Ambiente, educación y salud, la tragedia

No puedes imaginar la cantidad de recuerdos fabulosos que tengo de Panajachel, donde pasé muchas vacaciones haciendo averías con primos y amigos.  Allá aprendí a montar bicicleta, y a cangrejear.  Allá descubrí los facts of life y me divertí como mico.  Muchos aromas, sabores y sonidos me llevan a Pana. Allá pasé horas de introspección, tratando de averiguar quién era.

Lago de Atitlán y volcanes Atitlán, Tolimán y San Pedro.

Por eso me enojó mucho el vídeo de un desagüe que vierte popodrilos, pipirañas y cacaimanes en las aguas cristalinas del lago. No porque no supiera que existen ese tipo de albañales, sino porque tienen lustros de existir; y porque los responsables -corruptos e ineptos- permiten su existencia (o los construyen).

Estaba lamentando la destrucción de Atitlán (en las narices de las municipalidades de la cuenca), cuando leí que habría dos convivios (o alegres intercambios de SarsCov2) para los sindicatos del Mineco; que ya fueron cancelados por presión de los tributarios. ¿Cuántos más habrá en otras dependencias del gobierno?) Leo, también, qué en varios municipios, los ayuntamientos han organizado celebraciones en las que la gente se aglomera y festeja sin prudencia.

A todo aquello, añádele que como los chapines no aprenden inglés en las escuelas (¡Pero aprenden idiomas mayenses!), nueve empresas han abandonado el país y se han perdido 48 mil empleos.  Es lo que ocurre, digo, cuando el estado es el responsable de proveer instrucción (que no educación), especialmente para los más pobres.

El problema de que políticos y burócratas (que llamamos gobierno) sean los responsables de cuidar del ambiente, la salud y la educación no es que no puedan hacerlo bien (porque habrá quienes no lo hagan tan mal).  El problema es que cuando el estado se hace responsable, les quita a los individuos la obligación moral de enfrentar las consecuencias de sus decisiones y de sus acciones, y los infantiliza.  Y como lo que es de todos, no es de nadie, el ambiente, la educación y la salud terminan siendo objetivos políticos, cuando no paran siendo fuentes de enriquecimiento a costa de los tributarios, o instrumentos ideológicos.

Columna publicada en elPeriódico.

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