Los publicanos en una situación difícil, no les alcanzan los impuestos

La Superintendencia de Administración Tributaria, y toda la Administración de Otto Pérez Molina, se encuentran en una situación difícil.  No les salen las cuentas.  No están recibiendo el dinero que quieren.  ¿Están desesperados?   La SAT impulsa medidas administrativas adicionales para poder compensar parte de la pérdida de ingresos, leemos hoy, que dice el recaudador; y, por su parte, un diputado recomendó que  la SAT revise las metas de recaudación acordadas  derivado de los cambios macroeconómicos debido a la coyuntura internacional y el retraso para implementar las leyes tributarias  aprobadas en enero pasado.

De todo se ve, menos el ánimo de no seguir cargando a los tributarios con impuestos; menos el ánimo de recortar los gastos supérfluos y lujosos; menos los gastos destinados a satisfacer las demandas de los grupos de interés que viven del Presupuesto.  Se ve de todo, menos de enfrentar la crisis con dos dedos de frente y detener el desperdicio.

Esa desesperación ¿es la que lleva a la administración a coquetear con la idea de reformar el artículo 133 de la Constitución; artículo que, en defensa de los guatemaltecos evita que el gobierno eche a andar la maquinita impresora de billetes y desate la inflación para pagar los gastos de los políticos y sus funcionarios?

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  1. Cuando era niño, mis papás “me daban mi domingo”, para que comprara o hiciera lo que quisiera con ese dinero.

    Conforme pasaba el tiempo, quería comprar cosas que superaban en precio a lo que sabía que tenía disponible y por mas que lo pedía, no me aumentaban la cantidad.

    Entonces descubrí que si en lugar de gastarlo, lo guardaba, después de X tiempo, tenía lo suficiente para comprar lo que deseaba.

    Eso me hizo querer mas cosas, pero como no quería esperar el tiempo necesario para reunirlo y no me daban mas, entonces con un poco que había reunido, fui a una tienda y compré algunas cosas que sabía que necesitaban en casa y algunos dulces, luego los vendía a un precio un poco mayor, de puerta en puerta a mis vecinos y amigos del barrio, que me compraban contentos de no tener que hacer el viaje a la tienda.

    Probablemente no sea el mejor ejemplo en cuanto a economía y uso eficiente de los recursos, pero con ocho años descubrí y puse en práctica conceptos como el ahorro, la inversión y el costo de oportunidad, descubrí que con la misma cantidad de dinero, si lo ponía a trabajar podía obtener mayores beneficios, también descubrí que no podía comprar mas de lo que el dinero que tenía, me permitía comprar.

    Me pregunto ahora, ¿ese concepto básico, de no comprar mas de lo que el dinero que se tiene permite comprar, no se podrá aplicar en este caso?. Es cierto también que con mi pequeño negocio, no tenía que estar pagando comisiones, mordidas, prebendas, ni había gente que quería disfrutar gratis, lo que a mi me costaba ganar.

    Saludos.