Los pipoldermos* -cada vez que pueden- no desperdician oportunidad alguna para ensuciar, pervertir y politizar cualquier cosa que crean que puede servirles para conservar el poder, o para tener acceso a él. Esto es tan cierto para los pipoldermos del más alto nivel nacional, como para los del último escalón municipal y hasta de barrio. Una vez tienen acceso al poder y a disponer de dinero ajeno tomado por la fuerza, ¿qué los detiene para ser tan megalómanos como los permitan las circunstancias?
A principios de esta semana vimos como, en un arranque de imprudencia y de imperium presidencial, Otto Pérez quiso mandar a los padres del campeón Erick Barrondo a Londres. Yo digo que es el mismo feelling que ha de haber tenido el alcalde de San Cristobal Verapaz cuando en un arranque de mini imperium municipal consiguió que su corporación -con ocasión de que Barrondo ganó una medalla de oro en Guadalajara 2011- le ofreciera al atleta un monumento, ponerle su nombre al estadio local, darle una pensión vitalicia y un bono de Q7,100. Todo ello con dinero ajeno tomado por la fuerza, y desviado de otras prioridades para este asunto tan políticamente convieniente en el momento. Ha de sentirse sabroso ser así de gamonal, cuando se puede hacer fiesta, lo que no te cuesta.
Otro ejemplo de ese altruismo que ensucia, pervierte y politiza es la decisión de los diputados en el sentido de asignarle al gran Erick Barrondo un obsequio de Q500 mil. ¡Otra vez con dinero ajeno tomado por la fuerza! A ninguno de los representantes, claro, se le ocurrió que, como el campeón es digno de admiración y respeto, y quizás de algún tipo de reconocimiento en dinero (porque el dinero es una expresión de valor), ese reconocimiento debería salir de sus bolsillos. ¿Quién de ellos habría estado dispuesto a homenajear a Barrondo con los Q4010.34 que le hubiera tocado?
Yo no digo que el campeón no merezca homenajes; pero de verdad cuestiono el valor de los homenajes que son fruto de la expoliación y de la de la demagogia de los pipoldermos. Con actos así echan a perder victorias honestas como la de Erick Barrondo. Los chapines deberíamos poder homenajear a nuestros campeones sin que para ello mediara el uso de la fuerza. Por ejemplo, hay una empresa comercial que le obsequiará a Barrondo un set de línea blanca para equipar su hogar. ¡Eso es virtuoso, porque es generosidad propia, voluntaria y pacífica! En cambio lo que hacen los pipoldermos es perverso y menoscaba la dignidad humana.
¡Ojalá que no echen a perder a Erick Barrondo! Que no lo conviertan en un cliente del sistema perverso que cría víctimas y súbditos. Cuando regrese a Guatemala, Barrondo tiene la oportunidad de convertirse en ejemplo para los jóvenes y en un emprendedor exitoso; o puede plegarse al sistema, y sentarse a esperar -o a exigir- el privilegio de que los pipoldermos destinten rentas parasitarias en su beneficio.
El campeón puede conseguirse un buen representante que negocie buenos contratos con las empresas que -voluntaria y pacíficamente- quieran usar su nombre y su imágen para publicidad. Puede poner un negocio que no sólo le de dinero suficiente para mejorar su calidad de vida, y la de su familia, sino que le permita hacer actos de benevolencia para quien él quiera.
Barrondo puede crecer, o puede doblar la nuca y someterse al sistema del que ya ha escapado, y del que los pipoldermos no lo quieren dejar salir para servirse de él. Sería una lástima, para los jóvenes chapines, que Barrondo se pierda en el fango de la victimización, el clientelismo, la demagogia, el servilismo y la megalomanía que suele rodear a los pipoldermos.
*Pipoldermos: pícaros políticos que por el momento detentan el poder.