear incentivos para que estos no se alejen de los mandantes, si quieren conseguir sus votos. También harían más cortas y baratas las campañas. ¿Otro ejemplo? El fortalecimiento del Tribunal Supremo Electoral, en su carácter de supremo e independiente para que sea confiable y digno de respeto.  ¿Me vas a decir que no es urgente que el TSE recupere el prestigio que ha estado pisoteando y enlodando en los últimos dos, o tres periodos electorales?

Hay un problema, sin embargo, muchos de los diputados que son aplaudidos hoy, por su desempeño de ayer, ¿quién sabe cómo actuarán mañana? Porque, ya lo comenté arriba, ¿cuántos diputados actúan por principios y cuántos lo hacen porque así conviene en el corto plazo? ¿Cuántos son ejemplos de un libro de análisis económico de las decisiones públicas?

El caso es que los partidos políticos no son esos intermediarios entre mandantes y mandatarios, ni esas plataformas ideológicas y programáticas que describen los libros teoría política tradicional. En Guatemala, lo que tenemos son maquinarias electoreras que, alrededor de un candidato y su rosca de amigos y patrocinadores, son instrumentos para llegar al poder, o influir en él en beneficio de intereses bien particulares. Por eso es que los partidos tienen dueños con nombre y todo.

En consecuencia, la reforma electoral necesaria y otras reformas urgentes, ¿puede salir de dentro del actual sistema? ¿Puede salir de dentro del sistema actual sin la participación activa y comprometida de los tributarios y de los electores? Hay que romper el ciclo; pero, ¿se puede romper cuando los que viven de él no responden a sus mandantes? ¿Es sostenible la legitimidad pegada con chicle sin una voluntad política que lideree una reforma que incluya los aspectos mencionados arriba y otros que favorezcan el estado de derecho, frente al estado de legalidad y a las güizachadas que vimos en días recientes? Eso de que se necesitara la aprobación de la improbación, va a ser la última movida de esa clase, o es un nuevo estilo? ¿De quién depende? ¿A quién le corresponde liderear una reforma política profunda como la descrita arriba…como mínimo?

…si me preguntaran sigo pensando que la mejor opción de reformas es ProReforma, proyecto que ya no se encuentra en línea pero que es una iniciativa genial para empezar una buena discusión. Si me siguen preguntando, el análisis de la reforma electoral, por el Centro de Estudios Económico-Sociales, es otro punto de partida muy útil.


30
Abr 21

El hedor que emana del TSE

 

¡Qué lejos están los tiempos de Arturo Herbruger y de Mario Guerra en el Tribunal Supremo Electoral! ¡Qué remotos están los tiempos en los que el Tribunal Supremo Electoral era un modelo de institucionalidad, confiabilidad e independencia!  De aquellos tribunales supremos, cuya ética era incuestionable…¿queda siquiera la sombra? ¿Dónde y en qué desgracia va a terminar el largo deterioro del TSE y de sus magistrados?

Edifico del Tribunal Supremo Electoral. La foto la tomé de Facebook.

Aquellas lamentaciones vienen a cuenta porque el pleno emitió un acuerdo interno que declaró 104 documentos como confidenciales y reservados. Entre la información que fue declarada como secreta se encuentran actos y decisiones que según la Ley de Acceso a la información pública deben ser proporcionadas de oficio a la población, como los informes de auditorías y las sesiones de magistrados.

¡Pero no solo eso! Los magistrados quieren mantener en reserva las investigaciones sobre delitos electorales y otros abusos cometidos por directivos de partidos políticos.  Los partidos que no son tales, sino que son puras roscas electoreras que los tributarios estamos forzados a financiar, son protegidos por el tribunal que debería supervisarlos, denunciarlos y, en su caso, cancelarlos, no sólo para proteger las instituciones republicanas, sino por respeto a los electores y a los que pagamos impuestos.

Aquel tribunal que debería ser el campeón de una reforma electoral que reforzara el rol de mandantes que le corresponde a los ciudadanos; de una reforma que acabara con el carácter clientelar de los partidos; de una que no fuera servil con los dueños de los partidos; de una que impidiera que el dinero de las mafias corrompiera más el sistema político y de una que protegiera el sistema republicano, es el tribunal que actúa como celestina de los que ansían el poder, por el poder mismo, o para beneficiar sus causas innombrables. Es un tribunal en el que no hay votos razonados, ni disidencia alguna cuando se trata de ser cómplice del proxenetismo político.

El hedor que emana del TSE se les está escapando a los magistrados; y el secretismo sólo lo hace peor.

Columna publicada en elPeriódico.


22
Nov 20

Hay un antes y un después del 21N

Hay un antes y un después de la manifestación del 21 de noviembre de 2020 porque mientras que unos nos hallábamos reunidos en la Plaza de la Constitución, de forma pacífica, otros llegaron al edificio del Congreso de la República y metieron fuego en el lugar. Y porque la administración reaccionó con violencia, donde no había motivo.

Haz clic en la imagen para ver más fotos.

¿Por qué es que lo ocurrido ayer es un punto de inflexión? Porque los chapines ya habíamos logrado generar una cultura de manifestaciones pacíficas y civilizadas en las plazas de la ciudad de Guatemala, muy distintas a las que vivieron nuestros padres y abuelos hasta los años 80.  En los Viernes de luto de principios del siglo XX, contra los impuestos y la corrupción, nunca se vieron actos de violencia.  En las jornadas de mayo de 2009 y en las jornadas de 2015 nunca hubo violencia.  Ayer también fue un punto de inflexión porque ni siquiera los sinvergüenzas de Alfonso Portillo y los Colom/Torres, o un general del ejército, como Otto Pérez usaron la fuerza contra una manifestación.

Para esto último hacía falta un trastornado (¿Trastornado es la palabra?) que puso A mi manera en su ceremonia de investidura presidencial. Uno que parece creer que todo se arregla con estados de excepción; y uno con la mecha corta, quizás demasiado propenso a dejar que sus emociones controlen su capacidad racional.  Uno que sin duda no vio el episodio en The Crown cuando la reina Isabel le dice a Margaret Thatcher: Todos debemos preguntarnos cuándo ejercer nuestro poder, y cuándo no.  Creo que su primer instinto como persona suele ser actuar.  Ejercer el poder.  Sólo pregunto si corresponde ejercer el poder sólo porque puede hacerlo.  El poder no es nada sin autoridad. Claro que siendo la Dama de Hierro quien era, entendió el mensaje de la Reina y optó por el camino sabio, y no por el del capricho. Hacía falta Alejandro Giammattei.

Esto último me lleva a las causas por las cuales estábamos en la Plaza de la Constitución.

Fui porque el Organismo Ejecutivo -desde el Ministerio de Finanzas, vía la Presidencia- le envió al Congreso un proyecto de presupuesto estatal criminal; y la mayoría de diputados lo aprobó rápidamente y en la nocturnidad?  Y porque la mayoría de los diputados que se opusieron, no no tuvieron las agallas de oponerse y sólo se salieron de hemiciclo, lo hicieron no por principios, sino porque la piñata no había sido repartida a su gusto.  Fui, también, porque apoyo la iniciativa de una reforma electoral que acabe con los listados para elegir diputados y una que permita que elijamos diputados individualmente.

¿Por qué es un presupuesto criminal? Para hacer la historia corta, porque no sólo es el presupuesto más alto de toda la historia, una carga que se perfila insoportable para la menguada economía de los guatemaltecos; sino porque está exageradamente desfinanciado y habría de ser cubierto con endeudamiento para tres generaciones.  Aunque el Presidente tiene la facultad de vetar lo aprobado por el Congreso, dispuso que este macho es mi mula y dejó claro que las cosas se harían a su manera.

Si te interesan los detalles te recomiendo que leas El gobierno que más ha endeudado a Guatemala en décadas, por Daniel Fernández.

Todo aquello ocurre en el contexto de un proceso de descomposición política de la Administración que no escapa al ineludible contexto de la pandemia y a los efectos del encierro de 6 meses y la destrucción de las economías de miles de familias.  Aquello ocurrió en el contexto de que el vicepresidente, Guillermo Castillo le pidió al Mandatario que vetara el presupuesto; y a señalar que si ambos no estaban en capacidad de gobernar, ambos deberían renunciar.  Para que te hagas una idea, la popularidad de Alejandro Giammattei se ha desplomado de 83% de aprobación en abril, a 36% en octubre pasado.  Y apuesto una ceja a que a partir de ayer, se acentuó la caída en picada.

Por todo aquello es que fui a la Plaza de la Constitución, de forma voluntaria y pacífica, de la misma forma en que suelo ir a actividades similares.  Fui acompañado por amigos con los que comparto muchos valores.  Ah, y también fui para poder decir que yo lo vide.

Pero otros fueron por otros motivos. Unos iban a pedir la renuncia de Giammattei, otros porque no les gustó como fue repartida la piñata del presupuesto, otros a exigir una asamblea nacional constituyente para refundar el estado, otros iban con la esperanza de hacer la revolución, y así, cada cabeza es un mundo. Unos iban con sus playeras del che Guevara y -a diferencia de otras experiencias similares, digamos las jornadas de mayo de 2009 y las de 2015- vi muchos jóvenes embozados y armados con bates y palos de golf.  Muchos vestidos de negro y rojo.

Con todo y todo, a pesar de lo inquietante que es ver jóvenes embozados y armados, y a pesar de la estridencia y el jacobinismo que se respiraba por momentos, sobre todo al calor de los discursos en la tarima y en los altavoces, el ambiente en la plaza era de fiesta y era pacífico.   Como ocurría en las jornadas de mayo de 2009 y de 2015, en la plaza había de todo, incluidas familias con niños, e incluidas personas mayores.  Los chapines habíamos aprendido a confiar en las manifestaciones.  Creíamos que no habría violencia de parte de los manifestantes y que tampoco la habría de parte de quienes ejercen el poder.

Pero nos equivocamos.

Cuando se supo que había fuego en el Congreso (el Congreso queda como a 7 cuadras de la Plaza), el ambiente se puso tenso.  Sabiendo que habíamos llegado en Uber, una amiga ofreció irnos a rescatar a inmediaciones de la plaza; y yo le dije que gracias, que a pesar de la tensión, todo estaba ocurriendo en paz. Sin embargo, optamos por abandonar el lugar y nos enfilamos hacia la Quinta avenida con intención de caminar hacia el sur y pedir los Ubers correspondientes.

Creo que fue justo a tiempo antes de que Giammattei (o quien quiera que fuera) decidiera usar el poder contra quienes estaban reunidos pacíficamente en la plaza; y el caso es que las fuerzas del orden arrojaron bombas lacrimógenas. Hubo golpeados, capturados y ¿por qué fregados es que las fuerzas del orden actuaron no contra los violentos que habían asaltado y quemado el Congreso, ¡a siete cuadras de la plaza!, sino contra los manifestantes pacíficos que se hallaban principalmente al este y sureste de aquel espacio? ¿Qué necesidad había de tal despliegue de insensatez y de fuerza?

Todo aquello no fue del todo sorprendente porque ya habíamos visto una pinta que llamaba a quemar el Congreso, otra que llamaba a organizar la rabia y veríamos una mas que invitaba a matar al criollo.

Dicho lo anterior, la quema del Congreso (en realidad de una, o dos oficinas del Congreso, cerca de la entrada principal), ha despertado muchas dudas y les comparto cuatro: ¿Por qué es que no había suficientes policías resguardando el edificio? ¿Por qué hay fotografías que muestran extintores de incendios y espacios configurados como si se estuviera a la espera de un asalto incendiario? ¿Por qué es que los invasores pudieron ingresar con relativa facilidad al edificio? ¿Por qué es que, ante la amenaza, no llegó el escuadrón antimotines? El Vicepresidente, Castillo, pidió que haya una investigación a fondo de lo que ocurrió ahí, y la investigación le corresponde al Ministerio Público. ¿Cabe la posibilidad de que fuera razonable que en el Congreso se prepararan para una quema eventual?

A lo largo del viernes, dudé muchísimo sí ir, o no a la manifestación en la Plaza de la Constitución.  Ciertamente, no quería que mi presencia apoyara las demandas revolucionarias de algunos de los organizadores; pero tampoco quería dejar de hacer presencia y oponerme, ahí, al presupuesto criminal; y comparto, con mis amigos acompañantes y otros que estaban en la plaza, el deseo de que podamos elegir diputados sin necesidad de las listas nefastas.

Fui porque este país también es mío y porque la Plaza de la Constitución también es mía.  Fui porque igual que miles de personas que se hallaban en aquel espacio, quiero una mejor Guatemala para todos sus habitantes, sin privilegios.  Fui a pesar de lo incómodo que me siento con el jacobinismo, la iconografía y las motivaciones de muchos de los que se hallaban ahí.

A partir de ayer, para el presidente Alejandro Giammattei y su administración, así como para los guatemaltecos hay un antes, y un después.  Unos tendrán que plantearse si su tozudez vale tanto como para ejercer el poder con cada vez menos autoridad, o si mejor reconocen que se equivocaron, ofrecen disculpas e intentan rescatar la autoridad y apuntalar la república; y otros tendremos que plantearnos si dejamos que sigan siendo pisoteados nuestros derechos individuales (con presupuestos expoliatorios y criminales, así como con formas engañosas de representatividad), o si ponemos un ¡Hasta aquí! Sin acudir a la violencia, claro; y sin caer de la sartén a las brasas.

Mientras tanto, este seguramente es un buen momento para leer Resistencia no violenta a regímenes autoritarios de base democrática, por Ricardo Rojas. En esta obra,  mi cuate, Ricardo Manuel Rojas, aborda un tema de una inusitada vigencia: cómo evitar que gobiernos originalmente­ constitucionales, elegidos de acuerdo con procedimientos legales, se conviertan en autoritarios a través del uso de las atribuciones que la propia ley les otorga, pero puestas al servicio de la acumulación de poder y de la neutralización de la oposición política. Si te interesa, en este enlace hay una conversación que sostuve con Ricardo, al respecto.


22
Nov 19

¿En trapos de cucaracha?

El Tribunal Supremo Electoral instaló la Comisión de Actualización y Modernización Electoral y esta recibió propuestas de cambios a la legislación electoral.  Es de celebrarse el entusiasmo por la necesaria reforma electoral.

La foto es de “elPeriódico”.

Escucha el podcast aquí.

Dicho lo anterior, esta oportunidad debe ser una para fortalecer y rescatar no sólo al TSE; sino a todo el sistema electoral que están, como dicen en mi pueblo, en trapos de cucaracha.  Es impostergable el fortalecimiento institucional del tribunal y del sistema porque la construcción de la república y la tonificación del estado de derecho dependen en gran medida de la confianza que los mandantes, electores y tributarios tengamos en ellos.

Por eso es que la reforma no debe ser vista como una oportunidad para que grupos de intereses específicos cuelen sus exigencias.  No es momento para convertir en legislación perspectivas ideológicas que no gozan del más amplio acuerdo entre los guatemaltecos.  Todo requerimiento que contribuya más a dividir y a enfrentar, en vez de unir y consolidar, debería ser dejado para mejor ocasión.

Con el ánimo de contribuir -sin imponer- creo que es buena la idea de separar las funciones jurisdiccionales del TSE, de aquellas que son administrativas; es buena la idea de distritos electorales pequeños; me gusta la idea de desestatizar el financiamiento de los partidos y hacerlo más transparente; apoyo la idea de eliminar barreras de entrada para las organizaciones partidarias; es atinado trabajar con seriedad y transparencia el tema de la computación y publicidad de los resultados electorales porque la esposa del César no sólo debe ser honesta, sino que debe aparentarlo; creo que hay que fortalecer la confiabilidad del sistema aquí en Guatemala, antes que hacer experimentos en el extranjero; creo que los candidatos deben ser escogidos con base en sus ejecutorias, sus valores y sus caracteres (por decir algo) y no con base en rasgos como la etnia y el sexo (que nada tienen que ver con las acciones y las virtudes de los candidatos, sino con la química y la genética).

¿Qué piensas?

Columna publicada en elPeriódico.


24
Oct 17

Ardió Troya, ¿por un accidente?

¡Ardió Troya!…o por lo menos se alborotaron las redes sociales, porque el diputado Fernando LInares dijo que el parámetro para acceder a la política, o cualquier otro tema, debe ser mérito y no simplemente haber nacido con un accidente biológico de mujer.  En consecuencia varias ONG presentaron una denuncia penal contra el representante.

Aquello, a pesar de que el diputado explicó que nacer hombre, o mujer es un accidente biológico y no se debe decidir con base en eso.

En su segunda acepción, accidental es algo que ocurre al azar, es decir que no es planificado, o deliberado.  Un encuentro accidental es uno que no estaba previsto.  Y el sexo de las personas es accidental.  Que yo sepa, todavía no es posible planificar el sexo de los embriones. Si alguien tiene cromosomas XX, o XY es accidental en el sentido de que ocurre al azar, o que es contingente.

Desde una perspectiva metafísica, todo es causal y nada es accidental; pero llamamos accidental a aquellas relaciones causales que no podemos identificar, o controlar.  ¿Por qué un bebé nace con cromosomas XX y otro nace con cromosomas XY?

Desde una óptica epistemológica -y como el propósito de los conceptos es facilitarnos la clasificación y organización cognitivas, así como facilitarnos conocer y pensar-  la palabra bebé es un símbolo que denota un concepto, es decir que representa un número ilimitado de sujetos concretos, de cierto tipo (Un bebé es un ser humano de muy corta edad), que podemos distinguir de los sujetos concretos adultos (por decir algo).  Para esa organización cognitiva específica (bebé/adulto), las posibilidades de que unos bebés sean hombres y otros mujeres, unos gordos y otros delgados, unos peludos y otros pelones, unos así y otros asá, son accidentales o contingentes.

Como uno no escoge su sexo y como uno no escoge el color de su piel, juzgar a las personas por algo que no depende de su voluntad, ni de sus decisiones, ni de sus valoraciones, juzgar a las personas por algo accidental, es la más baja, cruda y primitiva forma de colectivismo, como expllicó Ayn Rand. No hay virtud alguna en ser de uno, u otro sexo; como no hay mérito alguno en tener la piel de un color, o de otro.  ¿De verdad querríamos una sociedad en la que las personas son juzgadas por la química de su cuerpo y no por su carácter y sus acciones?

Por esa razón es que, cuando he abordado el tema de la reforma electoral, nunca he apoyado las cuotas. Como ocurre con otras formas de colectivismo, el de sexo (que es el que da paso a estas meditaciones) sólo es una forma de conseguir lo que no ha sido ganado.  En este caso, espacios políticos.

Lo que es sido ganado, por cierto, no debe ser ganado por méritos, sino por resultados; de ahí la importancia del carácter y las acciones.  Friedrich A. Hayek advierte que, de hecho, no deseamos que las personas obtengan el máximo de esfuerzo (que él llama mérito), sino que logren la máxima utilidad con el mínimo de trabajo y, por lo tanto, el mínimo de mérito.  Resultaría imposible recopensar todo el mérito y tampoco sería conveniente que las personas tendiesen principalmente a obtener el máximo de mérito.  Solamente podemos juzgar con cierto grado de seguridad el valor del resultado, no la cantidad de esfuerzo y cuidado que ha costado a diferentes personas el logro final.

La ilustración la tomé de Facebook.


29
Sep 17

Tenemos estos pendientes

Luego de una eventualidad negativa que afectara mi vida, o las vidas de la familia sin causar daños mayores, mi tía abuela, La Mamita, solía decir: Todo pasó, sin que pasara nada y es, precisamente, lo que no debería ocurrir en Guatemala.

¿Qué debería pasar?

Es importante un diálogo cuya misión sea entender el fenómeno político que atravesamos; así como encontrar los temas mínimos en los que podemos estar de acuerdo tirios y troyanos (y todo lo que hay en medio).  Estos acuerdos deben estar encima de ambiciones y necedades.  No estoy seguro de quién debería convocarlo, ni de cuál sería la metodología, pero sería genial si no fuera de carácter corporativista, como suele ocurrir.

Es importante una ley electoral que: 1. Nos devuelva, a los mandantes, el control como tales; 2. Fortalezca el TSE, qua supremo e independiente; 3. Facilite la fundación de partidos políticos que sean intermediarios entre los mandantes y los mandatarios y plataformas ideológicas y programáticas. 4. Les quite a los partidos el monopolio de la presentación de candidatos a diputados. 5. Establezca distritos electorales pequeños.; y 6. Permita la elección de diputados uninominal, o por listas abiertas. Un sistema político que huya, como de la peste, de: el bipartidismo, o tripartidismo artificial, de las cuotas colectivistas y del financiamiento estatal para los partidos.

No es menos importante la reforma del sistema de justicia.  Una que nos permita conseguir una administración de justicia pronta y cumplida, y que fortalezca el estado de derecho y la institucionalidad (o tal vez que los funde). Una abordada desde una perspectiva cívica y que nos permita luchar contra la injusticia, la corrupción y la politización. El CEES tiene una, que te invito a conocer en goo.gl/5pbww8

No debe quedarse atrás la necesidad de desarmar el sistema mercantilista, patrimonialista, multiplicador de privilegios y fabricante de miseria que es caldo de cultivo de la corrupción e impunidad.  Eso implica reconocer que estos son consecuencias -a veces intencionadas, pero muchas veces no intencionadas- de ideas concretas sobre cuál es la naturaleza del ejercicio del poder público.

Tengo confianza en los chapines, ¿y tú?

Columna publicada en elPeriódico; y la ilustración la tomé de Facebook.