En Guatemala cuando el remedio sale peor que la enfermedad decimos que “salió más caro el caldo que la gallina”; y cuando leí que en Ecuador hay grupos que intentan repetir el experimento de la CICIG, fue aquel dicho lo que se me vino a la mente.
Tengo varios cuates en Ecuador y para ellos van estas reflexiones. Cuando hace poco más de 10 años se discutía aquí la idea de aquella comisión puse tres objeciones principales: 1. Que la comisión reforzaría la mala costumbre chapina de no resolver los problemas de fondo y abdicar a sus responsabilidades; 2. Que el Ministerio Público (la fiscalía general) se volviera Cicigadicto y que nunca pudiera madurar y ser independiente; y 3. Que la Comisión se convirtiera en una especie de KGB, Stasi o Gestapo temida por sus procedimientos inescrupulosos. Y las tres se han cumplido.
Me faltaron dos más que no se vieron hasta poco tiempo después de que la CICIG empezara a funcionar: 1. La Comisión tendería a ocuparse de casos de impacto político beneficioso para su agenda y para la de sus aliados, de allí la justicia selectiva; y 2. La Comisión –inconexa con tributarios y electores- resultaría irresponsable incluso frente a la ONU y se constituyó en un poder formidable que no tiene pesos, ni contrapesos republicanos.
Tristemente es cierto que la corrupción en nuestros países es escandalosa, como lo son la impunidad, los abusos del poder y el descaro de las mafias que han capturado el estado. Pero la idea de resolver aquellos males mediante un instrumento que tiene las cinco características citadas arriba es bastante más que un despropósito. Por ejemplo, porque no puedes luchar contra la corrupción mediante sólo perseguir corruptos y sin desmantelar el sistema de incentivos perversos en el que medra la venalidad; y porque no puedes luchar contra la injusticia y la impunidad mediante la arbitrariedad, la selectividad y la violación de garantías procesales.
A los ecuatorianos: ojalá que la desesperación no los lleve a cometer el error que cometieron los chapines. La desesperación y el activismo que se alimenta de ella, son malos consejeros.
Columna publicada en elPeriódico y en elcato.org; La ilustración es de Diego Delso [CC BY-SA 4.0], via Creative Commons.