Cuando era niño, uno de los paseos que más disfrutaba era cuando me llevaban a ver el desfile del 30 de Junio.
Yo creo que es mala idea que el ejército ejerza el poder; creo que es mala idea que el ejército (o cualquier otro organo del estado) no esté sometido a la ley; y creo que el ejército no debe andar alfabetizando, vacunando, ni enseñando a sembrar. Empero, el ejército es una institución destinada a mantener la independencia, la soberanía y el honor de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad interior y exterior, y como tal merece mi respeto.
Estoy plenamente consciente de que muchos malos militares han usado la institución armada para enriquecerse y para proteger sus negocios con la mafia. También se que en el contexto de la guerra contra las guerrillas marxistas-leninistas, muchos oficiales y soldados cometieron excesos; sin embargo, con todo y todo, mi generación le debe al ejército el no haber crecido en una dictadura totalitaria como la de Cuba, o como las de Europa Oriental y muchos países de Asias y Africa.
Por eso creo que es una injusticia y una canallada andar por ahí atribuyéndole al ejército “la responsabilidad de la violencia actual” y pidiendo que se humille a la institución armada. Aquel enfoque oculta que la delincuencia actual es consecuencia de la falta de autoridad de la administración y de que ni la Policía, ni los Tribunales, ni el Ministerio Público cuentan con apoyo político, presupuestario y técnico para cumplir su cometido. Oculta, también, la responsabilidad de la URNG en la guerra, cuya ambición por establecer la dictadura del proletariado fue el motor de aquel enfrentamiento.
Todo individuo que cometa delitos al amparo de cualquier organo estatal debería ser sometido a la ley; pero no porque en ella haya mafiosos y delincuentes se puede humillar y desprestigiar a una institución. Lo que hace falta es que se persiga y se castigue a los delincuentes; y lo que no hace falta es que -en beneficio de quién sabe qué intereses- se desmoralice y se desmorone al ejército; porque un día de estos -lean mis labios- lo vamos a necesitar.