25
Dic 14

La alegria del desayuno de Navidad

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¡Como me disfruto mis dos tamales para el desayuno de Navidad! Uno negro y el otro colorado; este año acompañados por algo que no había probado antes: la torta de recado, tradicional de la Costa Sur de Guatemala. Un desayuno digno de la Saturnalia.

Este año he gozado de buenos tamales: los de Majito, los La Yoli, y los de Ana María; estos últimos según la receta de su mamá: Chabe, a quien recuerdo con mucho cariño.

¡Gozo muchísimo cuando abro las hojas de maxán y de plátano y me encuentro con los colores brillantes de estas delicias de la cocina guatemalteca!  Los aromas intensos de ambos tamales invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por una montaña rusa de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando la masa gentil y el recado poderoso llegan a mi paladar.  A mí me gustan los tamales de masa suave de maíz.

Tengo la dicha de recordar los tamales que hacía  mi bisabuela, Mami y los de mi tia Baby.  Y los de mi tía abuela, La mamita, que  nos hacía tamales pequeños para los niños.   A estos los recuerdo pequeños, como de 2 x 2 pulgadas, bien doblados y bien amarrados.

Los tamales de Navidad, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz.   El rrecado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina, pollo y res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la Costa Sur- no se usa el recado propio del altiplano, sino una especie de mole.

Los tamales tienen raices precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente occidentales. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de maxán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las almendras, las aceitunas y sospecho que también las ciruelas.

La gracia de los tamales no está sólo en la masa y en el recado, sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado elegante y apropiadamente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy dura. Hacer tamales el algo complejo y elaborado que requiere de muchos procesos.   Hay que lavar y asar las hojas.  La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con mucho talento.

Desde mediados de los años 80, en casa comemos los de doña Estelita de Alburéz que son basados en  la receta de su madre enSan Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo.  Si quieres un tamal memorable, el  teléfono de doña Estelita  es 2474-0260.


17
Dic 14

¡Ve pues, camote morado!

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¡Ah, que dicha!; esta semana cayó -en casa- un pequeño camote morado que disfruté muchísimo como postre.

Cuando yo era niño en casa de mi abuelita Juanita se comía ate de camote morado.  En agosto del año pasado lo volví a probar en un restaurante que frecuentaba; pero antes de eso recuerdo muy bien que la última vez que lo vi y lo comí fue en la casa de mi abuelita a finales de los años 60, o principios de los años 70.  Nunca más volví a ver esas delicias a pesar de que en numerosas ocasiones, a principios del siglo XXI pregunté por esos tubérculos en los mercados Central y La Villa.   Mi madre y mi hermano recordaban muy bien el camote morado -en parte porque cuando era muy chico, mi hermano decía que su color favorito era el morado- ; y dos amigos recordaban vagamente haber visto y comido ate de camote morado; pero incluso algunas vendedoras de frutas y verduras en los mercados ni siquiera habían oído de tal producto.

Según yo el camote morado se había extinguido porque nadie lo cultivaba más.  Dispuse que era una leyenda familiar. Pero ahí está que no.  Y aunque fuera el pedacito de la foto, me alegró mucho. ¡Mira su color y dime si no es hermoso!


19
Nov 14

Me encantan los persimones

 

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¡Hay montones de persimones en los mercados! y me encanta disfrutarlos bien , bien, bien maduros, suculentos.  Lo que más me gusta es su color , su dulzura y su textura, tan distinta a otras frutas.  Me encanta comerlos fríos, aunque al tiempo también son sabrosos.

Los persimones siempre me recuerdan a mi abuela, Frances, en mi adolescencia.  En aquel tiempo no eran comunes, ni conocidos, y ella compartía conmigo los suyos que le llevaba su comadre,  Queta, cosechados del jardín de su suegro don Manuel, en Panajachel.  La Abui, como le decíamos a mi abuela los comía crudos disfrutando de su dulzura y de su textura peculiar; o preparaba un pudding que sacaba las lágrimas de lo delicioso que era.  De repente y me animo a hacer un pudding de persimones ahora que hay tantos y tan buenos.


01
Nov 14

Postre de camotes espectacular

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El postre de hoy fue espectacular.  ¡Espectacular!  Helado de camotes con canela y tres leches, cubierto con un mousse de camote y piña, cubierto con mermelada de mandarinas. (todo hecho en casa)  Fue el postre perfecto para el fiambre y y sería el postre perfecto para cualquier comida que se merezca un cierre delicioso y elegante.  Gracias a Raúl por esta magnífica combinación de sabores, aromas, colores y texturas.


29
Oct 14

¡Ya vinieron los ingredientes para el fiambre!

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Ayer vinieron los vegetales, las carnes, los embutidos, las aves y otros ingredientes para el fiambre; y ¿sábes qué fue lo que más me dejó maravillado? Los chiles chamborotes.  ¡Este año están galanes!  Hermosos.

Otros años no ha sído así.  Hubo un año en el que no los conseguí y cuando los ha habido resultan pequeños y argeñados.  Daban grima y no daban ganas de no comprarlos…pero ni modo.

Este año también vienen particularmente chulas las coliflores.  Sin manchas parecen pequeñas nubes.   Ya hace ratos que las zanahorias siempre vienen grandotas; pero este año los güisquiles se rayaron.  También vienen particularmente grandes.  Ya vino la miel de abejas para darle sabor amaderado a nuestro caldillo.

Como siempre encargué unas butifarras extra para comerlas mientras cocinamos.  También compré lengua salitrada,  jamón de sangre y gelatina de cerdo extra porque sólo en esta época se consiguen.   Poca gente le pone estos dos últimos ingredientes a sus fiambres; y a mí me gustan muchísimo y me harían mucha falta en el mío.  La cesina ya se está secando en el cuarto de cachivaches.

Hoy en la noche probaré el encurtido de remolachas y cebollines que se está preparando desde el primer sábado de octubre. El jugo servirá para darle su color delicado al caldillo y las ramolachas y cebollines servirán para adornar los platos del fiambre.  Hoy coceremos las carnes y embutidos y mañana coceremos las verduras.  ¡Eso quiere decir que el viernes habrá fiambre en casa!

Los chiles chamborotes no pican, ni se comen. Son de adorno.  ¿Sábes? En Guatemala hay personas a las que les dicen de apodo: Fiambre.  ¿Por qué? Porque tienen el chile de adorno.  Aaaah, y no todos esos chiles son para el fiambre de casa.  Esos son los que vi en el mercado.


28
Oct 14

¿Los vegetarianos en su laberinto?

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Muchos vegetarianos y afines no comen carne -entre otras razones- para no ser partícipes en el sufrimiento de reses, pollos, y otros animales. Comen vegetales porque estos no sufren, no sienten, ¿o sí?

Un artículo en Business Insider asegura que hay un estudio que dice que ciertos berros podrían sentir cuando son comidos y que podría no gustarles, hasta el punto de que segregan una sustancia tóxica. A mí eso de que las plantas sienten dolor -por ejemplo- me parece absurdo porque el dolor tiene una función importante: la de que quien lo siente se aleje de él.  Pon tu mano sobre una hornilla caliente y sabrás de lo que estoy hablando.  Esa capacidad de alejarse debe ser efectiva, como cuando retiras tu mano; pero no tiene sentido percibir dolor si uno no puede alejarse del peligro con efectividad.  Un berro podrá segregar una sustancia que ayuenta a los gusanos; pero, un árbol no puede salir corriendo cuando viene el leñador.  Empero, ¿no te parece maravilloso que haya berros que evolucionen de modo que pueden defenderse de los gusanos?

Si se comprobara que los berros sufren…¿qué comerán los vegetarianos?  El sufrimiento de un berro, ¿será más aceptable que el de un pollo? Si se comprobara que los vegetales sufren, ¿grabar tu nombre en la penca de un magüey será como lanzar un gato por los aires?

Por lo pronto la noticia me recordó el episodio de Perdidos en el espacio que ilustra estas meditaciones. ¿Recuerdas al doctor Smith convertido en zanahoria?


13
Oct 14

“Baked beans” para el almuerzo

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¿Qué hubo de almuerzo ayer?  Baked Beans.  La sazón salió deliciosa, el mero sabor de los baked beans de Boston; con ese dulzón delicioso que tiene la melaza.  El tipo de frijol no era el más apropiado, pero sacó la tarea con dignidad.  Los comensales estuvieron contentos.

En casa de mi abuela, Frances, la melaza se usaba sólo para hacer galletas en navidad.  Recuerdo que era un frasco que tenía un conejo en la etiqueta y a mí me gustaba mucho oler su contenido.

Los frijoles horneados llevan trozos de carne de cerdo salada que combina muy bien con el sabor dulzón de este plato.  La primera vez que lo probé fue en 2007, en Ourai, Colorado…un pueblo bien, pero bien metido en las montañas, a 7,706 pies sobre el nivel del mar.  El pueblo que inspiró a Ayn Rand para ubicar el Galt`s Gulch.  Los baked beans son ideales para días fríos, o lluviosos cuando uno necesita calorías y algo reconfortante.

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12
Oct 14

Pollo con lorocos para el almuerzo

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El pollo con lorocos es un plato típico del oriente en Guatemala; y los lorocos son las flores de la Fernaldia pandurata.  Y puestos así no suenan tan deliciosos y maravillosos como son.  Los lorocos también se comen en arroz, en tamalitos y en empanadas.  En casa también los hacemos en pizza.

El pollo con lorocos -que fue mi almuerzo del sábado- es uno de mis platillos favoritos de la casa de mis padres.  Cuando yo era niño los lorocos eran muy escasos aún en temporada de lorocos que coincide con la de anacates.  Ahora se los encuentra en abundancia, en los mercados y hasta los ofrecen en las esquinas y en las calles.

Es un plato muy sencillo.  En aceite de oliva y a fuego lento fríes un ajo grande y luego lo remueves.  Ahì sellas las pechugas de pollo sazonadas con sal y pimienta.  Las retiras y frìes suavemente algo de cebolla picada, añades las pechugas y los lorocos limpios.  Tapas la olla y lo dejas cocer a fuego lento.  Justo antes de servir agregas la crema y terminas de sazonar con sal y pimienta. Algunas personas le añaden tomate y aunque es muy sabroso hacerlo yo no lo incluyo porque en casa de mis padres no se preparaba así.  Se sirve acompañado con arroz y a mi me gusta con un Sauvignon blanc.


06
Oct 14

Pizza con anacates

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Se acerca el final de la temporada de anacates; y una cosa he notado: que los anacates están especialmente hermosos en estos días.  Lo he visto tanto en el Mercado Central como en el Mercado de la Villa de Guadalupe.  Estos que compré venían galanes y, como las lluvias no han sido exageradas, los anacates vienen sin gusanos y muy limpios.

Para no dejar ir la temporada sin gozar más de estas delicias hicimos pizzas en casa, dos con anacates y una con anchoas.  Las pizzas, unas chelas y buenos amigos hicieron un domingo sabroso.  En casa, por cierto, nos gusta mucho acompañar las pizzas con aguacates y es una combinación muy recomendable.


05
Oct 14

“Tesoros, recetas con historia”, presentó la chef Euda Morales

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Tesoros, recetas con historia, se llama el libro de Euda Morales, en el que la chef extraordinaire comparte una selección de comidas chapinas no sólo como recetas -o hechos alimentarios- sino como historias, como expresiones culturales y de tradición.

Ya estaba bien que Euda nos compartiera sus investigaciones culinarias en forma de un recetario amistoso; pero en Tesoros hizo algo más.  Nos lleva de la mano hacia la intimidad de la cocina y de la mesa.   Hacia la intimidad del fuego, de las ollas de barro y las paletas de madera.  A la intimidad que se comparte no sólo con la familia y los amigos, sino con cientos de años de sabiduría adquirida a fuerza de picar, tostar, moler y colar.  Todo tan lleno de significados, de búsqueda de la excelencia y de orgullo.  La cocina…pero más aún, la cocina con amor, no puede ser menos.  Y Euda pudo capturar aquello en su recetario de tesoros.

La presentación del libro estuvo acompañada por las palabras de Euda, que nos llevaron a las quesadillas de Zacapa; las de Anibal Chajón, que nos recordaron que en la tradición chapina hay alimentos fríos y alimentos calientes, independientemente si se sirven fríos, o calientes.  También estuvo acompañada por las palabras de Olga de Chajón, intérprete fiel y orgullosa de la comida tradicional en San Juan Sacatepéquez; así como de la editora Ligia García y dos alumnos de Euda.

Y…no podría ser algo menos…la presentación de Tesoros fue coronada por una degustación de platillos a cargo de las manos expertas, generosas y casi mágicas que interpretan siglos de sabores, aromas y texturas. De Olga de Chajón probamos sus magníficos pinol, rellenitos de plátano y chiles rellenos.  Señoras de Quiché y Totonicapan prepararon pollo al quichón, panes con pollo, tamalitos de siete camisas y un caldo de res con una hierba que no identifiqué.  Todos ellos preparados como debe ser…con las raíces profundas.  Con gracia y orgullo.   Como un homenaje a la vida y a todo lo que es bueno.

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