La ingratitud de los malagradecidos

 

Las imágenes de personas cayendo de lo alto de las torres gemelas en Nueva York, aquel fatídico 11/9/01, siempre me conmueven.  Las he visto docenas de veces y siempre me entristecen.  Para mí, son las que más representan la gran tragedia humana que fue aquel acto terrorista.

Según mi cuate, Arthur, más de 200 personas quedaron atrapadas y ante la posibilidad de morir quemadas optaron por saltar.  Esas personas fueron visibles para todos, en comparación a las aproximadamente 3,000 personas que murieron invisiblemente con el colapso de las torres; pero la prensa ha tratado de ocultarnos esas fotos, y ese es el motivo por el que no ves muchas de esas ellas, y por la cual hay cubiertas sobre las que existen.

Meditaba sobre aquello cuando noté que el 11 de septiembre pasado, ninguno de los que el Departamento de Estado considera como sus aliados clave puso algo en redes sociales virtuales en memoria de las víctimas del 11S.  Nada en las redes de Thelma Aldana, Gloria Porras, ni Juan Francisco Sandoval.  Huéspedes, los tres, del gobierno y del pueblo de los Estados Unidos de América.  Nada en las redes de Rigoberta Menchú y así puede seguir la lista.  En cambio, por mencionar dos, sí vi notas en las redes de la Cámara de Industria y en las del Movimiento Cívico Nacional.

¿Cuántas vacunas contra el Covid-19 nos han donado el gobierno y el pueblo de los EE. UU. en este año a los guatemaltecos? ¿Unas 3.5 millones de dosis? ¿Cuántos prófugos chapines viven en aquel país cómodamente y sin temor de enfrentar sus responsabilidades?  ¿Cuántas ONG y miembros de la sociedad civil guatemalteca consentidos por La embajada no dijeron ni pío el pasado 11 de septiembre?  ¡Malagradecidos!

La gratitud es una emoción enriquecedora y saludable porque reconoce, valora y provee la respuesta justa frente a quienes son buenos y generosos con nosotros.  Es derivada de la virtud de la honestidad ya que esta consiste en rehusarse a falsear la realidad y a fingir que las cosas son diferentes de lo que son. Y quien no es agradecido con quien lo acoge, lo protege y lo financia es un ingrato.

Columna publicada en elPeriódico.

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