¡Como no, Chon!, el caso de Puerto Quetzal y TCB

El proyecto se hubiera caído si se anuncia, dijo el interventor de la Empresa Portuaria Quetzal, al tratar de justificar la secretividad con la que fue manejado el usufructo apara la empresa Transporte de Contencedores de Barcelona.

Los que leen Carpe Diem con frecuencia saben que opino que el estado no debería ser propietario, ni administrador de puertos, aeropuertos y otros servicios.  Supondrán que yo debería estar a favor de los usufructos, a modo de sucedáneos frente a la desincorporación.  Empero, es inaceptable que este tipo de negocios públicos sean efectuados en secreto para evitar que se caigan.  La transparencia en los negocios públicos debe ser una conditio sine qua non y los pipoldermos no deben estar facultados para hacer negocios públicos a espaldas de los tributarios y de los electores.  Ni siquiera si tuvieran buenas intenciones.

La excusa del Interventor confirma -como si hiciera falta- que todo el sistema de la administración pública está podrido y que las autoridades no tienen la capacidad de operar con transparencia…porque se les caen los negocios.  En parte es porque los pipoldermos alcahuetean mucho a los grupos de interés; y en parte es porque su credibilidad administrativa está por los suelos en la medida en la que las instituciones se han ido deteriorando.

¿Qué más negocios ocurren en escondidas para que no se caigan?

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