Yo preferiría vivir en una sociedad en la que se respete las libertades de producir, consumir, intercambiar y de servir, sin coerción, ni privilegios. Preferiría vivir en una sociedad en las que las relaciones entre personas fueran pacíficas y voluntarias; y no forzadas o coercitivas.
Por eso me parece desatinado que haya una iniciativa de ley que pretenda prohibir el cobro del estacionamiento en los centros comerciales; o que les ponga un precio tope a las tarifas que se cobran por estacionamiento en aquellos lugares. La justificación, para ese tipo de prohibiciones me parece particularmente perversa: quienes la proponen estiman que el estacionamiento debe ser un servicio gratuito para el cliente.
Semejante desaguisado ignora el hecho de que el servicio de estacionamiento se presta en propiedad privada, a cuyo dueño no se le puede obligar a destinarla a propósitos que no sean los que le convengan. Parte del despróposito que supone que las personas están obligadas a prestar servicios involuntariamente, y por la fuerza.
Nadie está forzado a ir de compras a tal, o cual centro comercial; y las personas que hacen sus compras en esos lugares lo hacen por voluntad propia. Si quisieran -por la razón que fuera- podrían no ir a esos lugares y nadie, nadie, nadie, podría, ¡ni debería!, forzarlas a regresar. Quienes van de compras a esos lugares podrían ir en automóvil, en camioneta, en bicicleta, o a pie. Nadie, nadie, nadie, podría, ¡ni debería!, obligarlos a ir en algún tipo de vehículo en particular.
Si se fueran admitidos como principios, las ideas de que las personas deben destinar sus propiedades a los propósitos que otros demanden y de que deben prestar servicios contra su voluntad, se estarían admitiendo como principios la abolición de la propiedad privada y se aboliría, también, la prohibición constitucional contra la servidumbre.
En la ciudad hay centros comerciales que cobran el estacionamiento y centros comerciales que no; y las personas tienen la libertad de elegir a cuáles de ellos van, y a cuáles no. Ya se verá, con el tiempo, si a los centros comerciales que cobran les tiene cuenta hacerlo, o no. Si la gente los abandona, ese será su castigo por haber pretendido un cobro que la gente no estaba dispuesta a pagar. Pero si la gente continúa llegando, esto será prueba de que la gente valora cualquiera que sea aquello que reciben, o experimentan en sus instalaciones. Ese será su premio por darle a la gente lo que quiere.
Una ley que prohibiera el cobro de estacionamiento, o que impusiera precios tope, sería un privilegio y un abuso; y yo preferiría vivir en una sociedad, sin privilegios, en la que se respete las libertades de producir, consumir, intercambiar y de servir, sin coerción, ni privilegios. Preferiría vivir en una sociedad en las que las relaciones entre personas fueran pacíficas y voluntarias; y no forzadas o coercitivas.