Crecí familiarizado con el cementerio general de la ciudad de Guatemala porque mi abuela, Frances, hacía visitas regulares a sus muertitos, normalmente el domingo después de ir a misa: y yo la acompañaba de cuando en cuando. Era un paseo por todo el lugar porque sus difuntos estaban dispersos. También me familiaricé con la necrópolis porque, con mi padre y mis hermanos, era tradicional visitar el lugar el 1 de noviembre, a pie, antes de ir a almorzar el fiambre. Esas visitas eran lecciones de historia porque siempre pasábamos saludando a personajes notables.
También visitábamos tumbas y mausoleos que eran artísticamente fascinantes; y fue así como conocí el mausoleo monumental y hermoso de doña Agripita de Sánchez, entre otros.
Con el pasar de los años, el cementerio se convirtió en foco de inmundicia, infestado de zancudos, zopes y delincuentes. Luego, como todos los espacios monumentales de la ciudad, fue objetivo de los chatarreros y de los saqueadores. Del sepulcro de mi bisabuela, Gilberta, se llevaron las cadenas; y del de mi bisabuela, Adela, se llevaron las barandas de hierro, y los floreros y lápidas de bronce. Y así fue con todas las sepulturas que tenían metales.
Esta semana, Ricardo Mendoza y Carmen Yela denunciaron la destrucción bárbara del mausoleo de doña Agripita. Víctima no sólo del saqueo, sino de la devastación más vandálica y gamberra imaginables. Destrucción que, de una forma, u otra, ha ocurrido también en otros conjuntos sepulcrales del lugar.
¿Es posible que todos aquellos saqueos y brutalidad ocurran sin el conocimiento de administrador y de su equipo? ¿Es posible que no lo sepan sus jefes en el Ministerio de Salud? ¿Hay algún tipo de complicidad activa, o pasiva? ¿Cómo pueden cobrar sus cheques, tranquilamente, los irresponsables que tiene a su cargo aquel camposanto? U otros, porque en Xela pasa lo mismo y apuesto a que es igual en otros cementerios. El año pasado visité el mausoleo de don Manuel Estrada Cabrera, y estaba salvajemente saqueado.
¿Quién va a entregar cuentas por la devastación?
Columna publicada en elPeriódico.