Desde niño me llamaban mucho la atención esas estructuras de ladrillo que, en forma de arcos sucesivos, se veían cuando uno iba por el Boulevar Liberación, o entraba a la Avenida de Las Américas, o a la Avenida Hincapié de la ciudad de Guatemala. Y pronto me explicaron que era un acueducto colonial, construido sobre el precolombino Montículo de la culebra.
Cuando estaba en primero, o segundo grado de primaria, mis cuates Rolando y Camilo vivían justo al lado del acueducto; y una tarde (What posessed me?) Entré con ellos al ducto, experiencia espeluznante porque estaba oscuro y lleno de malezas y telarañas. Una vez, cuando era adolecente, soñé que encontraba un tesoro en el Montículo.
Ahora, por cosas de la vida, tengo acceso directo a una buena porción de aquella obra hermosa y me la gozo de cuando en cuando. Las ruinas del acueducto siempre me invitan a la relajación y a la meditación.
El acueducto fue concluido en 1785 por José Bernardo Ramírez; y a lo largo de 5 kilómetros llevaba el agua desde El Cambray hasta la actual zona 8 , y desde esas alturas bajaba el líquido a los habitantes del la ciudad.
El Acueducto de Pinula fue construido sobre el Montículo de la culebra y este es una estructura prehispánica, ya mencionada por Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, en 1690.


Más seguido de lo que uno cree ocurren cosas buenas y bellas en la ciudad de Guatemala. Una de ellas es esta serpiente de mosáicos que Samboro está patrocinando en el antíguo Montículo de la Culebra, cerca de donde hace décadas quedaba la Pamplona Golf Association.
