La candidatura de Sandra Evita Torres -que se divorció de su esposo el presidente Alvaro Santa Clos Colom para eludir la prohibición constitucional de que los parientes del Presidente puedan ser candidatos presidenciales- fue rechazada por el Registro de Ciudadanos. Por qué, pues porque la movida constituía fraude de ley, de acuardo con la Ley del Organismo Judicial.
Si el Registro de Ciudadanos y el Tribunal Supremo Electoral aguantan la presión, incluso violenta, a la que están sometidos, prevalecerán el estado de derecho, la constitución y la ley frente a la fuerza y al engaño.
Los partidarios del continuismo oficialista dirán que la resolución contra su candidata ilegal se debe a un supuesto miedo, a que es mujer, y a otras excusas. Le echarán la culpa a la oligarquía, o a la plutocracia. De hecho, intentarán victimizar a su candidata. Empero, la resolución del Registro está clara y se basa, incluso, en declaraciones del mismísimo ex marido de la ex candidata. ¿Quién, con una luz, se pierde?
La resolución del Registro cambia el panorama electoral:
Según el oficialismo, la tenía fácil: La idea era comprar voluntades entre los votantes (y principalemente entre las votantes) mediante el uso de programas sociales coordinados por la esposa del Presidente; y canalizar el dinero de los tributarios hacia una megacampaña solapada, de cuatro años, en favor de Evita como la futura candidata presidencial.
Para el oficialismo es importante que ella fuera la candidata no sólo para continuar el proyecto político que encabezan ella y su ex marido, sino para garantizarse impunidad durante cuatro años más. Debe ser pavoroso para Evita y Santa Clos, luego de una administración inimaginablemente corrupta e inepta, verse a sí mismos en la situación en la que está el expresidente, Alfonso Portillo: presos y requeridos por tribunales en el extranjero.
Para garantizarse la Presidencia y como apoyo a la estrategia de los programas sociales está la manipulación de votantes por medio del Registro Nacional de Personas y del padrón electoral. Una jugada a la Chávez, compleja y llena de filigrana, que permitiría fortalecer a la candidata sin cometer un fraude burdo al estilo de los años 70. Este componente, sin embargo, sólo funcionaría (para ser creíble) si la candidata no quedara muy lejos del candidato que resultara legítimo ganador. Si la distancia fuera mucha -como parece que lo es, de acuerdo con las mediciones– este componente no resultaría efectivo. Con esa distancia no contaba el oficialismo.
Pero hubo un escollo más difícil, que además subestimaron los cerebros detrás de la candidatura de Evita: El del artículo 186:c de la Constitución de la República que prohibe que los parientes del Presidente, o del Vicepresidente puedan optar a los cargos de Presidente, o Vicepresidente.
Acostumbrados al servilismo, y a intimidar, y a lo que creyeron que era una vocación ovejuna de los chapines; Los Colom/Torres creyeron que simulando un divorcio podrían eludir la prohibición constitucional y que ningún juez, magistrado, o funcionario competente se atervería a aplicar el artículo 4 de la Ley del Organismo Judicial, que define el fraude de ley, en defensa no sólo del ordenamiento jurídico, sino del estado de derecho y el orden constitucional. Tan arrogantes fueron, que las boconadas del Presidente, al comentar el asunto, le sirvieron al Registro de Ciudadanos a poner en evidencia que el asunto era una simulación y que el supuesto divorcio era un acto que, aunque estaba realizado de acuerdo con una norma, su propósito era conseguir un resultado prohibido por la Carta Magna.
…y del plato a la boca, se cayó la sopa.
Esto es una pesadilla para el candidato que encabeza las encuestas, Otto Pérez Molina, porque buena parte de su ventaja se debe al voto de rechazo contra Los Colom/Torres. Muchos que pensaban votar por Pérez Molina, para sacar al oficialismo a sombrerazos, ahora podrían detenerse a considerar otras opciones. Esta es la oportunidad para Eduardo Suger, Harold Caballeros y Manuel Baldizón.
¿Y el partido oficial? A correr se ha dicho, porque es mucho lo que está en juego para ellos.
Claro que interpondrán algún recurso; pero muchas ratas abandonarán el barco. Evita querrá una candidatura para diputada, en busca de la necesaria impunidad. ¿Qué pasará con Santa Clos? ¿Lo recibirá de nuevo en el tálamo, o lo dejará silvando en la loma?
La mancuerna oficialista de la Unidad Nacional de la Esperanza y la Gran Alianza Nacional compondrá las listas de sus candidatos y arreglará los clavos que tiene con sus asambleas. ¿Quién se animará a ser el candidato presidencial de este proyecto que se hunde? ¿Quién querrá hacer una campaña de ocho semanas? ¿A qué costo, y por qué precio?
Mientras tanto, mis respetos y mi admiración para el Registro de Ciudadanos y para el Tribunal Supremo Electoral. Tengo la impresión, ahora, de que ustedes están hechos del maíz del que se hacen los próceres.
Bien por el TSE!, esa valentía es la que necesitamos ante el eje del mal que nos amenaza.
[…] arañó los 15.2. La estrella de Evita va en declive porque su candidatura se basa en un fraude de ley; porque es una candidatura espúrea, en el sentido de que fue fabricada a la sombra de la […]
[…] La candidatura bizarra de Sandra Evita Torres, en persecusión de extender en el poder su Administración y la de su marido, ¡a costa de un fraude de ley!, es ilegal y no puede ser inscrita de acuerdo con el Registro de Ciudadanos y el Tribunal Supremo Electoral. No hay tales de que aquella candidatura espuria sea el ejercicio de un derecho civil propiamente. No si se basa en una simulación, y no si se basa en un fraude de ley. […]