Hoy leo que un grupo de organizaciones civiles, ornitólogos y observadores de aves intentan rescatar los loros de nuca amarilla (Amazona auropalliata) que son una especie en peligro de extinción.
A mí me gustan mucho los loros. En casa de mi abuela, Frances, había uno que se llamaba Arturo. Durante el día se mantenía en la entrada del garage y en el patio de servicio; y en las noches dormía en la lavandería. Arturo comía como loro y debajo de su estaca siempre había restos de tortillas, semillas y frutas. Yo le tenía algo de miedo; pero me fascinaba escucharlo hablar y me gustaba hacerele piojito; y cuando me ponía valiente me animaba a tocar su lengua.
Ahora no soy partidario de tener animales salvajes como mascotas y me gustaría que los loros, las tortugas, las guacamayas, y otros animales que están en peligro de extinción no desaparecieran. Por eso comparto con ustedes estas meditaciones de mi cuate, Enrique Ghersi, encantadoramente por mis cuates del equipo de New Media.
Con estas criaturas magníficas y majestuosas me encontré en la carretera hace un par de semana; y me acordé de que mis cuates Tawue y Marisa acaban de estar en Tailandia jugando con tigres. ¡Aaaaah, como me gustaría estar cerca de uno de estos felinos!
Lo más cerca que he estado, descontando los zoológicos y los circos fue cuando viajé a El mirador. Allá, en la selva y en la noche se escuchan los jaguares (que no deben ser confundidos con los monos aulladores), e incluso tuvimos la suerte de ver una huella de balam en el lodo. La foto de la huella es por el cuate Yan Ho-don, que nos acompañó en aquella memorable excursión.
animales / diversión / Monterrico — Comentarios desactivados en Monterrico: siempre agradable, siempre hospitalario 06 Ene 14
Desde principios de los años 90 que voy a la playa de Monterrico y desde entonces que me gusta mucho ir allá. Primero, porque me agrada mucho la actividad de soltar tortuguitas recién nacidas al atardecer; y porque hay algo muy encantador en eso de celebrar la vida desde sus primeros momentos y desde sus momentos más cruciales. Segundo porque hay pocas cosas tan sencillas y deliciosas como ir a cenar pescado frito a El divino maestro, un comedor que está en la calle principal de la población. Este año cenamos pargo la primera noche, y robálo en la segunda noche. Y tercero porque la gente es muy hospitalaria, amable y servicial. Desde hace varios años prefiero quedarme en el hotel El pez de oro y nunca me han defraudado; además preparan un flan y unos panqueques que son de no perdérselos.
Desde hace ratos uno puede llegar a Monterrico por medio de Iztapa y el puente Verónica Michelle; pero antes, antes la única forma de llegar era por Taxisco y había que dejar el auto en la aldea La avellana donde uno tomaba una lancha para atravesar el canal y llegar a la playa. En aquel entonces Monterrico era, de verdad, un lugar aislado y remoto donde uno encontraba refugio. Ahora no es aislado, ni remoto, pero igual ofrece refugio.
El pueblo ha cambiado porque el turismo y los chalets han ayudado a elevar el nivel de vida de las personas. Uno podrá quejarse que ahora hay demasiada gente; pero es injusto hacerlo porque con la gente ha llegado una mayor actividad económica y más oportunidades para el comercio y los servicios. Todavía viví la época en que en el pueblo y en los hoteles sólo se aceptaba dinero en efectivo, y la época dorada en la que uno iba apuntando lo que sacaba del frigorífico de las gaseosas y las cervezas. Aquello ya no es así; pero la gente de esa población sigue haciendo que uno se sienta bienvenido.
Las dos noches que pasé allá nos ofrecieron cielos maravillosamente estrellados; y por si eso no era suficiente hubo fuegos artificiales. Y una noche de chelas y people watching en El animal desconocido, siempre es algo divertido.
Monterrico sigue siendo uno de mis refugios favoritos.
Y el premio a la mejor idea del trimestre es para: ¡La excursión de Thanksgiving a Los andes cloud forest! ¿Qué te digo? Buenos amigos, naturaleza exhuberante, comida magnífica, conversaciones fascinantes y divertidas, y alojamiento encantador.
Pues ahí está que a un grupo de amigos se les ocurrió que hicieramos este viaje para celebrar el Día de gracias. ¡Fue una idea estupenda! La finca es hermosa. Aunque es principalmente cafetalera, tiene algo de té, macadamias, hule y bosques nubosos inmensos. De hecho es una reserva natural. Tiene, además, una casa encantadora con todas las comodidades sin que pierda su carácter finquero con una mezcla de personalidades inglesa y chapina. El volcán Atitlán, majestuoso, te da la bienvenida.
Como era una fiesta familiar y de amigos llevámos nuestros propios alimentos. Sólo el desayuno lo preparaba en su totalidad el personal de la casa. Como el grupo era muy variado hubo migas extremeñas, lasagna, ensaladas variadas, panitos con tomate rallado y aceite de oliva, pavos, purés de papas y de camotes, pastel de Hanukkah, pays de pacanas y de manzanas, galletas de jengibre, arvejas, frijoles, huevos, queso de capas, chiltepes, tortillas de maíz y de papas, sandwichs y bueno…todo rico y hecho con cariño.
No te imaginas cómo me gozo este tipo de paseos. Una mañana escalamos senderos en busca de quetzales y vimos muchas aves, orquídeas, hongos, y todas esas maravillas que ofrecen los bosques nubosos tan llenos de vida, de sonidos, de aromas, de colores y de texturas. No vimos quetzales; pero aprendimos mucho entre las preguntas de los niños y las explicaciones de don Chus, nuestro guía. Vimos tucanetas, eso sí. Y Los andes es famosa porque abundan las Tangara cabanisi, que son unos pajaritos azules y preciosos. Otro día paseamos por el beneficio de café y paseamos por el río. Yo no me metí al río porque ya sabes que el agua fría no es mi ambiente favorito. El frío que sí aguanté fue el de la madrugada para ver el cielo…uno tan estrellado y claro que te cuesta identificar las constelaciones y asterismos.
En las noches hubo juegos de Pictionary y de mímica. Las conversaciones nos llevaron por todas partes, desde la cuestión de si comer mono es kosher, hasta temas de geología, agricultura, antropología, economía, antropología, política y otras frivolidades. Nuestro cuate el geologus admirabilis, Sam, fascinó a grandes y chicos.
Los andes, su gente y su ambiente fueron una experiencia muy enriquecedora. Gracias a Olga y Jaime por recibirnos, gracias a Lissa por reunirnos. Gracias a todos por un fin de semana inolvidable.
animales — Comentarios desactivados en Mis compañeros de trabajo: una ardilla 22 Nov 13
Si…ya se que las ardillas son ratas con buenas relaciones públicas; pero lindas. Esta me llamó la atención porque se dejó fotografiar muy bien y no se movía. Luego me di cuenta de que tiene la cola extraña y de que tiene algo raro en el cuerpo.
De cualquier manera la criaturita salió corriendo cuando me acerqué demasiado y se perdió entre los árboles.
abusos / animales — Comentarios desactivados en ¡¿Pollitos de colores?! 11 Nov 13
En Santiago Sacatepéquez venden pollitos de colores y…pues..bueno. No se qué decir. Se ven chulitos; pero, ¿sufrirán algún daño por el teñido? Apuesto a que sí y esta producción mexicana, que me envió mi cuate Mario, ilustra cómo es que los pintan.
Cuando mis hermanos y yo eramos niños, en varias ocasiones recibimos pollitos a modo de sorpresas en fiestas infantiles. ¡Eran toda una responsabilidad esas criaturitas! Había que conseguirles una caja, ponerle periódico en el fondo, mandar a comprar arroz y maíz y triturarlos, ponerles agua en un recipiente y ponerles agua caliente en la bolsa para agua caliente forrada con una toalla vieja. Y había que mantener el agua siempre caliente. Siempre caliente.
Y los pollitos se nos morían a veces…o parecía que se morían porque ya no piaban, ni se movían; y mi mamá los revivía con mucho cuidado. Los calentaba con sus manos, o los ponía sobre el piloto de la estufa bien cubiertos con la toalla vieja. Los pollitos no eran un regalo para los niños, sino un dolor de cabeza para los padres.
A veces los pollitos crecían y entonces se los regalábamos a las señoras que trabajaban en la casa. Una vez optamos por quedarnos con el pollo hasta que se convirtió en galllo y…esa es otra historia.
La foto es por Tara Everhart.
animales — Comentarios desactivados en Si yo fuera gato… 08 Oct 13
Un cuate publicó en su perfil de Facebook: Si yo fuera gato…y me acordé de que tengo esta foto de tres gatos en un tejado. ¿Y si yo fuera gato? Me la pasaría en los tejados; no sólo para explorar y observar, sino para tirarme a tomar el sol.
No comería ratones. Me gustaría que en más de una casa me recibieran con un plato de leche y algo de pan de manteca y no me incomodaría que me ofrecieran trocitos de hígado asado y calamares. Mi padre le llevaba calamares a Nicolás, el gato de mi abuela, y Nicolás se los comía con tanto gusto.
Me gustaría se gato negro; pero no me importaría ser gato pardo. Así, no sólo sería gato pardo de noche, sino gato pardo de día.
Si yo fuera gato le maullaría a la Luna.
animales / humor — Comentarios desactivados en El zopilote frente a mi ventana 12 Sep 13
¿Quién me dio los ricos días hoy? Pues este zopilote que espero que no haya venido a por mí. En primer lugar porque no estoy como para entregar el equipo; y, en segundo lugar, porque sólo faltan 5 días para mi cumpleaños.
De cualquier manera, el zopilote me recordó algo que ya he contado en este espacio y que a mí me causa mucha gracia: Una zopilota, con dos aplausos y un hombre adentro era la forma en que se pedía una sopa de frijoles, con dos tortillas y un huevo en un lugarcito que mispadres frecuentaban en San José, Costa Rica, a principios de los 60.
También me acordé de que mi tía abuela, La Mamita, cantaba algo que iba así: Ya murió la cucaracha,/ ya la llevan a enterrar./ Entre cuatro zopilotes/ y un hermoso gavilán. Y, finalmente, los zopilotes también sirven para piropos…aunque no sean piropos muy agradables. Mi padre contaba de uno , apropiado para una chica vestida de negro, que decía: Adiós zopilotío lindo, aquí está tu chucho muerto.
Ya ves…algo se saca de la visita tempranera de una de estas aves.
Mira pues, este gusanito que encontré en el jardín de mi oficina, el viernes pasado, parece que llevara un suéter, o que alguien lo hubiera pintado. Además es de esos que no se sabe cuál es la parte de adelante y cuál es la de atrás.
Mi amiga, Lucila, dice que es una oruga ensillada. Esta es una oruga babosa de colores verde con marrón, que en cada extremo tiene blanco con aros de color púrpura-marrón, y un punto en el centro que se parece a una silla de montar. Cuando están bien desarrolladas, mide aproximadamente una pulgada de largo y 3 / 8 pulgada de ancho. Tienen un par de cuernos carnosos en cada extremo que contienen pelos que segregan veneno irritante junto con espinas que sobresalen en todas las direcciones. Sus picaduras son dolorosas y pueden causar náuseas inflamación y una erupción que dura varios días.
La semana pasada me encontré con estos insectos que estaban conociéndose en el sentido bíblico. No se qué bichos son y no se ven muchos detalles porque la foto estaba a contraluz. ¿Alguien sabe qué son?
Carpe Diem significa Apodérate del día y resume bien mi visión del mundo. La libertad es el valor fundamental que guía mi vida y mis reflexiones en Carpe Diem. Vivo en Guatemala, un país que aún está por ser construido y en el que los derechos individuales y la igualdad ante la ley son precarios. Por eso, aquellos son mis temas favoritos para estos comentarios. Con todo y todo, este espacio -políticamente incorrecto- existe al amparo del artículo 35 de la Constitución de la República; y del 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (por si acaso). Me gustan la cocina, la lectura y la compañía de mi familia y de mis amigos. También me gusta pasar tiempo conociendo mi país y a su gente. Al perpetrar Carpe Diem comparto con mis lectores algunas reflexiones y experiencias en busca de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es pacífico. ¡Por la libertad y la razón!
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