02
Nov 25

¡Fiambre y a celebrar la vida!

 

Este año no comimos el fiambre en la fecha tradicional, que es el 1 de noviembre, sino que lo comimos hoy. ¿Por qué? Porque ayer fue la boda de El Ale y Cristi una ocasión extraordinaria y alegre que se ganó todo nuestro espíritu celebratorio del día. Después del tremendo fiestón las vibras celebratorias se concentraron en el fiambre que nos ocupó el 28, 29 y 30 de octubre, contando el día en que fuimos a traer la gallina al Mercado Colón.

El fiambre guatemalteco es una combinación delicada de carnes, embutidos, verduras y mariscos unificada por un caldillo.

En casa, la del fiambre es una de nuestras fiestas favoritas; y este año lo compartimos con la familia Masdeu—de El Salvador—con mis hermanos y cuñadas, con mi hermana y con mi mamá.  La familia salvadoreña vino a la boda de El Ale y tuvimos la dicha de compartir con ellos esta fiesta familiar.

El fiambre que comemos hoy es el plato estelar de la cocina guatemalteca, no solo por su sabor y complejidad, sino porque carga con una historia que nos conecta con recuerdos y nuestras raíces. En Guatemala, el Día de Todos los Santos y el Día de los Muertos se funden el 1 de noviembre y esa mezcla no es solo de fechas, sino que es la tradición que materializa nuestra versión del Día de Acción de Gracias, con sabores, aromas y texturas nostálgicas y bien chapinas. Este día no se trata de comer por comer, sino de celebrar la vida, el trabajo productivo y, sobre todo, la oportunidad de agradecer que tenemos con quién compartir el fiambre.

En casa  comemos en fiambre acompañado por el más delicioso pan de muerto que hay en todo el universo mundo.

Entre los guatemaltecos, cada familia tiene su receta y la cuida con la solemnidad de quien guarda un tesoro. Pero, ¿cuál es el mejor fiambre? Pues ese que sabe al de la casa de los abuelos, al de la familia o al de los amigos, porque el mejor fiambre es el que nos da un golpe de nostalgia y nos recuerda quiénes somos. En mi caso, la receta que hacemos en casa viene con una historia de al menos cuatro generaciones, como si cada cucharada trajera un eco de las manos que lo prepararon antes. Ahí está mi madre, Nora, que la aprendió de mi abuela, Frances, y ella de mi bisabuela, Adela, quien la recibió de su cuñada, Elisa. Cada año, al preparar el fiambre, es como si todas ellas estuvieran en la cocina y en la mesa. Pero nuestro fiambre, en casa, tiene nuestro carácter.

Hay fiambres para todos los gustos: rojos, blancos, verdes y, me han contado que también hay amarillos; y los hay ácidos y dulces. En casa, el nuestro tiene un caldillo rosado y destaca el sabor amaderado de la miel. No es un plato fácil, requiere paciencia, buen juicio y el entusiasmo de quien sabe que algo bueno viene en camino. Porque el fiambre es una sinfonía de sabores y texturas, donde cada ingrediente, cada color y cada forma tienen un lugar. Un buen fiambre es armonía, no una mezcla arbitraria de carnes y verduras. El fiambre, por supuesto que lo acompámos por el pan de muerto que hace Raúl.

Para un buen fiambre chapín la buena calidad de los ingredientes, el balance armonioso, y el cariño son muy importantes.

La preparación del fiambre no es asunto de un solo día; se necesitan semanas de planificación y de escoger ingredientes como quien elige recuerdos. Cada año vamos al Mercado Colón a escoger la gallina gorda y a La Puerta del Sol a recoger los embutidos y la cecina, porque don Virgilio y su equipo interpretan magistralmente la receta de don Abel. Por supuesto que comer el fiambre es motivo de celebración, pero también lo es el ritual mismo de la preparación: las conversaciones y bromas en la cocina, las anécdotas que inevitablemente reaparecen.

En este contexto, tiene sentido que Halloween se celebre antes del día del fiambre. A primera vista, la Noche de Brujas parece una fiesta siniestra, cargada de símbolos oscuros, pero esa es precisamente su gracia. Bajo toda esa parafernalia, lo que realmente se celebró el 31 es la vida y se hace mediante la burla de los temores que el misticismo nos ha impuesto. Anoche, mucho de lo que nos da miedo perdió poder. Los monstruos y los fantasmas son excusas para vestirnos de personajes extravagantes y reírnos en sus narices. Por eso, Halloween merece ser celebrado.

El mejor pan de muerto de todo el universo mundo.

Lo del 31 de octubre fue un juego en el que la muerte y sus aliados pierden solemnidad. Con disfraces y risas nos damos permiso para mofarnos de la hechicería, los aparecidos y de otros mitos viejos que nos regaló la imaginación. En la Noche de Brujas, el miedo se convierte en diversión entre risas y sustos.

Las fiestas de ayer (la de la boda y la del fiambre) son una afirmación de que la vida es más que existencia y merece ser festejada. Por eso, a ustedes, lectores, les deseo larga vida, prosperidad y paz en unión de quienes valoran. En casa celerbramos la vida con fiambre y alegría, en familia.


29
Oct 25

Gallina galana y caldillo perfecto

 

En casa, el ritual cuidadoso y antañón para el fiambre del 1 de noviembre empieza el primer sábado de octubre con el encurtido de las remolachas que adornarán aquel plato y le darán color al caldillo.

Doña Gallina se cuece con paciencia.

En nuestra receta —que tiene su origen en mi bisabuela, Adela, y en su cuñada, Elisa— el caldillo es rosado y las remolachas no van mezcladas con las verduras, las carnes y los embutidos para que su color imponente no opaque el colorido de aquellos ingredientes.

Los palitos de remolachas y las cebollitas de Cambray se curten en el jugo de la cocción de los betabeles aderezado con un toque de vinagre de manzana (lo justo para la conservación) y miel de abejas (lo justo para que tenga un ligero gusto dulzón y amaderado), sazonadas con laurel, tomillo, y granos de pimienta negra y pimienta de Chiapas, así como con tres, o cuatro, clavos de olor.

El segundo paso ocurre el 28 de octubre, día de seleccionar y comprar la gallina para el caldillo. Nosotros la compramos en el Mercado Colón, donde también compramos las verduras. La gallina tiene que ser joven y galana, seleccionada especialmente por doña Ana y por Raúl.

El tercer paso es la cocción del ave para producir el caldo. A fuego lento y con paciencia, doña Gallina se cuece con sal, tomates, apio, y cebolla, con un toque de laurel y tomillo. Ese caldo hay que enfriarlo al tiempo para luego refrigerarlo de modo que pueda ser desgrasado con facilidad.

Hoy en la noche toca cocer las carnes y embutidos y el caldo de las primeras será añadido al caldo de la gallina para la preparación del caldillo del fiambre. ¿Qué carnes y embutidos son esos? Cesina, pollo y posta de marrano (esta última no se integra a los otros caldos); también butifarras y longanizas (de La Puerta del Sol, ¡por supuesto!).

https://www.tiktok.com/@luisficarpediem/video/7567072601307139339

Hoy es noche de fiesta en la casa. ¡Que vivan la tradición, los sabores y los recuerdos!


19
Oct 25

Gastronomía y campanarios

 

¿Gastronomía junto a los campanarios y cúpulas de Santo Domingo? Pues sí. Es una aventura que relaciona la comida con la cultura y los seres humanos bajo el cielo de octubre y sobre las luces de la ciudad.

La visita al Centro Cultural Santo Domingo es una experiencia enriquecedora.

Por medio de la historia de la presencia dominica en la Guatemala virreinal exploramos los ingredientes propios de la cocina mestiza guatemalteca como el maíz y el elote, semillas, chiles, hierbas y especias, rapadura y panela, cacao y chocolate tanto en platillos salados, como dulces. Yo no sabía que rapadura y panela son dos productos distintos y siempre le he dicho panela a la rapadura. Tampoco sabía que los quesos de Jalapa y de Zacapa son quesos oreados.

Dimos un paseo extraordinariamente sensorial por aromas como los de azahares de naranja, del pom, de la mirra, la lágrima y mi favorito de toda la vida: el copal. Este aroma lo conocí cuando una noche, en Cobán, saturamos un cuarto de La Posada con humo de esa resina. Acompañado por un grupo extraordinario de amigos de la Asociación Guatemalteca de Orquideología, pasamos una velada inolvidable contando historias, riéndonos y disfrutando de la buena compañía envueltos en humo del copal sagrado. Al día siguiente corrí al mercado a comprar un gran bodoque de copalli; y aunque aquello ocurrió ca. 1979, todavía tengo lo que queda de aquel bodoque y, 46 años más tarde, conserva su intensidad y su encanto. Conocí el árbol del copal por primera vez cuando caminé por la selva rumbo al sitio arqueológico de Waká-El Perú; y qué emoción sentí cuando el guía señaló el árbol y cuando hice el corte para extraer algo de aquella sustancia preciosa.

Gastronomía, arquitectura e historia en el tejado.

De vuelta a la experiencia de ayer, Mario Maldonado —que estaba al frente de la aventura— nos presentó a La Chayito, la campana principal e impresionante del lugar. Quise tañir otra de las campanas sin haberlo conseguido, ya que era muy pesada y con una mano tenía agarrado el móvil. Aprendí más sobre la arquitectura virreinal y sobre las particularidades dominicas. La Chayito, por cierto…ha de ser prima de La Chepona.

@luisficarpediem

¿Gastronomía junto a los campanarios y cúpulas de Santo Domingo? Pues sí. Es una aventura que relaciona la comida con la cultura y los seres humanos bajo el cielo de octubre y sobre las luces de la ciudad #gastronomia #historia #arquitectura #luisfi61 #campanas

♬ Albinoni: Sonata in D Major, Op. 6 No. 2: I. Grave – The Locatelli Trio

La experiencia concluyó con atol de elote y enchilada, luego de que moldeamos barro. Muchas gracias a mi cuata, Brenda Galindo, y a su equipo del Centro Cultural Santo Domingo por avisarnos de esta maravilla y al Banco Industrial por patrocinarla. En el paseo nos acompañó el chef Alex Quintana que le añadió mucho sentido del humor, conocimientos y experiencia a la aventura. Ojalá más chapines, y sobre todo más niños chapines, se animaran a hacer este tour que enriquece mucho el conocimiento de las tradiciones guatemaltecas. De paso…los viernes y domingos el tour es sobre leyendas con la partiipación del grupo Necroturismo.


27
Jul 25

Amigos y caldo colorado

 

Hoy fue día de caldo colorado y fuimos a Mixco en busca de esa delicia tradicional, esta vez en el comedor de la familia Yantuche. El caldo colorado se prepara con hueso y carne de res, tomates, tres tipos de chiles, clavos de olor, pimienta gorda y de Castilla, achiote, canela, cebollas, ajos, culantro, güicoyes sazones, repollos y güisquiles.

Las ollas tiznadas son impresionantes cuando se vierte el caldo colorado.

La fiesta comenzó al llegar a casa de Majito A., donde su mamá y su tía nos ofrecieron una riquísima limonada para refrescarnos, porque caminamos —bajo el sol— desde la entrada a la población, donde nos dejó el Uber, hasta la casa que queda poco más allá del parque central.

Una vez recuperados, caminamos hacia la casa de la familia Yantuche con un buen cargamento de tortillas de maíz negro, aguacates y limones. Este año no tomamos dos caldos —como el año pasado— porque las porciones estaban muy generosas. Y, por supuesto, no podía faltar la chelita correspondiente. Caldo colorado en buena compañía es lo puro utz.

El color, el aroma y el sabor del caldo colorado son tentadores.

El caldo colorado es rojizo, su color vibrante proviene del achiote y los chiles, que le dan un tono anaranjado intenso. Es ahumado, su aroma tiene notas profundas y ligeramente ahumadas por los chiles tostados. Su sabor destaca por un toque picante que estimula el paladar. Es cálido porque evoca una sensación reconfortante, con un equilibrio de especias y caldo. Es sabroso, rico y complejo, con matices de tomates, achiote y carne.

Mientras comíamos llovió con granizo y todo, así que la sobremesa se alargó y yo deseaba muchísimo hacer una siesta. Si no hubiera sido por las risas, creo que ahí me hubiera enrollado en un rincón para dormir unos minutos.

En toda feria guatemalteca debe haber dulces típicos chapines.

Acto seguido, caminamos hacia la casa de Majito A., donde nos esperaba el café, y pasamos a comprar pan a la panadería San Francisco. ¡Qué pan! Es como el buen pan que hemos comido en lugares como Quiché y Totonicapán. Champurradas, gusanitos, cubiletes y pan francés de primera. Así que, lleno de caldo y tortillas negras, y sin hacer siesta, me comí dos cubiletes, una y media champurrada, un pan francés y medio cuernito mexicano de mantequilla. ¡Todos deliciosamente memorables! Ahí hay que volver.

El café me espabiló y agarramos camino a la legendaria y centenaria tienda de María Valdéz, en la Calle Real, donde doña Carmen nos tendría preparados huevos chimbos para traer a casa. Llegamos a tiempo para ver cuando ella cortaba aquellos dulces y los sumergía en almíbar hirviendo. Los huevos chimbos son un postre antiguo preparado con yemas de huevo, azúcar y canela, y doña Carmen —que es la tercera de una dinastía mixqueña— le añade un piquete al almíbar. Esa tienda y su propietaria son joyas de aquella población y de la dulcería tradicional de Guatemala; además, ella atiende con mucha gracia, encanto y generosidad. 

Doña Carmen Valdéz está seria porque está concentrada; pero tiene mucho encanto cuando atiende.

Cuando íbamos a la tienda pasamos por un monumento que no habíamos visto en otras ocasiones: una cruz de tiempos de don Manuel Estrada Cabrera con símbolos propios de la albañilería y en el había un gato blanco chulo que suelen alimentar vecinos porque su dueña murió hace poco 

Este año no fuimos a ver el convite de Santa Cruz del Quiché, en la plaza de Mixco, pero nos encontramos con uno tradicional con sus personajes alegres. Y hablando de personajes, esta fiesta es una oportunidad para reunir buenos amigos alrededor de la mesa, con anécdotas y risas gracias a Majito A. y a su familia, que nos ofrecen su hospitalidad. Este año nos juntamos Majito S., Sergio, William, Raúl y yo.

Personajes entrañables en uno de los convites de Mixco.

Y así, entre caldos, risas y dulces, recordamos que la vida se vive mejor cuando se comparte. En Mixco, con un plato humeante y amigos queridos, el carpe diem cobra vida: bocados memorables, historias, momentos para atesorar.

@luisficarpediem

Hoy fue día de caldo colorado y fuimos a Mixco en busca de esa delicia. El caldo colorado se prepara con hueso y carne de res, tomates, tres tipos de chiles, clavos de olor, pimienta gorda y de Castilla, achiote, canela, cebollas, ajos, culantro, güicoyes sazones, repollos y güisquiles #caldo #caldocolorado #mixco #tradicion #comidatipicaguatemalteca #amigos #luisfi61 #chapinesenusa

♬ El Mono de los Moros de Mixco – Banda del Maestro Luciano Jimenez


08
Jul 25

Hongos de San Juan en la mesa

Este año ha sido una fiesta de hongos de San Juan porque el domingo pasado almorzamos pizzas con esas amanitas deliciosas; y el 22 de junio también degustamos esos hongos cesáreos y magníficos.

¡Todo el orbe cante! Pizzas con hongos de San Juan.

Rafa y Meches trajeron varios canastos desde Tecpán. Entre anécdotas, risas y buena conversación, limpiamos y cortamos los hongos mientras Rafa le daba forma a la masa napolitana que había preparado desde el día anterior.

Si visitas este espacio con frecuencia, sabes que los hongos de San Juan son mis segundos hongos favoritos después de los anacates; y sabes que los conocí en los años 80 porque a mi tía Adelita le encantaban asados.

Los anacates son fáciles de conseguir y tenemos una buena dealer en el Mercado Central; pero los sanjuantes son más escasos y difíciles, por lo que… ¿vas a creer?… teníamos desde 2014 sin comerlos.

En Guatemala se los suele comer asados con limón y sal -que es mi forma favorita-, o en pulique que es una salsa a base de tomates, cebollas, ajos y miltometes, sazonada con apazote, culantro y achiote, acompañada con papas y güisquiles. 

En vídeos que he encontrado en redes sociales veo que muchos recolectores de hongos los cortan desde abajo de la volva e incluso arrancan el micelio.  Y cuando veo eso recuerdo un vez fuimos a San Juan Sacatepéquez con mi amiga, la madre Ivonne, que es experta en hongos.  Ella nos explicó que se deben cortar arriba de la volva para que se sigan reproduciendo y que hay que darles un par de golpecitos en el pileo o sombrero para que suelten esporas.  Lamentablemente la gente no sabe eso en el campo y arranca los homgos sin cuidado, lo que dificulta su reproducción para el año sigueinte. Advertido lo anterior, ¡que no se pierda la tradición de saborear estos tesoros de la tierra guatemalteca!


16
Abr 25

Semana Santa, raíces y sabores

 

En lo que va de abril ya comí dulce de garbanzos y miel de garbanzos. Esos son mis postres tradicionales favoritos de la temporada y en casa hacemos los dos porque cada uno tiene su carácter y cada uno nos conecta con las tradiciones propias de la Semana Santa chapina.

El bacalao a la vizcaína se sirve con arroz y el mejor pan posible.

¿Cuál es la diferencia? Que el dulce se hace con azúcar y la miel se hace con panela. Sin ningún fundamento científico digo que el dulce es propio de la ciudad de Guatemala, en tanto que la miel es propia de la costa sur. Esta se suele comer con buen pan de yemas que, este año, le compraremos a un panadero de Totonicapán.

¿Te vas dando cuenta? En casa el equinoccio de primavera gira alrededor de los buenos recuerdos que nos conectan con por lo menos tres generaciones de aficionados a la buena mesa. ¡Por supuesto que ya comí mangos en dulce!, que es otro postre que suele ser disfrutado en esta temporada; y la semana entrante será la oportunidad para gozar de los sabores, aromas y texturas de los moyetes en miel de anís, que a mí me gusta aderezar con almendras tostadas y un toque de ron Zacapa. ¡Por supuesto que ya tomé refresco de jocotes marañones!

No vayas a creer que todo gira alrededor de dulces y postres… pero tengo mucho antojo de comer conserva de tomates, como la que es tradicional en Huehuetenango.

El menú de la Semana Mayor chapina incluye pescado seco envuelto en huevo, que se sirve en caldo con verduras o con chirmol; e incluye encurtido de remolachas. Pero el rey indiscutible de la mesa, el más magnífico de los platos magníficos, es el bacalao a la vizcaína. En casa preparamos nuestra interpretación de la receta de mi madre, que viene de la receta de mi abuela y esta, a su vez, se deriva de la que preparaba mi bisabuela.

¿Te comparto la receta? El día anterior a la preparación lavamos bien el bacalao de la mejor calidad posible, lo cortamos en cubos, le quitamos las espinas si las hubiera y lo dajamos remojando en agua. A mí me gusta cambiarles el agua por lo menos cuatro veces a lo largo del día y dejarlo en la noche en agua fresca. El objetivo es remover toda, toda la sal posible. Un bacalao salado no es agradable y es un desastre.

Al día siguiente asamos los tomates, chiles pasa y guaque. Licuamos esos ingredientes y ya tenemos la salsa. En una olla freímos ligeramente los cubos de bacalao, removemos el agua excesiva, añadimos la cebolla morada rebanada y el ajo abundante picado. Agregamos aceite de oliva de forma generosa y sumamos la salsa. Este es el momento de añadir aceitunas rellenas de chiles pimientos, tiritas de chiles morrones o del piquillo, y alcaparras (mejor si son de las pequeñas y bien lavadas para quitarles la sal). Dejamos hervir todo aquello, checamos la sazón (sal, pimienta y un toque de azúcar moreno) y añadimos más aceite de oliva. Nos gusta la salsa ligeramente aceitosa para remojar el pan en ella. Y es importante que la salsa obtenga un color rojo profundo e intenso. Que no se vea una salsa pálida.

Los guatemaltecos celebramos esta temporada rodeados de jacarandas, matilisguates, paloblancos y nazarenos en flor. A ratos embobados por los aromas del incienso y del corozo. Al ritmo de marchas fúnebres que celebran la vida, ¿vas a creer? Porque la vida está en las generaciones que vienen y mantendrán vigentes las tradiciones ricas, intensas y a veces absurdas que nos hacen tan chapines.

Y hablando de la vida: en esta temporada, si manejas, no bebas; y si bebes, no manejes. Sé prudente en la carretera y en el mar. ¡Que la Semana Santa nos devuelva vivos, habiendo saboreado la más chapina de todas las celebraciones!

Columna publicada en República.


22
Dic 24

Mole para celebrar el solsticio

 

En casa tomamos muy en serio los moles.  Esas salsas mesoamericanas son preparadas con cariño, admiración y respeto.  El de este solsticio de invierno es de pato y tiene un giro sorpesivo.

Los colores, textura, sabores y aromas del mole son complejos.

Por su antigüedad y sus raíces culturales profundas, lo considero un plato ceremonial; y aunque todos los moles de casa tienen la misma base de tomates, cebolla, chocolate, semillas y chiles asados, no tenemos una sola receta porque varía dependiendo del tipo de carne que se bañará en ella, y del carácter que se le quiera dar. 

Los ingredientes del mole son seleccionados con mucho cuidado.

Raúl es el dios viviente del mole y, por supuesto, el resultado no depende sólo de la calidad de los ingredientes, sino del talento y creatividad de quien lo prepara. La fiesta de preparación comienza con el encargo del pato con doña Ana, en el Mercado Colón, y sigue con la selección de los tomates, ajos, cebollas y chiles que este año vinieron de La Terminal, en la zona 4. Los tomates fueron un giro especial porque el cocinero insistió en que fueran tomates criollos, escogidos uno por uno. ¿Sabes? De tan dulces y, después de asarlos, dejaban los dedos mielositos al pelarlos. Esta vez el chocolate era del que venden en el Museo Popol Vuh, que es de primera.

¿Cuál fue el twist sorpresivo? Ciruelas pasas asadas. Nunca lo había probado con ciruelas, y es un éxito. El toque final es el colado para que el mole sea untuoso, sedoso, suave al paladar, al mismo tiempo que es intenso y complejo, luego se le hace hervir suavemente con la carne de pato. Con tomates, ciruelas, una toque de panela y chocolate dulces, ¿vas a creer que el mole de pato no es un plato dulce? He aquí la genialidad del cocinero porque la mezcla de los chiles guaque y pasa, con el ajonjolí y las pepitorias asadas, con el caldo del pato debidamente sazonado, le da el balance perfecto a la salsa. Además…en casa no se usan pan, ni tortillas para espesar el mole.  Este adquiere su textura por la carne y el hervor paciente. 

@luisficarpediem

El dios viviente del mole hizo mole de pato @Raúl Contreras #cocina #pato #mole #tradicion #delicioso #alegria #luisfi61 #moledepato #cocinando

♬ Mezcalito – Lila Downs

 

Tal vez pienses que exageramos con el mole; pero por el tiempo y dedicación que requiere, y por lo detallado de cada paso para su preparación, es un plato que se merece un trato especial en la mesa y en el corazón.


01
Nov 24

Fiambre y nuestras raíces

 

El fiambre que comemos hoy es el plato estelar de la cocina guatemalteca, no solo por su sabor y complejidad, sino porque carga con una historia que nos conecta con recuerdos y nuestras raíces. En Guatemala, el Día de Todos los Santos y el Día de los Muertos se funden el 1 de noviembre y esa mezcla no es solo de fechas, sino que es la tradición que materializa nuestra versión del Día de Acción de Gracias, con sabores, aromas y texturas nostálgicas y bien chapinas. Este día no se trata de comer por comer, sino de celebrar la vida, el trabajo productivo y, sobre todo, la oportunidad de agradecer que tenemos con quién compartir el fiambre.

El fiambre es nuestra versión del Día de Acción de Gracias, con sabores, aromas y texturas nostálgicas y bien chapinas.

Entre los guatemaltecos, cada familia tiene su receta y la cuida con la solemnidad de quien guarda un tesoro. Pero, ¿cuál es el mejor fiambre? Pues ese que sabe al de la casa de los abuelos, al de la familia o al de los amigos, porque el mejor fiambre es el que nos da un golpe de nostalgia y nos recuerda quiénes somos. En mi caso, la receta que hacemos en casa viene con una historia de al menos cuatro generaciones, como si cada cucharada trajera un eco de las manos que lo prepararon antes. Ahí está mi madre, Nora, que la aprendió de mi abuela, Frances, y ella de mi bisabuela, Adela, quien la recibió de su cuñada, Elisa. Cada año, al preparar el fiambre, es como si todas ellas estuvieran en la cocina y en la mesa. Pero nuestro fiambre, en casa, tiene nuestro carácter.

Por supuesto que comer el fiambre es motivo de celebración, pero también lo es el ritual mismo de la preparación.

Hay fiambres para todos los gustos: rojos, blancos, verdes y, me han contado que también hay amarillos; y los hay ácidos y dulces. En casa, el nuestro tiene un caldillo rosado y destaca el sabor amaderado de la miel. No es un plato fácil, requiere paciencia, buen juicio y el entusiasmo de quien sabe que algo bueno viene en camino. Porque el fiambre es una sinfonía de sabores y texturas, donde cada ingrediente, cada color y cada forma tienen un lugar. Un buen fiambre es armonía, no una mezcla arbitraria de carnes y verduras.

La preparación del fiambre no es asunto de un solo día; se necesitan semanas de planificación y de escoger ingredientes como quien elige recuerdos. Cada año vamos al Mercado Colón a escoger la gallina gorda y a La Puerta del Sol a recoger los embutidos y la cecina, porque don Virgilio y su equipo interpretan magistralmente la receta de don Abel. Por supuesto que comer el fiambre es motivo de celebración, pero también lo es el ritual mismo de la preparación: las conversaciones y bromas en la cocina, las anécdotas que inevitablemente reaparecen y… antes de preparar el caldillo, cenar panes con butifarras y mantequilla, acompañados por un vaso de whisky.

Raúl Contreras hizo panes de muerto y los suyos son los mejores de este lado de la galaxia, sin lugar a dudas.

En este contexto, tiene sentido que Halloween se celebre antes del día del fiambre. A primera vista, la Noche de Brujas parece una fiesta siniestra, cargada de símbolos oscuros, pero esa es precisamente su gracia. Bajo toda esa parafernalia, lo que realmente se celebró anoche es la vida y se hace mediante la burla de los temores que el misticismo nos ha impuesto. Anoche, mucho de lo que nos da miedo perdió poder. Los monstruos y los fantasmas son excusas para vestirnos de personajes extravagantes y reírnos en sus narices. Por eso, Halloween merece ser celebrado.

En casa la receta tiene por lo menos cuatro generaciones; pero tiene nuestro carácter.

Lo de anoche fue un juego en el que la muerte y sus aliados pierden solemnidad. Con disfraces y risas nos damos permiso para mofarnos de la hechicería, los aparecidos y de otros mitos viejos que nos regaló la imaginación. En la Noche de Brujas, el miedo se convierte en diversión entre risas y sustos.

La fiesta de hoy es una afirmación de que la vida es más que existencia y merece ser festejada. Por eso, a ustedes, lectores, les deseo larga vida, prosperidad y paz en unión de quienes valoran.

Majito Ajcú nos regaló fiambre verde que preparan en su casa. Es un fiambre verdaderamente delicioso.

Actualización: hoy almorzó en casa mi amiga, María José Saiz y que alegre fue compartir el fiambre con ella. Sin embargo, fue un día agridulce porque no toda mi familia participó de la fiesta. Gracias a Nora, Andrés, El Ale y Cristi por haber venido.

Columna publicada en República.


03
Sep 24

Anacates, un deleite chapín

 

En casa, una temporada de anacates no está completa si no los comemos con espaguetis, con frijoles colorados, con macarrones y horneados, solos como tentempiés con salsa de perejil y jerez, y en pizza. A estas alturas —porque la temporada empezó tarde— solo llevamos los dos primeros.

Frijoles colorados con anacates, arroz y crema.

Los anacates son uno de mis platos chapines favoritos; pero los chanterelles (ese es su otro nombre) son universales y apreciados en muchas culturas. Desde niño, en la casa de mis padres y de mi abuela Frances, los gozaba mucho. En aquel tiempo no eran tan abundantes como ahora, y siempre fueron bocatto di cardinale.

La época de oro de los anacates en casa de mis padres y de mi abuela fue en los años 90, cuando una señora de San Juan Sacatepéquez los traía en pequeñas y encantadoras cestas de hojas. Fresquísimos a más no poder. Estos hongos no solo destacan por su sabor particular y delicado, sino por su consistencia, que ofrece algo de resistencia a la mordida. Su color anaranjado es muy atractivo y sus formas son variadas.

En casa, los anacates con frijoles colorados los comemos con crema de la mejor y buen chile. Los preparamos con dos recetas: 1) La mía es que cueces los frijoles con ajo y cebolla abundantes, y sal, en la olla de cocimiento lento con bastante agua. Preparas un sofrito con aceite de oliva, cebolla y tomates picados finos, sal y pimienta, y le añades los anacates cortados transversalmente; se cuecen, pero ojo, que no se recuezan. Cuando están cocidos los frijoles, se les añade aquel sofrito y así se sirven. 2) La receta de Raúl incluye semillas tostadas y, más que un sofrito, lo que le añade a los frijoles es casi un mole. El sabor también es delicioso y tiene un nivel extra de complejidad.

 


28
Jul 24

Festín en Mixco

 

¡Hoy fue día de caldo colorado en Mixco!… y descubrimos una tienda encantadora donde venden huevos chimbos. ¿Qué más se puede tener de bueno? Pues los convites y la alegre compañía.

El fogón y una de las ollas con caldo colorado.

El caldo colorado es una delicia que se prepara con carne y hueso, variedad de chiles y pimientas, canela, tomates, cebollas, ajos y culantro. También se le añaden güisquil, güicoy sazón y repollo. En el salón de la cofradía de Santo Domingo de Guzmán, lo comimos acompañado por delicadas tortillas negras y tortillas de maíz nuevo.

¡Gracias a Majito, por supuesto! y a la gentileza de su mamá, su abuelita y su familia que nos reciben con cariño. Este año fuimos Raúl y yo, acompañados por Oscar. Caldo colorado en buena compañía es lo puro utz.

Huevos chimbos elaborados por doña Carmen en la tienda María Valdéz.

Luego del almuerzo, bajo una llovizna pertinaz, caminamos a la casa de Majito, donde comimos delicioso pan dulce con café y nos preparamos para ir a ver los convites. Íbamos en el camino cuando nos cruzamos con la tienda Doña María Valdéz, y ¿qué crees? Doña Carmen, su propietaria actual, tiene huevos chimbos y turrón elaborados por ella con una receta de la mamá de su abuela, y esa tienda tiene más de cien años.

Tres Anubis y dos Horus en el convite.

No pudimos probar el turrón porque todavía no estaba preparado; pero los huevos chimbos, ¡Aaaaah, qué huevos chimbos! Estos son un postre antiguo preparado con yemas de huevo, azúcar y canela, y doña Carmen le añade un piquete. Esa tienda y su propietaria son joyas de Mixco. Doña Carmen tiene mucha gracia para atender y para contar la historia de su negocio, el cual tiene muchísimo carácter.

Convite de Santa Cruz del Quiché, en Mixco.

Mi abuelita Juanita me enseñó a hacer huevos chimbos en 1976, que fue el año del último gran terremoto en Guatemala, y desde entonces los amo. No los he preparado más que un par de veces, pero siempre que los como, me alegran mucho. No son fáciles de encontrar y a los jóvenes no les emocionan. ¡Fue una maravilla encontrar a doña Carmen!

¿Sabes lo difícil que es conseguir buen atol de elote? Esto es porque muchas personas lo espesan con maicena.  Sin embargo, encontramos uno buenísimo, delicioso en la Panadería Santa Ana.  Puro atol de elote del bueno.

En el parque de Mixco vimos un convite de Santa Cruz del Quiché con sus trajes modernos, complejos y verdaderamente impresionantes. Luego caminamos en busca de otro convite más tradicional, de esos en los que van Batman, Flash, Anubis el chacal, Horus el halcón, y personajes de caricaturas de lo más variado. Por cierto, que las marimbas orquestas que acompañan a los convites y hacen que uno quiera bailar no escatiman en calidad ni en watts.

@luisficarpediem

Caldo colorado, huevos chimbos, convite y alegre compañía en Mixco #mixco #caldocolorado #fiesta #huevoschimbos #celebracion #convite

♬ Chechamix para Damas # 6: La Cita / Ven Devorame Otra Vez – En Vivo – Checha y su India Maya

A mí me encantan los convites. El primero que vi fue en Panajachel cuando yo tenía unos 6 años. Recuerdo que no me lo esperaba y que me impresionó mucho lo grandes y cabezones que se veían los personajes. Recuerdo que seguí al cortejo hasta la cocina del Hotel Casa Contenta, donde nos dieron gaseosas y pastel; y que varios de los trabajadores de ese establecimiento histórico bailaban disfrazados.

Yours Truly con dos platos galanes de caldo colorado.

Este año, porque así lo acordamos desde el 2023, pedimos dos porciones de caldo cada uno y llevamos aguacates. Y la sorpresa fue que, de la cocina, nos enviaron carne con hueso, lo que es un lujo y una atención que valoramos muchísimo. ¡Seguro que estamos apuntados para el año entrante!