El cuate Alberto de Aragón escribió un nuevo libro; y esto es lo que el columnista Gustavo Berganza escribió acerca de la obra:
Alberto de Aragón publicó recientemente “Al fin conocí a mi hijo”. Este libro, a diferencia de lo que ha escrito antes, no es un libro sobre su profesión. Es una obra en la que pasa revista a su vida, desde que su niñez en Florida y en Cuba hasta el momento en que logra conocer a Alberto José, su primogénito.
Esta revisión, a vuelo de pájaro – son 126 páginas que abarcan un período de casi 70 años- hace un pintura muy vívida de cómo se fue formando la comunidad cubana en Miami, exiliada luego de que la revolución de Fidel Castro se entronizó en la mayor de las Antillas. Alberto, cubano de nacimiento, describe con riqueza de detalles los esfuerzos de sus connacionales y de él por restablecerse en un lugar extraño, en donde no siempre se les mostraba aprecio. Cuando Alberto salió de Cuba, en 1960, era un hombre muy joven, recién casado y con la esposa esperando su primer hijo.
Sin que Alberto lo supiera al momento de partir, esa salida a Miami rompería su primer su matrimonio. Y también pospondría durante tres décadas la posibilidad de conocer a Alberto José, su primer hijo. Nunca rompió el contacto con él, ni siquiera cuando, cinco años después de haber dejado La Habana, decidió divorciarse.
A través del esfuerzo por no perder ese hilo de comunicación con Alberto José, que se convierte en el leit motiv que da unidad a su historia, Alberto nos narra momentos claves de su vida: su llegada a Miami, sus dificultades para encontrar trabajo en Florida, las tareas que tuve que realizar para sobrevivir, su establecimiento en Puerto Rico, donde definiría su carrera como analista de mercados y consultor político y su establecimiento definitivo en Guatemala, en la década de los 70. Aunque es una historia que enfatiza las dificultades para lograr un trabajo digno y decorosamente remunerado, el libro es también un agradecido recuento de todas aquellas personas con quienes compartió amistad, aventuras y alegrías en Cuba, Florida, Puerto Rico y Guatemala. Es un testimonio de reconocimiento a quienes le ayudaron a establecerse o le apoyaron en momentos difíciles de su vida.
La narrativa culmina con el encuentro de Alberto y Alberto José. El encuentro es la culminación de un largo proceso, con momentos tensos y de rechazo durante la adolescencia del muchacho, pero que luego fueron suavizándose gracias a la intercesión de amigos del padre. Alberto logra ver hablar en persona con Alberto José en Antigua Guatemala. En esa ocasión el primogénito conoce también a Alicia Elena, la menor de sus hermanas, con quien establece un vínculo instantáneo de simpatía y cariño fraternal.
Seguramente por el elocuente retrato que hace de los afanes de los emigrantes cubanos en Florida, la Casa Bacardí lo escogió para presentarlo en un acto especial realizado en su sede, en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos, de la Universidad de Miam, hace algunas semanas. Un homenaje muy merecido, creo yo, para quien por medio del testimonio de su vida ha descrito las alegrías,trsitezas dificultades y triunfos de una de las diásporas más grandes que se dieron en Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX. Un abrazo para Alberto y mi admiración sincera por este relato