Hoces y martillos en la Sexta avenida

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Cuando veo hoces y martillos pintados en la Sexta avenida, luego de la manifestación del 1 de mayo de cada año una pregunta viene a mi mente: ¿Por qué la gente no reacciona contra estos símbolos de muerte, odio y miseria de la misma forma en que reaccionaría si fueran esvásticas? Digo porque la ideología totalitaria y colectivista que representa aquel símbolo ominoso costó casi 62 millones de vidas en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, poco más de 35 millones en la China comunista, poco más de 2 millones en Camboya…y no sabemos cuántos en Corea del Norte, o Cuba, para citar dos.  Esas cifras, ¿por qué no son suficientes para que a la gente le den escalofríos (por lo menos) cuando ve paredes pintadas con hoces y martillos?

Parte de la respuesta, supongo, está en que culturalmente somos tolerantes al socialismo real.  Por ejemplo, hay docenas y docenas de películas que exponen los horrores del nacional-socialismo (que costó unos 20 millones de vidas humanas). Haz la cuenta, ¿cuántas películas y documentales y reportajes has visto sobre los horrores de los nazis; y cuántas has visto de los horrores de los comunistas? De hecho, en muchos ambientes donde nadie duda en escupir al suelo cuando dice la palabra nazismo; al comunismo se le considera sólo una idea respetable más, como cualquiera otra, con sus vicios y sus virtudes, pero nada más.

Las pintas en la Sexta avenida incluyen, aparte de las hoces y martillos, consignas que recuerdan a Jacobo Arbenz (el soldado del pueblo que usaba corbatas Countess Mara); imágenes de fusiles AK-47 (¿Qué puede ser un mejor símbolo de violencia y muerte que un fusil?) y mensajes de odio.

Tal vez es tiempo de rescatar el 1 de mayo y conmemorar el Día de las víctimas del comunismoMi generación vio las miserias de Europa oriental, la URSS y China; y esta generación parece haberle aplicado un punto ciego a las evidencias en Venezuela, Corea del Norte y Cuba.  En Guatemala una operación para infiltrar el chavismo en la educación y en la vida académica es vista con ligereza, como con ligereza se ven las pintas en la Sexta avenida. Es un error permanecer neutral ante la actividad chavista y ante las hoces y martillos porque lo que promueven es la miseria, la violencia y la dictadura. Traen el discurso de odio y el divisionismo y cuestan millones de vidas humanas.  ¿Los destruccionistas? ¡Presentes!

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  1. Para ampliar mi comentario anterior puedo decir que, sin miedo a equivocarme, el emblema que vemos es sin lugar a dudas la “hoz y el martillo” de la 4ª. Internacional, es decir el comunismo troskista, que no fue más que la facción en pugna contra la 3ª. Internacional, controlada desde Moscú por un señor llamado Iosif Stalin.

    Aunque comunistas, ambos bandos eran enemigos a muerte pues cada uno respaldaba a un caudillo (fuera Stalin o León Trosky, el padre del Ejército Rojo) luego de la muerte del camarada Lenin.

    La diferencia fundamental (al menos hasta luego de la guerra mundial) era que los troskistas eran partidarios de llevar la revolución a todas partes, mientras que los stalinistas prefirieron la consolidación del socialismo real en sus dominios.

    Los troskistas fueron perseguidos y luego marginados por aquellos comunistas pro-soviéticos (como los cubanos), pero muchos de ellos sobrevivieron a la disolución de dicha organización en 1953, sobre todo en México y especialmente en Argentina, de donde han llegado muchos arribistas como H.I.J.O.S, establecido células en Guatemala…¿coincidencia?

    Aquí dejo el emblema de la Cuarta Internacional. Si se observa con detenimiento, los quiebres coinciden con el patrón de esténcil dejado en la pared que retrataste.

    https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/6a/Cuarta_internacional.png/160px-Cuarta_internacional.png

  2. Muchos mantienen la estúpida idea que el comunismo es bueno (como si fuera un ser vivo con sentimientos y voluntad propia) pero que no se ha hecho bien, incluso quedan los admiradores (desde aquí, porque no empacan y se mudan) de Castro y Cuba, concluyo que los complejos y la envidia son sentimientos que se sobreponen al sentido común y al análisis objetivo

  3. Ahora bien, respecto a lo que pienso de todo esto es extenso de explicar.

    Aunque parezca irrisorio el comunismo ―o al menos el uso de su parafernalia y demás simbología―, son parte esencial del mito construido por la mayor parte de las izquierdas más radicales, que curiosamente parecen rechazar la etiqueta de comunistas.

    No obstante ―claro está― que la masa en general (educada o no educada) no entienda a cabalidad en que consiste dicho pensamiento.

    La simpatía por todo lo sovietizante viene de larga data (desde la 2ª. Guerra Mundial) pues los rojos fueron vistos como “libertadores” de la “opresión fascista” en su momento.

    No obstante, el paso del tiempo, dentro de los cuadros mayor o medianamente izquierdizados, lo ruso siempre han sido visto como el contrapeso político natural frente a los odiados EE. UU.

    Aun hoy con un gobierno autoritario (y según nuestro amigo Anton Toursinov, claramente fascista) Rusia ―por alguna razón que no alcanzo a comprender―, sigue siendo un referente natural para todos los colorados de corazón.

    Además, el cine se ha encargado de continuar la tarea de enfocarse solo en los fascismos (especialmente el nacional-socialismo alemán), puesto que el comunismo como enemigo, teóricamente desapareció en 1991.

    En todo caso, Hollywood caricaturizó en forma sistemática al “imperio maligno” solamente hasta los ochentas y hasta donde yo recuerdo aparte de Doctor Zhivago, The Way Back o “Anonyma – Ein Frau in Berlin; nunca he visto un retrato que intente aproximarse a películas como Escape from Sobibor, The Schindler´s List, The Pianist o The Sophie´s Choice entre cientos de opciones, como bien lo mencionas.

    Yo creo que para entender que ―aun remitiéndonos a las pruebas sustanciales y documentales―, la trivialización mediática de todo lo relacionado a los socialismos ha obtenido una victoria aplastante en prácticamente todo el planeta a través de los medios de difusión masiva.

    En el caso particular de la siempre políticamente e ideológicamente analfabeta Guatemala, es necesario remitirnos al pasado más cercano.

    Hay que recordar que entre 1957 y 1996 hubo agrupaciones de izquierda y centro-izquierda democrática anticomunista (como el PR, la URD, el FUR, el segundo PSD, &a.) o al menos no afines al comunismo (como el FDNG entre otros) que, por tanto, estaban desligadas de la subversión armada, sus aliados internacionales y extensiones internas (sindicalismo, asociaciones estudiantiles, &a.).

    Sin embargo, todos los partidos políticos anteriores luego de las elecciones de 1986 y 1991 sumado al pan y circo de los “acuerdo de paz” del ´96 desaparecieron sin dejar mayor rastro. Hay una entrada interesante que, sin entrar en debates ideológicos, perfila esta situación (https://cmiguate.org/de-la-incompetencia-y-los-retos-de-la-izquierda-en-guatemala/) dentro de un diario furibundamente izquierdista.

    El surgimiento mediático de figuras como Rigoberta Menchú, Iduvina Hernández Batres, Alfonso Portillo (por decir algunos nombres), el auge de oenegeismo y el enquistamiento metastático (diría yo) de muchos de cuadros ―de no muy clara procedencia― dentro de los partidos políticos (como los tristes episodios del FRG, la UNE y el PP) es indiscutible.

    Otro campo fértil donde muchos individuos supieron sacar ventaja del oportunismo político del momento fueron las siempre vulnerables organizaciones laborales y estudiantiles (como Joviel Acevedo, Luis Lara y Jorge Mario García por nombrar algunos) exponiendo en forma cruda, la virtual orfandad en que quedo el Estado desde 1997 hasta la fecha luego del cese de iure (mas no de facto) de la violencia organizada.

    Con todo, yo dirá que la mayor victoria de la izquierda pos-revolucionaria dentro del imaginario colectivo del guatemalteco es esa que labraron desde la otrora anticomunista y más o menos pulcra APG.

    A como lo interpreto los pensadores “progres” prácticamente tomaron por asalto los medios escritos más importantes, una vez que sus cuadros fundadores pasaron a mejor vida o simplemente los dejaron a su suerte.

    Muchos de los “intelectuales” ―surgidos de la otrora prestigiosa Universidad Nacional (USAC le dicen…) de FLACSO y mi tristemente célebre alma mater, la URL―, que antes no tenían más espacio de expresión que la poesía, la literatura o la propaganda guerrillera se apoderaron prácticamente no solo de las columnas de opinión, sino que, en muchos casos, de la línea editorial de cada uno de los diarios tradicionales en Guatemala.

    El factor clave fue el cambio generacional, es decir, una nueva oportunidad de vender y convencer nuevamente con el mito de la “revolución de octubre”, las “dictaduras militares”, el “terrorismo de Estado”, y la “heroica” lucha por los “derechos humanos y la justicia social” en contra de la “oligarquía neoliberal y fascista” y su “ejército asesino” a quienes, en el mejor de los casos, escuchan en la sobremesa de sus hogares algún tema sobre nuestro pasado turbulento. Este discurso ampliado y corregido, al menos, durante dos décadas son hoy por hoy dogma de fe periodístico, pregonado por igual tanto por rojos como cachurecos.

    Solo este hecho es fundamental para entender la labor de desinformación y desorientación masiva para que quienes medio leen en este país, sobre todo los más jóvenes. Recordemos que estos reciben visiones sesgadas sobre hechos concretos, como los horrores del totalitarismo rojo en todo el mundo o para no ir muy lejos, el caso del “genocidio”; que, en muchos casos incluso son hasta ridiculizados por gente con mentalidad hedonista, socarrona y mercenaria (entiéndase la línea del diario digital nomada.gt).

    Se aprovecha tanto la ignorancia social, independientemente del estrato socioeconómico o el grupo étnico, que estos grupos, aunque pequeños logran llegar su discurso simplificado y emotivo a todo aquel que los medio les preste atención.

    Parafraseando al querido amigo Carlos Sabino en sus célebres tomos de historia reciente guatemalteca, “la clave de su éxito es que tuvieron y tienen una organización y disciplina verticalista” que hoy en día no tiene ninguna agrupación del centro o de derechas.

    Para contrarrestar esos efectos hace falta pienso que, más que rememorar fechas, la labor mediática es titánica y como lo han demostrado las ong´s y sus mecenas, se necesita muchos recursos, humanos, financieros e institucionales.

    Me excuso por la extensión de este comentario, pero no quería dejar cabos sueltos.