Repollos e impuestos

 

Mi cuata, Raquel, andaba alarmada porque su mamá le contó que le pidieron Q30 por un repollo y Q10 por un aguacate en el mercado San José, de la zona 7; eso fue un día antes de que los guatemaltecos nos enteráramos de que el banco central prevé una leve alza en la inflación y que las áreas más afectadas serán alimentos y transporte.

Pon a tu santo favorito de cabeza y pídele que los diputados tengan la decencia y el buen tino de no autorizar los Q14 mil millones de ampliación prespuestaria que pretende la Administración Arévalo. ¿Por qué? Porque la causa principal de la inflación es el presupuesto desfinanciado del gobierno.  Aquí y en todo el mundo los gobiernos inflan cuando no tienen con qué pagar sus piñatas.

Haz clic en la foto para ver cuando dice que no subirá impuestos y que todo lo tienen bien calculado.

¿De qué otro modo es que los gobiernos pagan sus excesos? Con impuestos y con endeudamiento; y el endeudamiento -que no te engañen- se paga con impuestos.

Durante la campaña electoral semillera el grupo en el poder se llenó la boca con la idea de que el 40% del Presupuesto del gobierno se perdía en corrupción. El hecho de que la Administración pida Q14 mil millones más de lo que ya tiene quiere decir que: 1. Lo del 40% era mentira y que durante la campaña electoral le repartió “atol con el dedo” a todo el que lo quiso; 2. Lo del 40% es cierto y todavía sigue habiendo esa corrupción; y/o 3. Que la simiente necesita toda aquella plata con motivos electorales para ampliar su clientela y financiar activistas.

A todo aquello añádele que en tres meses que lleva controlando el Ejecutivo, la Administración Arévalo ha tenido nivel de ejecución mediocre y que -como ocurre siempre, siempre- la mayor parte de la ejecución que hay se va en gastos de funcionamiento y sueldos.   ¿Será que el 80% de la ejecución es puro gasto? Aquella baja ejecución es por el desconocimiento, por la inexperiencia y ¿por la ineptitud? de un equipo que da la impresión de haberse metido en camisa de once varas; pero que tiene los retos de permanecer en el poder, y de conservarlo.

En defensa de los consumidores, en defensa de los ahorrantes potenciales, en defensa de los tributarios y en defensa de las personas más vulnerables económicamente, los diputados tienen la obligación moral de evitar la piñata.  ¿Para qué? Para evitar la inflación, el endeudamiento y la eventual alza en los impuestos que terminarían de castigar a la mamá de Raquel y a la inmensa mayoría de hogares chapines. ¿Cuánto crees que te llegará a costar un repollo si los semilleros suben los impuestos con la colaboración de algunos diputados?

Ya el Fondo Monetario Internacional anda esparciendo la idea de que el gobierno de Guatemala necesita de mayor recaudación fiscal, que esta no debe ser menor del 13% del PIB y que se debe conseguir mediante una reforma fiscal; y la propuesta de ampliación que quiere la Administración Arévalo dice que habría que incrementar los ingresos tributarios. Esto último a pesar de que -cuando quería tu voto- Arévalo te aseguró que con eliminar la corrupción iba a ser suficiente para financiar el gasto público que Semilla tenía calculado.  Hizo afirmaciones categóricas: no subir impuestos, no crear más impuestos y detener el 40% de corrupción porque no se necesita aumentar impuestos, si se detiene la corrupción.

Entonces, no cabe hablar de ampliación persupuestaria y menos de más impuestos si: 1. Del Presupuesto no se eliminan todos los privilegios, y todas las partidas para intereses particulares; 2. No hay prioridades claras de inversiones y gastos; y 3. No hay evidencias de que la corrupción, la mala administración y el desperdicio han sido disminuidos sustancialmente.

Los diputados, en ejercicio de la división del poder, tienen la responsabilidad de hacerse grandes. ¿La van a aprovechar?

Columna publicada en República.

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