16
May 10

Lluvia sobre los árboles en la ciudad de Guatemala

Tengo la impresión de que los árboles se ponen muy contentos cuando les llueve así.

09
May 10

Alegre apareamiento de los cenzontles

Esta es la temporada de apareamiento de los cenzontles; y qué mejor lugar para escucharlos que el campus de la Universidad Francisco Marroquín y su Arboretum. He aquí un enlace a la grabación que hizo hoy en la madrugada mi amiga Rebeca, de la alagarabía que arman aquellas aves.

Con un grupo de amigos y por iniciativa de mi amiga, Mayra, dispusimos llegar a escuchar las vocalizaciones de los tordos. A las 4:00 a.m. nos apostamos en el Jardín Manuel F. Ayau y ahí escuchamos la gran variedad de cantos de estas aves. La visita fue guiada por el ornitólogo Héctor Castañeda.
Los cenzontles vocalizan para atraer pareja. Con ese propósito, no utilizan plumaje llamativo ya que este no haría diferencia alguna con la luz de la madrugada y menos entre las copas oscuras de los árboles. La estrategia evolutiva de los tordos es la de atraer pareja mediante vocalizaciones de lo más variadas; pero no sólo eso, para no tener que competir con otras aves, estos pájaros evolucionaron de modo que se despiertan una hora antes que otros plumíferos y así tienen, sólo para ellos, la hora que hay entre las 4:00 y las 5:00 a.m. De esa forma, sus vocalizaciones no se confunden con las de otras aves y son los amos y señores del bosque.
Con eso de que los cenzontles imitan otros sonidos, recuerdo haber oído a historia de que mi bisabuela, Adela, tenía un cenzontle mexicano que imitaba los gorgoritos de los policías de tiempos de Jorge Ubico. Un día unos policías llamaron a la puerta de la casa de mi bisabuela para inquirír por qué es que en esa casa tocaban pitos propios de las fuerzas del orden. Y cuál fue su sorpresa cuando mi bisabuela le mostró que no habían tales gorgoritos de policía en su casa, sin que era el cenzontle mexicano.

03
May 10

Recuerdos que trajo una luciérnaga audaz

El sábado nos alegró mucho la visita audaz de una luciérnaga, en casa. El pobre insecto debe haber estado algo nervioso por la atención que recibió; pero no por eso, la gentil visitante dejó de regalarnos su luz y seguramente por eso es que no dejó de moverse, ni siquiera para la foto.
Desde hace unas dos semana, el pequeño bosque que mi vecino tiene en su terreno -y el cedro que destaca en él- han estado adornados con las miles de pequeñas luces intermitentes que emiten las luciérnagas que lo habitan. El espectáculo es hermoso y yo había deseado que alguna de aquellas criaturas se acercara a mi casa. ¡Y ocurrió!
Las luciérnagas me gustan mucho desde que era chico. Me embobaba viéndolas aparecer y desaparecer, y también me llamaba la atención lo mansas que son. Como la de la foto, aunque inquietas, uno puede tomar una y tenerla en la mano durante bastante tiempo sin que alce el vuelo. La primera vez que tomé una creí que quemaban, pero claro que no y estaba fascinado con ella en mi mano.
La luciérnaga, algo apropiadamente, se llamaba un drive-in al que mis padres solían llevarnos los domingos para la cena. El local se hallaba donde hoy se encuentran las torres del Banco Industrial; y, ¡ah, cómo nos gustaba ir a ese lugar! El nombre le iba porque el área era oscura y árboles grandes, y la luz del drive-in se veía tenue entre la oscuridad. Y ahora, cuando ya no tengo la inocencia que tenía a los 9 años, pienso que debe haber sido interesante lo que ocurría en algunos de los autos que llegaban a buscar refugio en aquel ambiente encantador. Y pienso que les debe haber parecido fastidioso un auto con dos adultos divertidos y tres, o cuatro niños bulliciosos.

26
Abr 10

Los colores del atardecer

Así fue el atardecer del sábado 24 de abril, en la ciudad de Guatemala ¡Qué colores!


08
Abr 10

La lluvia desde mi oficina

Así se ve la lluvia desde mi oficina. ¡Y acaba de caer un rayo estruendoso!

08
Abr 10

Los matilisguates en mi camino


Esta calle, con matilisguates, es una de las razones por las que me gusta ir en bicicleta a la oficina, sobre todo en las mañanas.

24
Feb 10

El cedro bajo mi ventana

Este cedro, que está casi frente a mi ventana, alegra mis las mañanas. Hasta hace pocas semanas estaba pelón; y de pronto hizo explosión verde y ahora está lleno de hojas tiernas. Y lleno de vida porque es visitado por distintas aves, muchas de las cuales viven en él. En tiempos de que da flor su aroma se impone en el área. Y el sonido de sus ramas, cuando las mecen los vientos, es como música que calma e invita a pensar.


03
Feb 10

En la Exposición Nacional de Orquídeas

Hoy tendré a honra participar en la Exposición Nacional de Orquídeas, como maestro de ceremonias en el acto de inauguración.
Para mí es un honor y un gusto hacerlo porque durante cerca de diez años de mi vida, durante mi adolescencia, fui orquideólogo. En 1979 el colegio nos llevó a la Exposición Nacional de aquella ocasión, y me impresionaron tanto aquellas flores complejas y altamente evolucionadas, que decidí no volver a clases. Me capee del colegio y me quedé con el pretexto de ayudar a vender la rifa. Fui un éxito como vendedor de rifa y volví al día siguiente, y al siguiente y ahí me regalé.
De la mano de orquidéologos muy generosos como Carlos y María Antonia de Lizama, así como Roberto Lizama y Regina Lizama; Alberto y María Eugenia de Behar, Karl Robert y Heti Jacobs, Christa de Bickford, Carmen de Herman, Eduardo Tschen, Otto Tinschert, Bernd Kupferschmied, Juan Francisco y Ana María de Maldonado aprendí mucho y disfruté mucho de aquellas plantas maravillosas.
Pródigos con el conocimiento y con su pasión por las orquídeas, aquellas personas y otros más me permitieron servir como ayudante de juez en varias competencias e incluso fui juez en una o dos exhibiciones; y fui vocal en la junta directiva de la Asociación Guatemalteca de Orquideología. Nunca olvidaré las excursiones que hacíamos a los bosques de Cobán y de la Costa Sur para identificar las especies de aquellos lugares.
Cuento esto porque me siento muy orgulloso de haber formado parte del mundo de las orquídeas chapinas; y porque agradezco mucho el tiempo que la AGO me acogió. Ciertamente que uno de los elementos que hicieron de mi adolescencia algo extraordinario fue mi relación con las orquídeas, no sólo desde un punto de vista sibarita, sino desde una perspectiva científica.
Hoy, pues, no quiero dejar pasar la ocasión sin agradecerle a la AGO todo lo bueno que hicieron por mí.
La exhibición será inaugurada, hoy, a las 7:00 p.m., en el Salón José Mariano Arzú de la Cervecería Centroamericana; 3a. Avenida, 17’62, zona 2 Finca El Zapote.
La foto es de unas Cattleya skinnerii del Arboretum de la Universidad Francisco Marroquín.

16
Dic 09

El cactus y el sereno

Así amaneció hace unos días uno de los cacti que adornan mi balcón. Estos cacti me los regaló mi abuela, Frances, y siempre que tengo que tratar con ellos termino espinado; pero tienen su gracia.

Por cierto que le recomiendo que haga clic sobre la foto para apreciar bien las gotas de rocío.

10
Dic 09

La magia de un bosque de pinabetes

Para mi gusto, no hay mejor árbol de Navidad que el pinabete o Abies guatemalensis. Su aroma, sobre todo; pero también su forma y su color están llenos de magia. Mezclado con el olor de la manzanilla, ¡ese es el aroma de la Navidad chapina!

El bosque de abetos, de la foto, se halla en una, en Tecpán. Ahí estuve el fin de semana paseando y durmiendo entre estos hermosos árboles y entre sus parientes los pinos y cipreses. Siempre que uno no esté perdido (como en Comprate un bosque…y piérdete), y siempre que uno no esté protegonizando The Blair Witch Project, hay pocas cosas tan pacíficas, bellas y buenas como caminar por un bosque, respirar su aire y dejarse abrazar por ese entorno.
Los pinabetes crecen bien en Tecpán por el clima y por la lluvia horizontal o neblina. Allá se los cuida y de los cultiva para que estos árboles gentiles produzcan retoños cada año. ¡Muchas gracias a don Ronald, a doña Mireya y al Rafa por compartir este rincón del paraíso!
Si usted quiere su pinabete, los hay galanes en la 30 calle 11-42, zona 12, colonia Santa Rosa II; teléfono 2476-0496.