Date una vuelta por la Sexta avenida y vas a ver el impresionante montón de gente pidiendo ayuda. Y si eso por sí mismo no te conmueve, velos a los ojos y ve en ellos la angustia y la desesperación. La mayoría de ellos son personas que no tendrían que estar ahí, de no ser porque –desde el poder y por razones políticas– se les ha prohibido trabajar y ser productivos.
Ese es el caso de las señoras que, apostadas a inmediaciones del Instituto Belén, dicen ser maestras y tienen todo el aspecto de ser docentes; pero están paradas ahí, suplicando ayuda porque –desde el poder y por razones políticas– los pipoldermos* han decidido que no tienen derecho a ganarse la vida.
¿Qué me dices de los taxistas, o de los conductores de Uber que acudieron a esa actividad porque no tuvieron otra opción luego de que las empresas en que trabajaban se vieran forzadas a cerrar actividades? ¿Has notado la cantidad de camiones de mudanzas que están vaciando oficinas en la ciudad de Guatemala? ¿Cómo será en otras ciudades del país, o en las poblaciones donde la miseria siempre golpea más duro?
Date una vuelta por el Mercado central y vas a ver que casi no hay actividad comercial. Verás que entre los que tienen sus negocios ahí, los que no fueron forzados a cerrar, prevalece la tristeza y el desasosiego porque no están vendiendo, o están malbaratando su mercadería.
No es por los burócratas y asesores que reciben cheques puntualmente, ni por los oenegeros y los que están ilusionados con encender la revolución, ni por los ricos que hay que abrir la economía. ¡Es por la gente que tiene que humillarse para pedir caridad, por la gente que tieneque implorar que le aguanten los cobros de las mensualidades y los que ya toparon la tarjeta!
¿Y lo peor? Es que cuando despertemos veremos que el virus sigue aquí; sin que se haya aplanado la curva, sin que se les haya pagado a los médicos y personal salubrista, y sin que se les haya dotado de equipo; esquivando caprichos y experimentos políticos. Habiendo desperdiciado la vida.
*Pícaros políticos que por el momento detentan el poder.
Columna publicada en elPeriódico.