Aquí va un chiste de mi adolescencia; y luego les cuento la tragedia: un granjero estaba cuidando a sus cerdos en su granja cuando un automóvil de detuvo y de él salio un hombre trajeado que le dijo: ¡Oiga!, que buenos cerdos tiene. ¿Qué les da de comer? A lo que el porcicultor contestó: Vea usted, yo les doy desperdicios y porquerías, eso es lo que comen los cerdos. Acto seguido el del traje sacó una libreta de boletas y le dijo: ¡¿Ah sí?!, pues soy del Ministerio de Salud y aquí le va una multa de Q5000 por contaminar a los cerdos. Y le entregó la boleta y se fue.
A la semana siguiente el granjero cuidaba a sus cerdos cuando se detuvo un automóvil y de él salió un hombre trajedo que le dijo: ¡Oiga!, que buenos cerdos tiene. ¿Qué les da de comer? A lo que el porcicultor contestó: Vea usted, yo les compro sus frutas y sus verduras frescas, y dos veces a la semana les doy bistecs. Acto seguido el del traje sacó una libreta de boletas y le dijo: ¡¿Ah sí?!, pues soy del Programa Mundial de Alimentos y aquí le va una multa de Q5000 por desperdiciar buena comida en cerdos, habiéndo tantos niños muriéndo de hambre. Y le entregó la boleta y se fue.
Una semana después el granjero cuidaba a sus cerdos cuando se detuvo un automóvil y de él salió un hombre trajedo que le dijo: ¡Oiga!, que buenos cerdos tiene. ¿Qué les da de comer? A lo que el granjero contestó: Pues vea usted, yo les doy Q10 a cada uno, y cada uno decide qué va a comer.
De ese chiste me acordé (y aquí va la tragedia) cuando leí que el Ministerio de Agricultura de la administración de Jimmy Morales (los nuevos pipoldermos) en vez de continuar la práctica populista de malrepartir fertilizantes (en medio de corrupción y de abusos) a miles de agricultores, lo que va a hacer ahora es darles Q200 quetzales a 650, 700 personas.
Para hacer la historia corta la repartición de fertilizantes fue fuente de corrupción y de clientelismo; además de que los dichosos abonos no llegaban a tiempo para la siembras. Esa política siempre una especie de ñaque propio del estado benefactor. Y a aquello habría que añadir la posibilidad de que la cantidad exagerada de fertilizantes vertidos en las tierras y en las cuencas de los ríos fuera una de las causas de que en lagos como el de Atitlán, crezca la cianobacteria que acaba con el oxígeno y está destruyendo ese bello lugar.
¡Es el estado benefactor en flor!, que hace daños donde puede y al final, como el granjero del chiste termina mejor dando un subsidio directo que es el menor de los males; porque, en vez de enfocarse en políticas que eliminen la miseria, lo que se hace es oxigenarla.
Alguien podría decirse que esta medida descansa en la libertad y en la responsabilidad de los subsidiados; y eso estaría bien si se tratara de dinero privado donado voluntaria y pacíficamente en aquellas condiciones. Empero, estos son impuestos de los tributarios que -en el mejor de los casos- deberían servir para el propósito específico de los fertilizantes. Está por verse qué porcentaje de las 651,000 personas privilegiadas con este subsidio va a usar los dos billetes para abono, y qué porcentaje de aquellos impuestos va a ir a parar al corredor erótico maya en Chimaltenango.
La ilustración la tomé de Facebook.