El gobierno no es una razón, tampoco es elocuencia, es la fuerza. Opera como el fuego; es un sirviente peligroso y un amo temible. En ningún momento se debe permitir que manos irresponsables lo controlen es una frase que se le atribuye a George Washington; y es lo que se me ocurrió luego de ver lo que pasó ayer en el Congreso de la República.
Este Congreso y esta Administración -estos pipoldermos– están completamente ilegitimados para continuar legislando y administrando. Son las manos irresponsables que están manipulando el fuego. Irresponsables son, también, los dirigentes de los grupos de interés y los grupos de presión que insisten en que los mismos políticos que acusan (con razón) de corruptos, venales, vendidos, y viles discutan y aprueben leyes como la electoral y de partidos políticos. ¡¿Vieron, o no vieron lo que ocurrió ayer?! ¿Quién les ha dicho que los diputados no van a hacer marufias con la ley electoral, por ejemplo, que ya de por sí es un desatino y no debe ser aprobada? A este Congreso no le queda legitimidad alguna. ¿Por qué hay grupos que insisten en obligarlo a actuar?
No estoy de acuerdo con que haya que hacer renunciar al Presidente. Claro que sería chulo sentar un precedente y que el próximo mandatario sepa que lo podríamos sacar a sombrerazos y eso habrá que hacérselo ver al próximo que venga, tan pronto como sea posible. Pero actualmente, en las particulares circunstancias de este momento, en medio de la confusión…¿a qué precio? Actualmente, al de que aquellos grupos de interés y de presión impongan un gobierno a dedo hecho a su medida, para servir a sus propósitos particulares y pescar en río revuelto.
Lo que corresponde -hasta que termine el actual período constitucional- es que tanto el Congreso como el Organismo Legislativo se abstengan de actuar como no sea para garantizar la transición pacífica y constitucional. ¡Nada de nuevas leyes, nada de aventuras, nada que ponga en peligro el orden constitucional! Los ánimos están caldeados y los grupos que se benefician con las fisuras están activos con discursos inflamatorios que piden a Robespierre, que claman por el paro nacional, que aseguran que los legalismos no deben impedir la consecución de sus objetivos politicos y quieren ver cabezas rodando, están haciendo que muchas personas confundan venganza con justicia.
Ningún objetivo político o de poder, por bueno que parezca y por bueno que sea, debe ser perseguido al margen de la ley y del orden constitucional. Ningún objetivo político o de poder, por bueno que parezca y por bueno que sea les debe ser encargados a un Congreso y a una Administración cuyas legitimidades no sólo están en entredicho, sino que ya resultaron nulas. ¿A quíén representan el Ejecutivo y el Congreso? ¿Te representan? ¿Los dejarás jugar con fuego por capricho? ¿Vas a estar ahí para evitar que los diputados y políticos mafiosos hagan sus marufias a la hora de aprobar legislación? En cambio, ¿quiénes sí que van a estar y tienen añales de experiencia en engañar, corromper y manipular la cosa pública?
La ilustración la tomé de Facebook.