No pude evitar aplaudir cuando concluyó la pelicula Frankenstein, de Guillermo del Toro. ¡Que fotografía! Visualmente, esa fantasía romántico/gótica basada en la novela de la genial Mary W. Shelley (que la escribió a la edad de 18) es un lujo. Su estética es sobrecogedora. Por donde se la vea, yo digo que es casi imposible ser más fiel al libro no solo en forma (aunque difiera en un par de detalles), sino en fondo. ¿Y qué decir de las actuaciones? 10/10. Esa novela/película de carácter ético debe ser vista y conversada.
Tengo varias frases favoritas en la peli:
- Mientras estás vivo, ¿qué recurso tienes sino vivir? Victor
- Tú puedes ser mi creador, pero a partir de hoy, yo seré tu amo. La creatura
- En ti he creado algo verdaderamente horrible, Victor; a lo que la creatura responde: No algo, alguien. Víctor
- No puedo morir; y no puedo vivir…solo. La creatura.
- El milagro no es que yo hable. Es que tu escuches. La creatura.
- Victor, sólo escuchas cuando te hago daño. La cratura.
- Me diste una vida no deseada. Te la devuelvo. Me creíste un monstruo. Ahora te devuelvo el favor. La creatura
- La elección [la facultad de elegir] es la semilla del alma. Elizabeth
En abril de 2020 participé en el club de lectura virtual Rights and Responsibilities in Frankenstein and The Theory of Moral Sentiments, organizado por el Liberty Fund y fue una experiencia enriquecedora. En esa ocasión hablamos sobre temas como si The Theory...es una obra trágica, u optimista. Sobre la relación entre justicia y beneficencia. ¿Es lo mismo ser padre, que creador? Hablamos sobre la responsabilidad y sobre si Victor Frankenstein es un esquizofrénico y la creatura es, o no un alter ego. ¿Cuál es la diferencia entre llamar creatura, o monstruo a la obra de Frankenstein? Hacer promesas, ¿es moral, o inmoral? ¿Por qué es que, a veces, las personas se sienten culpables a la hora de castigar a los responsables de crímenes?
Durante el fin de semana, Frankenstein me llevó por varios vericuetos, seguramente para mi clase de ética de la libertad: Un análisis ético objetivo permite extraer paralelismos profundos y contrastes reveladores entre la novela de Shelley (y la peli de del Toro) y la ética Objetivista:
El egoísmo racional vrs. el altruismo sacrificatorio
La ética Objetivista define la virtud del egoísmo como la racionalidad en la persecusió del interés propio a largo plazo, sin sacrificar a otros, ni ser sacrificado. En Frankenstein:
Víctor Frankenstein actúa inicialmente desde un egoísmo racional: su ambición científica es un acto de creación personal, un fin en sí mismo. Su error no es el egoísmo, sino la evasión de la realidad (un vicio cardinal en el Objetivismo): al crear el ser, rehúsa asumir las consecuencias racionales de su acto (la responsabilidad de guiar a una mente racional naciente).
La creatura, por su parte, no nace malvad, sino que se corrompe por el rechazo de su creador, el rechazo social y la ausencia de guía racional. Su demanda de una compañera es un grito de altruismo forzado: exige que Víctor sacrifique su vida y valores para redimirlo. En la novela, Víctor, al ceder parcialmente y luego retractarse, oscila entre altruismo y evasión, y nunca afirma su derecho moral a su propia vida.
La creatura encarna la mentalidad del second-hander, que Ayn Rand expone bien en El manantial: vive para la aprobación ajena, y al no obtenerla, recurre a la violencia. Víctor, en cambio, representa al creador que traiciona su propia mente al evadirse de la lógica de sus acciones.
Claro que a creatura no vive para la aprobación ajena al inicio (en el calabozo, por ejemplo). Busca reconocimiento racional de su mente y virtud, algo moralmente legítimo (como en la cabaña donde hay empatía y bondad y al hacer tareas para la familia). Solo después del rechazo sistemático —y al no encontrar ningún ser racional que responda con juicio en vez de miedo— comienza a exigir por fuerza lo que no puede obtener por valor.
La responsabilidad del creador
En el Objetivismo, la productividad es una virtud central. El creador es moralmente responsable de su creación solo en la medida en que afecta su propia vida racional; pero Víctor:
Crea sin un propósito racional integrado: su acto es un fin en sí mismo, pero no evalúa las consecuencias en la realidad (ni biológicas, ni éticas, ni sociales). Al repudiar a la creatura, viola el principio de no agrasión y renuncia a su derecho a la propiedad de su creación (en sentido Objetivista: la mente que la produjo).
Lección objetivista: Un inventor, o un científico no están obligados a servir a la humanidad, pero sí a no evadir las consecuencias previsibles de sus actos. Víctor no debe su vida a la creatura, pero sí debe enfrentar la realidad de lo que ha creado. En el caso de la novela: no sólo la realidad de la cratura misma, sino la los crímenes que comete para extorsionar a Víctor. Crímenes que la peli omite.
La tragedia como consecuencia del anti-egoísmo
La novela es una crítica implícita al romanticismo byroniano (el genio torturado, el rebelde contra la naturaleza), y desde el Objetivismo es una parábola del altruismo y la evasión:
- Víctor se sacrifica por su familia, por la creatura, por la culpa —nunca eiige su propia felicidad racional.
- La cratura exige sacrificio ajeno como condición para su redención.
- En la novela y en la peli, nadie elige la vida egoísta racional, ni el creador, ni la creatura, ni la sociedad.
La tragedia no surge del conocimiento, o de la ambición (como teme Shelley), sino de renunciar al egoísmo racional por altruismo, culpa o evasión. Si Víctor hubiera afirmado: He creado una mente racional; mi deber es enseñarle a pensar, no a servir ni a ser servido, la historia habría sido distinta.
Frankenstein ilustra lo que ocurre cuando el egoísmo racional es reemplazado por evasión y altruismo. No condena la creación, ni el orgullo del hombre, sino la traición a la mente. En palabras de Ayn Rand: El hombre es un fin en sí mismo y Víctor olvida esto, y la criatura nunca lo aprende.
¡Afirma tu mente racional y vive como un fin en ti mismo, o prepárate para la tragedia que sigue a la evasión!












