28
Jun 09

¡Carpe Diem!, claro que sí

De Jaime, un amable lector, recibí la foto que ilustra esta entrada, acompañada por la siguiente nota: Soy lector frecuente de sus columnas y ahora de Carpe Diem. Hace unos días vi en la tienda de ropa que se encuentra justo al lado de Hooters en Plaza Obelisco el artículo ideal para su columna.

¡Gracias, Jaime! Por cierto que es interesante que en otras partes del mundo hay bebidas que se llaman Carpe Diem, y restaurantes que llevan ese nombre.
Mis sandalias más célebres fueron unos caites de puro cuero y suela de llanta que compré c. 1980 en Panajachel. Su olor a cuero era extraordinario, y quien más lo disfrutaba era Nicolás, el gato de mi abuela, Frances. Nicolás tenía tres vicios: Los calamares que de vez en cuando le compraba mi padre, la hierba de gato o catnip, y mis caites. Ese gato entornaba los ojos y se restregaba sobre mis calzaduras de un modo que no no podía sino tratar de imaginar qué enorme placer le le causaban.
Mis caites de suela de llanta tuvieron un lado oscuro: durante muchos años los usé con calcetines blancos; disparate que sólo se explica porque eran los 80 y ¡vea usted!, porque Michael Jackson usaba calcetines blancos.
Para mediados de los años 90 mis caites llegaron al fin de su vida útil y rápidamente los sustituí por otros de igual manufactura. Empero, ya no tuve la paciencia para domarlos, ya Nicolás no podía disfrutar de ellos y no tuvieron el éxito que alcanzaron sus predecesores.

18
Ene 09

Lactancia materna…en el supermercado

La mujer de rojo, que está de espaldas, le está dando el pecho al niño que lleva en brazos; y eso no tendría nada de extraordinario, si no hubiera ocurrido en Paiz Pradera, el supermercado. Lo que a mí me causó gracia fue la reacción de la gente, que se moría de ganas de ver; pero trataba de actuar como si nada fuera de lo común estuviera pasando.

La situación me recordó la historia de un curita joven, recien salido de España y que llegó a Panajachel. En su primera celebración eucarística en el lugar, el pobre inexperto se descompuso cuando salió al altar y vio más de una docena de mujeres dándole chiche a sus chiquitos en plena misa. Ya le habían dicho, pero supongo que para él no era lo mismo imaginarlo, que verlo.


07
Oct 08

¡¿En qué mundo vivimos?!

Cuando yo era niño, así aprendí a montar bicicleta: Mis cuates me encaramaron en la cicle y me dejaron ir por la bajada que hay entre el acceso al Hotel Tzanjuyú y lo que entonces era la gasolinera Gulf que estaba en la entrada de Panajachel. Aunque la carretera estaba asfaltada, la calle que me recibía, frente a la Gulf, era de puras piedras y tierra. No me dejaron ir una vez…sino varias…las que fueron necearias para que yo aprendiera a sostenerme.

Así aprendía uno las cosas; y uno barranqueaba, y uno tomaba agua de la manguera del jardín. En todo eso he pensado cuando leí la advertencia que encontré en mi bicicleta:

No monte esta bicicleta hasta que haya leído y entendido exaustivamente el manual de propietario.

¡Chispas!, me dije; ¿en qué mundo vivimos y qué clase de gente somos? Nótese que no basta con leer y endender el manual; sino que hay que hacerlo exaustivamente. Yo, que no leo el manual de mi compu y que aprendía montar cicle a fuerza de trancazos y raspones en calle de piedras, me pregundo ¿qué clase de gente estamos criando, que necesita leer y entender exaustivamente el manual de una bicicleta? ¿Qué clase de gente estamos criando, que el fabricante de bicicletas tiene que poner semejante advertencia en su producto?


22
Jun 08

Fin de semana kewl

El sábado descubrí que el Circus Bar de Panajachel tiene una sucursal en la Zona Viva. Fui y no sólo me divertí mucho, sino que comí delicioso; exactamente como se come allá.

Los spaghetti perfectamente al dente. Y los sabores intensos del Caroli, el Salomé y la Bolognesa que pedimos en la mesa, son tan buenos como los de allá. Acompañados de música flamenca y sudamericana, por supuesto; seguida del espiritual ritual del sombrero. Esto es, que los músicos pasan el sombrero para que uno les rinda el debido homenaje poniendo unos pesos.

Para mí -y seguramente para muchos de mi generación- el Circus Bar es una fuente casi inagotable de recuerdos y de extraordinarias noches de parranda.

Conocí el Circus antes de que fuera el Circus; y cuando se llamaba La Posada del Pintor. Justo al final de la época de los hippies y cuando en Panajachel aún había calles de tierra, y todavía era un refugio excitante para los 5 sentidos. Entre aquel momento y lo peor de la agresión de la guerrilla, los primeros años del Circus Bar coincidieron con la época más parrandera de mi vida: los años 80.

Ahora no pediría un trago de cada licor del el bar, como lo hice una vez; ni saldría del bar después de que el sol asomara por el horizonte, como lo hice muchas veces; ni expondría mis (malas) dotes de bailaor. Pero… ¡Celebro que pueda disfrutar del Circus Bar a distancia caminable!

Este fin de semana tuvo un no se qué. Comenzó con un potluck para ver The Fountainhead con un grupo agradabilisimo. Siguió con un recital de arias y boleros; continuó con la cena en el Circus Bar; y concluyó con el partido entre Italia y España, en el Club Italiano, en magnífica compañía.

Claro que perdimos, pero ¡qué bien la pasamos! y bueno…de eso se trata la vida…de gozarla y disfrutarla. ¡Lahaim!


08
Oct 07

Dos generaciones

Sin palabras.


08
Oct 07

El nacionalismo absurdo

A ver…tienes una hermosa montaña verde adornada con grandes rocas; y, ¿qué haces para que se vea más bonita? ¡Pintas una de las rocas con azul y blanco, para que parezca la bandera nacional!


08
Oct 07

La elegancia, ante todo…

…así que, de tacones a la playa.


08
Oct 07

Los domingos al sol

Los lunes al sol, es una película española que no recuerdo si me impresionó bien. Sin embargo, al encontrar a este grupo de perros tomando el sol, me acordé del nombre de aquella lica y pensé que se adaptaba bien, aunque estos estuvieran “al sol”, en domingo.


08
Oct 07

La inmundicia

La playa del Puerto de San José el lunes de Pascua, La Antigua Guatemala en la mañana del sábado de Gloria; la playa pública de Panajachel, la Dieciocho calle capitalina en la madrugada de la Navidad; ¿qué tienen en común?

La inmundicia que deja la gente.