Una de las ventajas de vivir en un barrio antiguo es que la gente suele conservar las tradiciones; y la Villa de Guadalupe no es ajena a esas prácticas.
El barrio suele echar la casa por la ventana con ocasión de la fiesta de Guadalupe y las celebraciones incluyen cantidades asombrosas de pólvora. Y en casa pensamos que este año iba a ser silencio. Sin embargo, con todo y todo, este año, en 2020 las fiestas no fueron deslucidas. A la media noche del 11 hubo juegos pirotécnicos y música que nos despertó sorprendidos. No es que hubiera fiesta, fiesta como nos gusta a los del barrio; pero se mantuvo la tradición. Y a las 5 de la mañana hubo algo alboroto, pero en menor escala; y el ambiente festivo continuó hasta las 10 de la noche.
Y no sólo se mantuvo la tradición sino que fue rescatada, porque el año pasado si que estuvo triste debido…creo…a un cura de esos que recuerdan a Diego de Landa y sus cómplices.
Las tradiciones son importantes porque nos conectan con nuestros ancestros y nuestra historia. Alimentos, sonidos, aromas, colores y texturas, así como rituales nos traer recuerdos y nos invitan a reflexionar. Bailes, fuegos artificiales, disfraces, costumbres y más son parte de aquel acervo rico. Reflexionar es muy importante en 2020, el más inolvidable de los años que hemos vivido, año propicio para valorar la vida, la compañía de quienes amamos y todo lo que tenemos y no siempre sabemos apreciar.00