Los pobladores de la aldea Temeja, en Izabal, denunciaron que el río de aquel nombre fue envenenado -por tercera vez- por pescadores que utilizan tóxicos para atrapar peces y camarones. los afectados dijeron que si capturan a los responsables del envenenamiento les van a hacer justicia con sus propias manos porque son originarios de otras poblaciones y suponen que por ello no les importa el daño que ocasionan.
He aquí, ¡por si hacía falta!, una razón más para acabar con la pobreza: Esta es una de las mayores causas de daños sostenidos contra el ambiente. Así como los barrancos y los cerros que están en la ciudad de Guatemala son pelados por gente que anda en busca de leña para cocinar; y así como las cuencas de los lagos son contaminadas por gente que no tiene mejores lugares para disponer de popodrilos, pipirañas y cacaimanes, así es como pescadores que andan en busca de ingresos fáciles y rápidos, no dudan en envenenar ríos para conseguir sus objetivos.
Los ríos no son envenenados por pescadores industriales, ni por cultivadores profesionales de camarones, sino por gente acostumbrada a vivir el día a día. Y como los ríos son de todos, entonces no son de nadie; de modo que sufren lo que se conoce como la tragedia de los comunes. Esta tragedia ocurre cuando varios individuos, motivados por sus intereses de corto plazo, destruyen un recurso compartido -que es común o de todos- aún cuando claramente es el caso de que no resulta en su interés de largo plazo que ocurra aquella destrucción.