06
Ago 21

Moneda y billete del Bicentenario

 

Mi abuela, Frances, me introdujo al mundo de la numismática, la notafilia y la filatelia cuando me regaló las colecciones que eran de mi abuelo, y algunos billetes de la hiperinflación alemana que había traído mi tatarabuelo. Más que colecciones eran acumulaciones. Siempre que viajaba, la Abui volvía con monedas, billetes y estampillas para mis colecciones; y pasé horas de mi adolescencia clasificando y ordenando aquellas piezas.

La ilustración es de RepúbilicaGt.

Aprendí a leer caracteres cirílicos por medio de monedas y estampillas soviéticas y griegas; aprendí a identificar las escrituras china, japonesa y coreana (sin siquiera atreverme a leer caracteres); conocía las unidades monetarias de docenas de países, así como detalles de historia y geografía gracias al tiempo que invertía entre monedas, billetes y estampillas. Hoy ya no colecciono activamente, pero guardo con cariño el recuerdo de aquellas aficiones y me gusta adquirir monedas conmemorativas y medallas de Guatemala.

Por eso me alegré de la emisión de un billete conmemorativo y de una moneda celebratoria de la desvinculación de Guatemala (que no es Independencia).

El billete de Q20 tiene un diseño vertical audaz, moderno y elegante. Aunque soy team Francisco Marroquín (el de los billetes de Q100) me alegra que el billete seleccionado para los festejos de septiembre sea el de Mariano Gálvez, un presidente liberal, subestimado por la historiografía y que cayó víctima de los cachurecos en 1838. Gálvez, por cierto, se halla enterrado en el salón mayor de la antigua Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la universidad estatal.

La ilustración es de RepúblicaGt.

La moneda con valor nominal de Q1 —de 0.925 de plata— lleva en el reverso la escultura de Atanasio Tzul, por Rodolfo Galeotti. A mí no me gusta esa moda de colorear la plata proof; pero quienes la han visto dicen que la pieza se ve bella y está bien acuñada, incluso con el cielo azul detrás de Tzul.

Por supuesto que repudio las facultades inflacionarias del gobierno y el dinero fiduciario; pero como fan de la historia y excoleccionista, me encantan el nuevo billete y la moneda que lo acompaña.

Columna publicada en elPeriódico.


25
Ene 21

¿Doscientos días de fiestas?

Los que visitan este espacio con frecuencia y desde hace tiempo, saben que soy fan de las celebraciones populares del Día de la Independencia. ¡Gozo y disfruto a la gente y a las familias felices en el Obelisco, corriendo con antorchas y desfilando, o viendo los desfiles, y los actos en la Plaza de la Constitución!

Gozo y disfruto esas celebraciones porque en alto porcentaje son espontáneas y porque reúnen pacífica y alegremente a los chapines.  Son parte de nuestras tradiciones más enraizadas y me recuerdan mi infancia y mi adolescencia, conectan a las actuales generaciones con las anteriores.

Las fiestas de Independencia son fiestas familiares.

Dicho lo anterior, me ha parecido escandaloso que, con lo castigadas que están las economías familiares de los guatemaltecos y con la falta que hacen los recursos -que hay, pero que la Administración es incapaz de ejecutar como debe ser- el gobierno de Alejandro Giammattei pretenda que las fiestas del 200 aniversario de la Independencia vayan a durar 200 días. Porque, no te engañes, la fiesta de 200 días sería pagada con el dinero que políticos y burócratas en el poder nos quitan a los tributarios.

Si, claro que entiendo que no va a ser una parranda de 200 días; pero también entiendo que la Magdalena no está para tafetanes.  Menos, si las fiestas van a tener una administración centralizada y política.  Menos, si los espectáculos van a ser virtuales y costosos.  Menos, si van a ser oportunidades para la corrupción.

Si me preguntan, yo preferiría algo solemne y digno, algo sencillo y elegante, como diría mi abuelita Juanita.  Invitaría a las municipalidades y a los liderazgos nacionales a no favorecer festejos multitudinarios.

Por prudencia, estoy convencido de que la celebración de los 200 años de Independencia de Guatemala es una buena ocasión para descubrir las virtudes romanas de gravitas y dignitas. Y el año entrante, cuando hayamos aprendido a vivir con el SarsCov2 como vivimos con otros viruses, habrá oportunidad para rescatar los desfiles y las antorchas y para que los que solemos reunirnos en el Obelisco, o en la Plaza de la Constitución disfrutemos de la fiesta como debe ser. Con más fuerza, con más alegría.  Como rescataremos las procesiones, las ferias y otras actividades parecidas. Vacunados, o no. En rebeldía contra el miedo y la irracionalidad.


16
Sep 19

Fiesta en La Sexta y en el Obelisco

Como todos los años, me gusta celebrar la fiesta de la Independencia en La Sexta avenida, la Plaza de la Constitución y en el monumento a los Próceres (u Obelisco).  Me gusta mucho esta fiesta porque la gente la ha hecho suya.  Especlalmente la tradición de las antorchas es una expresión popular de alegría, pertenencia y libertad.

¡Antorcheros! Haz clic en la foto para ver más fotos.

La excusa  para la fiesta es celebrar a la patria; y es muy conmovedor ese patriotismo cándido que se pasa de generación en generación porque la patria es donde está enterrado tu mux.  Sospecho, empero, que en el fondo, fondo, lo que celebramos en estos días es la vida, o la simple posibilidad de celebrar.  El hecho de que se puede estar ahí, con quien uno elige para estar ahí y el hecho de que uno se puede divertir y pasarla bien.  Se vive plenamente cuando se disfruta la vida.

Me gusta ir a eso de las 5:00 p.m. al Centro a ver la llegada de las bandas escolares que enfilan hacia la Plaza de la Constitución y el paso de los antorcheros que van hacia el norte de la ciudad.  Me emociona mucho la alegría con la que participan familias enteras y gente de todas las edades.  Me conmovió una foto que envió Raúl, de antorcheros en sillas de ruedas; y una que tomé de una señora que no se perdió de la fiesta, aunque fuera en uno de aquellos muebles.

Imagen de previsualización de YouTube

Me enteré de que los colegios de Primaria no llegan hasta la Plaza para la ceremonia de arriar la bandera y para las escuchar las salvas de artillería; pero eso no impide que los chiquillos desfilen en la Sexta avenida, como otros estudiantes mayores.  La Sexta, por cierto estaba galana adornada con banderas; y personal de la Municipalidad hacía un buen trabajo ayudando al paso de vehículos, bandas y peatones.  Gracias a la PNC y al Ejército por proveer seguridad en el área y en el Obelisco.

Al aproximarse las 6:00 p.m. nos dirigimos a la Plaza de la Constitución y desde la desembocadura de la Sexta Avenida -casi junto a donde estaban los cañones- escuchamos las salvas de artillería.  Es muy divertido como reaccionan los niños que las oyen por primera vez; y al lado de nosotros había un grupo de adolescentes que nos hicieron reír mucho con sus reacciones.

Imagen de previsualización de YouTube

En la Plaza se canta el himno nacional que casi todos saben poco más, o menos; y también el himno de Centroamérica que casi nadie sabe.  En donde estábamos sólo Raúl, una señora y yo entonamos aquel himno, y mucha gente nos veía con cara de, ¿qué está cantando esta gente? Yo no soy centroamericanista; y quienes me conocen saben que yo me inclino más por las ciudades libres, que por los grandes estados-nación.  Pero hoy (y ayer) no sólo es fiesta de los chapines, sino de los centroamericanos.

Por el lugar en que estábamos no escuchamos los abucheos al Presidente; y ¿sábes qué? Los chapines deberíamos conservar la sana costumbre de abuchear a los presidentes.  Para ponerlos en su lugar, para recordarles de dónde vienen y a dónde van y que no son más que mandatarios de nosotros los mandantes.  Para recordarles que, a menos que encarnen la unidad de la nación y que se comporten com dignitas, gravitas e integritas, son prescindibles en estas celebraciones.

Imagen de previsualización de YouTube

Luego de las ceremonias nos quedamos un rato en la Sexta para ver el retiro de algunas de las bandas que optan por tomar esa vía. Me alegra mucho cuando el público aplaude el paso y las demostraciones que hacen las batonistas y los gastadores, por ejemplo.

Luego de pasar un buen rato sentimos que el hambre apretaba y nos fuimos a cenar: hamburguesas y Guinness. Es muy agradable caminar por la zona 1 durante fiestas como esta. Pasamos, por ejemplo, por la concha acústica en el Parque Centanario donde había una orquesta y gente bailando.  Y luego de cenar, como Panza llena, corazón contento, agarramos camino al  monumento a los Próceres donde nos esperaba la segunda parte de la fiesta.

Imagen de previsualización de YouTube

La celebración en el Obelisco se diferencia de las que hay en el Centro en que en el Obelisco  no hay funcionarios.  La gente llega a encender sus antorchas, a tomarse la fotos y a salir corriendo  cada quién en lo suyo, pero todos en todo, y cada quién sabe a dónde.  No hay edad para no pararla bien en esta fiesta. Llegan desde niños hasta ancianos, desde barrios cercanos al Obelisco hasta de pueblos lejanos. Es un punto de encuentro efímero, pero profundo porque de todos los que estamos allí es esta tierra.  Todos llegan en paz y con ganas de pasar buenos ratos. Todos esperan su turno, todos encuentran lo que iban buscando y todos se van en paz.  ¡Yo digo que es la fiesta de la gente!

No faltan, por supuesto docenas de ventas de tacos, gaseosas, cervezas, banderas, gorgoritos, vuvuzelas, bufandas, gorras, sombreros, máscaras, bandanas y todo eso que contribuye al espíritu celebratorio y de comunidad. La ente vende kits de antorchero y eso me da da mucho gusto.

Imagen de previsualización de YouTube

Antes de llegar al Obelisco caminamos por la Avenida de la Reforma en donde pasan un maral con sus antorchas.  Unos van corriendo y otros van en motos y bicicletas, unos van en buses. En el Obelisco, como en el centro,  ni la edad, ni las sillas de ruedas son obstáculos para que la gente disfrute de la fiesta.  ¿Cuándo fue la última vez que te maravillaste con cosas así en una fiesta callejera? En el Obelisco nos encontramos con mi cuata, Majo y un amigo suyo, y ahì pasamos un rato viendo como la gente goza y disfruta de la experiencia antorchera; y cuando estoy ahí pienso en lo arrogantees que se ven los que se quejan de ella, luego de participar en procesiones, manifestaciones, carreras y otras actividades similares.

Imagen de previsualización de YouTube

¿Sábes qué sería genial en el Centro y en el Obelisco? Que la gente no dejara tirada su basura, que con todo y todo no es desproporcionada.

Ayer, 15, también fuimos a la zona 1, esta vez en compañía de Mario.  Llegamos a ver las bandas en la Sexta, agarramos hacia la Plaza de la Constitución por la Séptima avenida y al llegar a la plaza conseguimos un lugar muy apropiado, casi al centro a sólo tres filas de la valla de seguridad.

Desde ahí vimos la ceremonia de arriar la bandera y escuchamos las salvas de artillería. Desde ahí vimos los fuegos artificiales y es la primera vez que los vemos desde tan cerca.  ¡Fue muy emocionante!  Al concluir los actos nos dirigimos a la Sexta a venida para ejercer el antiguo arte de people watching con cerveza en mano, vimos pasar varias bandas y así concluyó la fiesta.

Como el año pasado, y el pasado, y el pasado, y el pasado…quedé convidado a volver a estas fiestas en las que se celebran la libertad, lo que tenemos en común a pesar de nuestras diferencias, y la vida.

Imagen de previsualización de YouTube

Ojalá y el año entrante de animaras a sumarte a la fiesta.


18
Sep 18

La fiesta de la gente, en el Obelisco

La del Monumento a los Próceres de la Independencia, conocida como Plaza del Obelisco, es la fiesta de la gente y sólo caundo uno está ahí y comparte la alegría de las familias, los amigos, los vecinos, los compañeros y especialmente de los niños, puede entenderla.

Haz clic en la foto para ver más fotos.

Se diferencia de las celebraciones en el Centro en que en el Obelisco  no hay funcionarios.  La gente llega a encender sus antorchas, a tomarse la foto y a salir corriendo cada quién sabe a dónde.  No hay edad para no divertirse en esta fiesta. Llegan desde niños hasta ancianos, desde barrios cercanos al Obelisco hasta pueblos lejanos. Es un punto de encuentro efímero, pero profundo porque de todos los que estamos allí es esta tierra.  Todos llegan en paz y con ganas de pasar buenos ratos. Todos esperan su turno, todos encuentran lo que iban buscando y todos se van en paz.  ¡Es la fiesta de la gente1

El viernes vi dos policías y un bombero…y docenas de ventas de tacos, gaseosas, cervezas, banderas, gorgoritos, vuvuzelas, bufandas, gorras, sombreros, máscaras, bandanas y todo eso que contribuye al espíritu celebratorio y de comunidad.

Antes de llegar al Obelisco caminamos por la Avenida de la Reforma en donde pasan un maral con sus antorchas.  Unos van corriendo y otros van en buses, unos en bicicletas y otros en motos.  Las motos se hicieron más notorias este año.  Hubo unos que iban en rickshaws.  Es emocionante cuando las multitudes de antorcheros se saludan y se animan entre si.  Algo molestas fueron las bolsas de agua que tiraban algunos; pero se entiende la buena intención de refrescar a los corredores.  Y entiende la chingadera juvenil de mojarse y mojar a otros.

Veníamos del Centro donde vimos a chicos y grandes desfilar en las calles.  Allá también, ni la edad, ni las sillas de ruedas son obstáculos para que la gente disfrute de la fiesta.  La plaza estaba llenísima, no sólo con las bandas de escolares que tradicionalmente acompañan a la izada de la bandera, sino por el montón de gente que va a verlas y a aplaudirlas. Allá me gocé las salvas de artillería durante la izada de la bandera y tres señoras que eran las únicas que se sabían el Himno de Cetnroamérica me hicieron reír mucho. Allá también ves a los niños maravillados con las multitudes, los colores y los desfiles. ¿Cuándo fue la última vez que te maravillaste con cosas así en una fiesta callejera?

Es cierto que hubo abucheos al Presdente; y ¿sábes qué? Los chapines deberíamos conservar la sana costumbre de abuchear a los presidentes.  Para ponerlos en su lugar, para recordarles de dónde vienen y a dónde van y que no son más que mandatarios de nosotros los mandantes.  Para recordarles que a menos que encarnen la unidad de la nación y que se comporten com dignitas, gravitas e integritas, son prescindibles en estas celebraciones.

¿Sábes qué sería genial en el Centro y en el Obelisco? Que la gente no dejara tirada su basura. Y sábes que sería más genial, que nadie vuelva a llevar violencia a esas fiestas, como ocurrió en 2017. Este año no hicieron falta los revolucionarios.


14
Sep 18

¿Por qué celebro hoy y mañana?

Si no hay sabotajes, como el año pasado, hoy y mañana son las celebraciones de la Independencia.

A pesar de los inconvenientes me las gozo.  ¿Sabes por qué? Porque son fiestas que se festejan en familia, porque son muy alegres, porque la gente se las disfruta y, si se aparta de ellas el nacionalismo colectivista y nefasto, son una afirmación de que esta tierra también es mía y de que los que la habitamos compartimos muchas cosas buenas. ¡Muchas cosas buenas!

El año pasado, los que suspiran por la revolución y lucen playeras del che Guevara les estropearon a los jóvenes el desfile del 15; pero en el Obelisco, en la noche del 14 la fiesta se celebró como si nada.  ¿Has ido alguna vez al Obelisco, o al Centro el 14?  Es imposible no conmoverse al ver a la gente con sus familias, sus amigos, sus vecinos, sus colegas o sus compañeros –de todas las edades y de todas las condiciones– unidos y con esperanzas, a pesar de sus problemas particulares. Es imposible ir y no hacer propio al holgorio.

Hay quienes quisieran que estas fiestas no se celebraran.  Quisieran que se impusieran la lucha de clases, el odio y el rencor.  Creen que se trata de esconder la realidad, o de aferrarse al pasado.  Pero muchos de ellos son los mismos que no dudan en bloquear calles y carreteras, y en acudir a la violencia, como el año pasado; o –como buenos fabricantes de miseria– no dudan cuando se trata de cortar alas y pisotear las preferencias de otros.

Imagen de previsualización de YouTube

Es cierto que las antorchas y los desfiles pueden ser fastidiosos.  Pero las procesiones también son enojosas y las carreras no lo son menos.  ¿Y los bloqueos? Ni digamos. Las celebraciones populares callejeras son parte del carácter de la ciudad, y la urbe es de todos. ¿Cada loco con su tema? Si, si la intención no es causar daños; y ahí nos apañamos.  Yo andaré por ahí y cada vez que vea a un niño sonreír y cada vez que vea a padres y abuelos orgullosos con sus hijos y nietos, también voy a sonreír; porque, a pesar de lo negativo, todos compartimos cosas buenas. ¡Cosas muy buenas!

Columna publicada en elPeriódico. La primera foto la tomé en la 24 calle de la zona uno, la segunda es en el Obelisco, el año pasado y el vídeo lo tomé junto al Mapa en Relieve, en la zona 2. Son grupos de estudiantes ensayando para las fiestas que comienzan hoy.


15
Sep 17

Fiesta en el Obelisco, a pesar de todo

¡Hasta el Capitán América y el Hombre araña estaban ayer en el monumento a los próceres, conocido como el Obelisco!  Eso no es de extrañar, claro, porque aquella es una fiesta familiar. Haz clic en la foto para ver más fotos.

La alegría y el ambiente de fiesta se sienten en aquella plaza, donde llegan individuos y grupos de familias, barrios, escuelas y colegios, empresas, iglesias, amigos y equipos deportivos, entre otros.  ¿A qué llegan? A celebrar el cumpleaños de Guatemala y a disfrutar de una fiesta en paz.  Los niños son los que más disfrutan del alboroto.

A mi me gusta mucho esta fiesta y es una de mis favoritas.  Ahí están Raymundo y todo el mundo con sus antorchas, sus banderas, pintados y disfrazados, cada loco con su tema; pero en una convivencia festiva.  No faltan los que se dan un chapuzón en la fuente, los que llegan en sus bicicletas, los que cantan y bailan, y así.

Los chicos de la Escuela de educación física hacen lo que pueden por mantener el orden a la hora de encender las antorchas, y los grupos se emocionan cuando prende la suya.  Hay ventas de de todo: comida, antorchas, pitos, vuvuzelas, gorras y sombreros, banderas, gaseosas, cervezas, playeras, pulseras y qué se yo qué más.

Sólo cuando uno ha participado en esta fiesta, con la gente que se la goza, puede entender el significado de la celebración y el de las antorchas que recorren la ciudad y el país.  Esas de las que tanto se quejan los que no tienen empacho alguno en bloquear la ciudad con manifestaciones abusadoras.

La excusa es celebrar a la patria; y es muy conmovedor ese patriotismo cándido que se pasa de generación en generación porque la patria es donde está enterrado tu mux.  Sospecho, sin embargo, que en el fondo, en el fondo, lo que se celebra en esa fiesta es la vida, o la simple posibilidad de celebrar.  El hecho de que se puede estar ahí, en compañía de quien uno elige para estar ahí y el hecho de que uno se puede divertir y pasarla bien.  Se vive plenamente cuando se disfruta la vida.

Imagen de previsualización de YouTube

Mientras tanto, en la Plaza de la Constitución

Normalmente, en la Plaza de la Constitución se vive un ambiente similar y otros años he ido allá para variar.  Empero, este año hubo grupos violentos que derribaron las bardas de seguridad, impidieron que se realizaran los actos tradicionales, enarbolaron una bandera manchada de rojo y retaron a las autoridades que suelen estar ahí por seguridad.  Las imágenes publicadas por medios de comunicación son elocuentes.

Es una lástima porque, aquellos grupos -que sospecho que son los mismos que el miércoles y jueves gritaban ¡Plaza, plaza! y ¡Guerra! en redes sociales- suelen no tener escrúpulos a la hora de provocar y usar la fuerza.  Y en este caso le arruinaron la fiesta a mucha gente que se esmera y suele disfrutarla en paz y con alegría.

Humildemente, les pido que esta tarde no aprovechen la ocasión para crear caos y propiciar actos de violencia.  Les pido que no pongan en peligro las vidas y la integridad de los jóvenes que llegan ahí con sus bandas y la del público que las admira.

 


15
Sep 17

15 de septiembre

Mentiras que ganan juicios / Tan sumarios que envilecen / El cristal de los acuarios / De los peces de ciudad / Que mordieron el anzuelo/ Que bucean a ras del suelo. Esos versos de Sabina recuerdo, mientras pienso que nunca antes un 15 de septiembre* había sido tan significativo para los chapines.

Esta fiesta, un poco de libro de texto y algo kitsch (¡Y soy fan de esta celebración!), es una oportunidad. En el ajedrez político, el miércoles pasado el Congreso movió sus piezas y cometió un acto brutal que, en defensa de la impunidad, pone en grave riesgo la precaria seguridad ciudadana. Al mismo tiempo, distintos grupos advierten contra el peligro que representan la inestabilidad, la incertidumbre, las amenazas de violencia y las acciones de otros grupos que intentan hacer una Guatemala a su modo, casi a cualquier costo. Y en medio, hay casi de todo.

Cuando escribo estas líneas, me entero de que O. Blanco, uno de los promotores del manotazo del miércoles, dijo que los diputados estarían evaluando echar marcha atrás. Eso podría resolver el daño a la justicia; pero el daño político persiste. El miércoles y jueves, en redes sociales, había gente llamando a la violencia, y había gritos de ¡Guerra! y ¡Plaza, plaza!, en tonos que erizaban los pelos.

En cambio, prefiero recordar unas palabras de L. von Mises: Quien no comprende que los principios morales sirven a los intereses de todos y que no hay un conflicto insoluble entre los intereses particulares y los sociales tampoco puede comprender que no hay un conflicto insoluble entre las distintas entidades colectivas. Eso sí, en el contexto de un consejo sabio de A. Rand: En todo conflicto entre dos hombres (o grupos) que comparten los mismos principios básicos, gana el más consistente. En toda colaboración entre dos hombres (o grupos) que se apoyan en diferentes principios básicos, el más maligno, o irracional es el que gana. Cuando los principios básicos opuestos están abierta y claramente definidos, eso obra en ventaja del lado racional; y cuando no están claramente definidos, sino que están ocultos, o difusos eso obra en ventaja del lado irracional. 

*Con excepción el de 1821, claro.

Columna publicada en ElPeriódico, y la foto es de la celebración en el Obelisco en 2015.


10
Sep 17

Preparados para la fiesta del 15

JiLa presencia de vendedores de banderas, en las calles, es el distintivo característico de la primera quincena de septiembre en Guatemala.  Esto es porque el 15 se celebra la fiesta de Independencia.

Dicha fiesta se celebra con las tradicionales antorchasdesfiles, bandas, y otras expresiones de alegría popular en las que cada año recomiendo participar.  Los que ya las conocemos disfrutamos de ellas y de compartir la alegría de la gente; y quienes aún no las conocen, si tienen una mente activa y espíritu celebratorio, esta fiesta es una ocasión para compartir lo que nos une y lo que podemos disfrutar con otras personas que también tienen enterrado su ombligo en Guatemala.

Este año me ha llamado la atención que, a pesar de que los vendedores de banderas casi en todas partes, pocos automovilistas han puesto una en sus vehículos, a diferencia de lo que ha ocurrido en años anteriores.  Mi hipótesis, sin fundamento científico alguno, es que el deterioro político que ha habido en 2017 está afectando muy negativamente a muchas personas.  Los ambientes de inestabilidad y de enfrentamiento están inhibiendo la identidad de valores que podría unirnos.  La estrategia de Divide y vencerás, sembrada por grupos políticos que viven del conflicto, y le hace creer al guatemalteco promedio que este es un estado fallido, es una semilla que está echando raíces.

Ojalá que me equivoque.  Ojalá que me equivoque.

Este año parezca inapropiado celebrar independencia…y menos libertad. Empero, el espíritu de derrota no es opción.  No con ánimo nacionalista, y menos con espíritu patriotero, espero que el jueves haya muchas antorchas en el Monumento a los Próceres y en calles, barrios, carreteras y poblaciones; y espero que el viernes haya desfiles, bandas y mucha alegría en el Centro de la ciudad de Guatemala y en todas partes, donde se pueda.  Espero que las notas del Himno nacional lleguen a las misiones de las zonas 10 y 14. No por chauvinismo, sino porque, como escribió Luis Cardoza y Aragón: No amamos nuestra patria por grande, o por pequeña; sino porque sencillamente es la nuestra.


18
Sep 16

Las fiestas del 15 de septiembre

unnamed-2

Como todos los años, me disfruté las fiestas del 15 de septiembre.  Este año, sin embargo, me enfoqué en las del Centro y de la Plaza de la Constitución, en vez de concentrarme en las del Obelisco y las antorchas.  Haz clic en la foto para ver más fotos.

¡Ya sabes que son fan de las antorchas! Pero quería ver la perspectiva de las bandas con más detenimiento…y no me decepcionaron.

El mismo espíritu cándido, jóven, festivo, alegre, y divertido que hay en el Monumento a los Próceres, hay en la Plaza y en las calles y avenidas del Centro.  Sólo cuando uno ha estado allá puede experimentar la importancia de esta fiesta en los chapines, que, a veces, pareciera que no tenemos mucho que celebrar.  Empero, ¡siempre se puede celebrar la vida!, siempre se puede celebrar que estamos aquí y que podemos disfrutar de los buenos momentos.  Especialmente cuando se es jóven y cuando no se es cínico.

Es cierto que las antorchas y las bandas estropean el tráfico; pero, ¿no lo hacen también las procesiones (que duran 50 días) y no lo hace también la carrera 21K? Sospecho que los grandes festivales populares son parte del costo de vivir en una ciudad.  Es como cuando tu vecino tiene una fiesta y no te dejan dormir la marimba: ¿Prohibirías las fiestas? ¿Prohibirías la marimba? Las antorchas y las bandas en nada se parecen a los bloqueos porque estos son actos de violencia para conseguir objetivos políticos, y aquellas son la gente celebrando la vida. Además, si participas en la 21K y en las procesiones, y te quejas por las antorchas y las bandas, ¡Hasta aquí puedo oler tu doble moral!

Lo cierto es que las calles, son bienes públicos (o sea estatales) de acceso público (a diferencia de los bienes públicos (o estatales) de no acceso público -como la Casa Presidencial, o ciertas áreas del aeropuerto-.  Todos los ciudadanos -o más precisemente, todos los tributarios- somos los propietarios de aquellos benes públicos y, especialmente en el caso de los que son de acceso público es natural que haya conflicto en cuanto al uso que deba dárseles en ausencia de unanimidad por parte de los propietarios.  Para evitar la tragedia de los comunes (el fenómeno deque el uso y abuso de un bien limitado lleve a su destrucción) es prudente que una autoridad regule el uso de los bienes en cuestión con el propósito de evitar que el bien que es de todos se deteriore y hasta se destruye.  Esa autoridad puede ser privada, o pública; pero debe ser autoridad.  Estas meditaciones, del cuate Fabricio Terán, pueden ayudarnos a ir resolviendo el tema este de las antorchas, las bandas, las 21K y las procesiones entre otras actividades parecidas. La opción, dice Fabricio, es explicarles a los ciudadanos y a los tributarios que las calles no son de ellos, en realidad, sino del estado y de las municipalidades; y que por lo tanto los ciudadanos y tributarios son sólo usuarios, y no propietarios. A mí, esa opción me da escalofríos.

De paso, en estos tiempos de protectorado suena un poco raro la celebración de la Independencia; pero no está de más recordar que esta tierra es nuestra, que aquí está enterrado nuestro mux y que a pesar de nuestras diferencias, si se trata de comer tamales, o de compartir alegría en las calles, ¡aquí estamos los que nos apuntamos!

Es cierto que las calles quedan inmundas; pero ¿qué otra cosa iba a pasar luego de una fiesta popular y multitudinaria?  No te engañes, eso sí; la plaza y los alrededores no quedaron peor que en Navidad, o en Año Nuevo y -al César, lo que es del César- Tu Muni limpió todo casi inmediatamente.  Uno quisiera que la gente fuera más cuidadosa; pero, ¿por qué es que la gente iba a ser más cuidadosa con las calles y plazas, de lo que es con sus casas, sus barrios, sus ríos y sus bosques?

Así como es conmovedor y emocionante ver en el Obelisco a familias enteras y a grandes y chicos en una fiesta para todos…para todos los que quieran participar en ella y disfrutarla…así se ven en la Plaza y en el Centro.  Por cierto, nunca he visto un incidente violento durante estas fiestas, en los años y años que tengo de participar en ellas.  Cada loco con su tema y así se entiende que es la cosa.  Yo, por ejemplo, me gozo mucho las salvas cuando se sube y se arría la bandera, me gozo la cena en la Sexta Avenida.  Me encanta ver cuando los niños se maravillan por los fuegos artificiales y cuando desde chiquitos participan en los desfiles.  Me gusta ver cuando dos bandas se encuentran en una esquina y tienen que decidir quién pasa primero. Cosas así.

Sólo cuando estás ahí y ves la alegría y el orgullo de los que dedican tiempo, energía y recursos en pasarla bien y celebrar ese día puedes entender la naturaleza de esta fiesta.  Por eso te invito a que, el año entrante, nos acompañes en el Obelisco con las antorchas, o en el Centro con las bandas.


16
Sep 15

La fiesta del 15 de septiembre

Haz clic en la foto para ver más fotos

En casa es tradición que el 15 de septiembre nos juntamos un grupo de amigos, hacemos un potluck de comida china y luego nos vamos a ver las celebraciones.  Ayer paramos en la Plaza de la Constitución y asistimos a la ceremonia de arriar la bandera y a mi parte favorita: las salvas de cañones.

Llegamos justo a tiempo para escuchar y cantar el Himno nacional y el de Centroamérica. Por supuesto que me incomodan el nacionalismo agresivo, el nacionalismo estatista y el nacionalismo chauvinista; pero en esta tierra está enterrado mi mux y en esta tierra he elegido vivir.  Asi que me gusta celebrarla.  ¿A quién no le gusta una buena celebración?

En la Sexta y en la Séptima avenidas vimos a las bandas que, luego de dejar la Plaza, regresan a sus planteles.  Me conmueven y me contagian la alegría y la energía que los chicos le ponen a esta fiesta.  Podría mencionar más colegios e institutos porque la verdad es que los chicos se esmeran; pero fue impresionante la participación del Instiuto Tierra Nueva II.  Esos chicos, así como muchos otros, le pusieron todo a la fiesta.  La gente les aplaudía y les pedía más, y más feeling le ponían a su espectácular participación.

Mis amigos Luca y Lili, de New Hampshire y de Pasto, Colombia se admiraron de la ceremonia, las bandas y todo el ambiente que se arma en la zona 1.

Me llamó mucho la atención que los chicos de una de las bandas llevaban máscaras de V for Vendetta en sus brazos.  ¡Eso fue novedad!  También es fascinante que en algunas de las bandas se integran exalumnos y que muchas de las bandas son acompañadas por amigos y familiares que desfilan detrás de ellas.  ¡Con razón la exguerrilla y sus simpatizantes hicieron micos y pericos para cancelar los desfiles y las bandas!  ¡Con razón nadie les hizo caso y las bandas y los desfiles volvieron con más entusiasmo!

¿Por qué hacemos potluck chino en esta fiesta? Pues porque en la Costa Sur (y seguramente en otras regiones de Guatemala) las familias almuerzan en restaurantes chinos luego de ir a ver los desfiles.  Y a mí y a mis amigos nos parece una tradición encantadora que va muy bien con el espíritu de la fiesta.

Imagen de previsualización de YouTube