Hacé sho, o te meto un hijo, es una frase que leí hace años en un blog -y lamentablemente no tuve el cuidado de anotar en cuál fue-. Según recuerdo, el bloguero se la escuchó a un jóven cuando se la decía, de muy mal modo, a la que quizás era su chica. Otra frase que también me impresionó, desde que un cuate me contó que se la escuchó a alguien en una finca: Mire, mejor se lo hago yo porque…si alguien más le va a hacer el daño, mejor que sea con su papá. Este era el padre de una chica, refiriéndose a la forma en la que su hija habría de tener sexo por primera vez.
De aquello me acordé cuando leí que cada ocho horas, al menos una niña se convierte en madre en Guatemala, antes de cumplir 15 años. Las cifras podrían ser peor porque hay distorsiones en las mediciones. Las cifras corresponden solo a los partos atendidos en el sistema estatal de salud, y cuatro de cada 10 se atienden fuera de este. Del total de niñas madre registradas en la última década, el 11 por ciento tiene 14 años o menos, lo que indica que han sido víctimas de violencia sexual.
La mayor parte de casos se da en Alta Verapaz, Guatemala, Escuintla, Petén, Huehuetenango y San Marcos. Las niñas con menor grado de educación corren más riesgos y 45.6 % de los casos registrados se da en áreas rurales, en tanto que 48.9% se registran en areas urbanas.
Es posible que más información sobre salud reproductiva y más información sobre la naturaleza del sexo y las relaciones sexuales incida en la prevención de embarazos por parte de niñas y adolescentes; pero…lo cierto es que muchos de aquellos embarazos son precedidos por amenazas, abusos y violencia por parte de adultos, o coetáneos que, en muchos casos son familiares, o personas allegadas, e incluso por parte de personas que deberían velar por la salud y la seguridad de las niñas y adolescentes. No se trata sólo de que las niñas estén informadas (que es lo deseable); se trata de una cultura perversa enraízada en la ignorancia, en la violencia y en la pobreza. No que el fenómeno sólo ocurra en ambientes donde la miseria es prevaleciente; sino que las cifras apuntan a que se produce más, donde hay más concentración de pobreza.
Que poco han de poder hacer las niñas y adolescentes (aún informadas) frente a los avances de adultos amenazantes.
Si te hacía falta una razón para unirte a la lucha por políticas generadoras de prosperidad y de riqueza; en vez de promover políticas fabricantes de miseria, esta es una.
La foto es de Prensa Libre, por Erick Avila.