Lo dijo el editorial de Prensa Libre de ayer: la esencia de la democracia es el respeto a la voluntad de los votantes. Y ya lo dijo Friedrich A. Hayek: para el demócrata doctrinario el hecho de que la mayoría quiera algo es razón suficiente para considerarlo bueno, pues, en su opinión, la voluntad de la mayoría determina no sólo lo qu ees ley, sino lo que es buena ley. Para los demócratas doctrinarios el gobierno de la mayoría es ilimitado e ilimitable; empero, en una república sana las decisiones de la mayoría deben derivar su autoridad de un acuerdo más amplio sobre principios comunes y no de un mero acto de voluntad de la circunstancial mayoría. ¿Qué principios comunes? Los de respeto a los derechos individuales e igualdad de todos ante la ley. Esos principios son los que permiten que los grupos de personas se conviertan en sociedades, son los que permiten la cooperación social pacífica y los que allanan el camino a la prosperidad. Además, el reconocimiento de los derechos de las minorías significa que el poder de la mayoría, en última instancia, deriva y está limitado por los principios que las minorías aceptan también.
Por eso es que en una república sana, a los Hugo Chávez no se les entrega el poder; y si lo toman hay que detenerlos. No se les debe permitir, por ejemplo, que modifiquen la Constitución a su antojo. No se les debe permitir que usen el presupuesto del estado -y el dinero de los tributarios- para crear su clientela política. No se les debe permitir que usen los recursos naturales, o los impuestos, o el endeudamiento para criar ovejas dependientes y súbditos obedientes.
No es la plebe la responsable de que Chávez haya sido democráticamente electo de nuevo, para alargar por 6 años más el deterioro y el hundimiento de los venezolanos. Son las élites incapaces, corruptas, pusilánimes y mercantilistas que lo ayudaron a llegar al poder, que se hicieron de la vista gorda cuando se estaba consolidando y que se enriquecieron con él. Son los que no escucharon las advertencias y los que se rindieron a la retórica de los enemigos de la república.
De cualquier manera el éxito de Chávez hay que verlo con calma. Be calm and check the facts: En la medida en la que se profundice la revolución se va a deteriorar la calidad de vida de los venezolanos y se va a deteriorar la calidad de sus instituciones; y de acuerdo con una nota periodística, la derrota de Henrique Capriles permite hacer lecturas que alejan el resultado del fracaso
Participó un 80 % del registro electoral y Chávez ganó; pero no logró los 10 millones de votos que había fijado como meta para estas elecciones, bajó siete puntos con relación a su resultado de 2006, cuando logró 7,3 millones de votos (62,84 %), y obtuvo un incremento de 600.000 votos pese a que el padrón electoral aumentó en 3 millones de votantes.
Capriles perdió; pero alcanzó un récord histórico de votación en unas elecciones contra Chávez. Llegó cerca de los 6,5 millones de votos; prácticamente incrementó un 50 % el voto opositor con relación a los 4,3 millones de votos que obtuvo Manuel Rosales en 2006 (36,9 %), y destrozó los registros de las primarias de febrero, en las que logró poco más de 2 millones de votos.
Al comandante Chávez, si no le gana la biología, le va a ganar el deterioro que muestran las cifras de arriba. La inflación, la pobreza, la delincuencia, el descontento, lo oneroso de mantener su clientela (aún para un país petrolero), y la corrupción, están haciendo cola para pasarle la factura a este régimen democráticamente vesánico.
La foto la tomé de Facebook.