Muy atinadas son las dos intervenciones de la diputada Nineth Montenegro en las noticias de hoy. Al comentar los absurdos precios solidarios de la administración socialdemócrata, Montenegro se refirió a la importación de productos como una forma de facilitar la competencia y abrir la posibilidad a mejores precios.
La clave para mejores precios en el mercado no está en garantizar monopolios, ni en ejercer controles; sino en mantener abierto el ingreso al mismo de modo que cualquiera que quiera ofrecer productos a precios bajos, con la calidad que los consumidores desean, pueda hacerlo sin coerción, ni privilegios.
Sus declaraciones contrastan con las de Eramso Velásquez, viceministro de Economía, que lamentó que la administración no pueda usar la fuerza contra los proveedores de bienes que no quieran, o no puedan hacerlo en las condiciones que demanda su despacho. Claro que él no lo dijo así; pero usted, que sabe leer entre líneas no se deja engañar.
La diputada Montenegro también se manifestó a favor de que el Ejecutivo suspenda el subsidio al transporte urbano.
A lo largo de los años, dicho servicio ha caído víctima de los vicios propios del mercantilismo y del populismo. Encadenado a precios tope, aferrado a los monopolios de las rutas, pegado a la teta del subsidio y sujeto a criterios políticos, en vez de económicos.
Tres serían las políticas que empezarían a resolver el problema del transporte públicos: 1. Mejorar la seguridad ciudadana para que no sea peligros ir en bus, o caminar hacia él; 2. eliminación de los privilegios monopólicos en las rutas; y 3. liberación del control de precios.
Si a usted le interesa el tema más a fondo, he aquí una propuesta más detallada.