25
Dic 11

Mi tradicional desayuno de Navidad

Un tamal colorado y otro negro son mi tradicional desayuno de Navidad.  ¡Que gozo siento cuando abro las hojas de maxán y me encuentro con los colores brillantes de estas delicias de la cocina guatemalteca!  Al mismo tiempo, los aromas intensos de ambos tamales invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por una montaña rusa de recuerdos y alegrías.  El momento culminante, sin embargo, es cuando la masa gentil y el recado poderoso llegan a mi paladar.  ¡Aaaaah, que cosas mas ricas!

Para el desayuno de la Navidad me gustan mis tamales acompañados con café; y este año el postre fueron galletas.  Algunas de las galletas tradicionales que eran elaboradas en las casas de mi abuela, Frances, y de mis padres.  Eso sí, ahora elaboradas en mi casa.

Los tamales de Navidad, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolì) y, en el caso de los negros, con chocolate. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, y pollo.  Aunque a mí me gustan más los de cerdo.

Los tamales tienen raices precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente adicionales. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de plátano y de maxán en las que son envueltos. Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las aceitunas, las alcaparras y las almendras.

Los de doña Estelita son la receta de su madre y su familia es de San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo.

El teléfono de doña Estelita, por cierto, es 2474-0260.


24
Dic 11

Venus sobre el volcán de Agua

Este es Venus sobre el volcán de Agua, sobre el valle de la ciudad de Guatemala en esta Nochebuena.


24
Dic 11

La cena de Nochebuena

Mi madre, dos de mis sobrinos y mi hermana pasaron un rato hoy en la noche; también algunos amigos.  Buena música, delicioso Merlot y la cena que nos quedó estupenda complementan una noche muy agradable.  Faltan las luces de la media noche y los regalos.

Esta vez hicimos pavo relleno, con la receta de mi bisabuela; e hicimos ensalada Waldorf por primera vez.  Yo no era muy amigo de esta ensalada porque las he probado con mayonesa y no me parecía algo particularmente agradable.  Empero, esta vez hicimos un aderezo dulce, de crema y huevos que casi me saca las lágrimas.  Como siempre, mi parte favorita del pavo es el relleno, y he estado comiendo cucharadas de él.  Lo de usar este aderezo se me ocurrió porque hace dos años probé algo parecido en casa de mi amiga, Carmen F. y realmente era otro nivel.

¿Cuál es el complemenento perfecto de esta noche? Pasarla con las personas a las que uno ama y recibir las llamadas de los amigos que lo quieren a uno.


24
Dic 11

El incendio en la fábrica Flamingo

Así se vio el incendio de la fábrica de calcetines Flamingo, desde mi balcón. De lunes a domingo, todos usamos calcetines flamingo era el slogan de esta empresa.  Cuando yo era niño, para la celebración de mi cumpleaños 11, o 12, un cuate me llevó a regalar una caja de estos calcetines y recuerdo que eran varios y de muchos colores.  El slogan era pegajoso porque fue lo primero que me vino a la cabeza cuando me enteré cuál era el origen de la humazón.

El slogan de Flamingo es un clásico de la industria chapina; junto a La cigueña los trae y Mi amigo los viste, de los almacenes Mi amigo; No diga dólar, diga quetzal, no diga acumulador, diga Tikal, de los acumuladores Tikal; o Tan guatemalteco como tú, de Pollo Campero.


24
Dic 11

Imprudencias en el transporte extraurbano

Estos iban, ayer, sobre la Calzada San Juan; pero no son los únicos.  El miércoles, por el monumento a Tecún Umán vi a otros en circunstancias parecidas.


23
Dic 11

Aromas de Navidad

La Navidad me huele a ponche, manzanillas y pinabetes.  Huele a los nacimientos en las casas de mis abuelas, y a la cena y al intercambio de regalos en la casa de mis papás. Huele a mincemeat pie y a galletas recién horneadas. Tiene el aroma de sentarse en la acera a quemar cohetes ¡de uno en uno! Huele a tamal negro y tamal colorado para el desayuno del 25; y a caldo de huevos, hecho con los huesos del pavo, para el almuerzo.

Es la fiesta en la que más disfruto las sonrisas de mis sobrinos y las llamadas de mis amigos. ¡Me encanta el espíritu de Navidad!  Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, compartir con los que no tienen, y en mi caso, turrones y tamales.

Es una lástima que los enemigos de la alegría y del placer aprovechen para emprenderla contra lo que califican de consumismo. ¿Preferirían, quizás, que el mensaje navideño fuera: Llorad y arrepentíos, en lugar del que se manifiesta con la tradicional algarabía?

En el aspecto material, lo que otrora fuera las fiestas saturnalias –de los romanos– genera corrientes inmensas de ingenio y de emprendimiento.  Creatividad que produce alimentos, ropa, juguetes, luces, adornos y numerosos objetos de placer.  Muchas gentes tienen trabajo durante todo el año para preparar la parafernalia navideña.  De modo que lo que los scrooges critican como la parte maligna de la Navidad, resulta ser el pan de cada día y una vida digna para miles y quizás millones de familias alrededor del mundo.

La que estamos celebrando es una fiesta poderosa, cuyo encanto inocente y alegre invade a todo aquel que se relaja y tiene algo de niño.   Usted dirá que soy un cursi; pero aquí, y haciendo cálculos, los mejores recuerdos de mis navidades siempre han involucrado sonrisas.  Desde sonrisas inocentes, hasta sonrisas pícaras, pasando por sonrisas de complicidad y sonrisas de sí, yo también siento algo de nostalgia, pero me aguanto como los machos.

Dada su popularidad, parece evidente que los  humanos, de casi todos los colores y convicciones, disfrutamos de un festejo universal que nos recuerda los principios que valoramos, una fiesta propicia para intercambiar regalos y halagar a las personas que amamos.

Si alguien lee estas líneas: ¡Muchas bendiciones!, y que esta Noche Buena la pasen rodeados de amor y en paz.

Esta columna fue publicada por El Periódico.


23
Dic 11

¡Que alegre, ya vinieron los tamales!

Los tamales, para la Navidad, ya vinieron a casa.  ¡Por supuesto que vinieron colorados y negros y, por supuesto que son de cerdo!  Esas delicias me están haciendo ojitos; pero a mí me gusta comer los primeros para el desayuno del 25.

¡Como disfruto de su sabor y aromas intensos!  ¡Cómo me gustan sus colores brillantes y su textura suave y acariciadora del paladar!

Este año no llegué a tiempo para ver cómo los armaban; pero el año pasado si tuve la dicha de ver ese proceso complejo y extramadamente cuidadoso.  Los tamales bien hechos son una muestra de excelencia culinaria que a mí me deja maravillado y contento.  Desde la textura y el sabor de la masa, hasta el doblado perfecto de las hojas, pasando por la sazón del recado.

De niño, recuerdo haber comido los de mi bisabuela, Adela; y los de mi tía abuela, La Mamita; pero lastimosamente no recuerdo su sabor que deben haber sido maravillosos, dado que eran cocineras estupendas.  Recuerdo muy bien los de mi tía Baby, que también eran riquísimos y su receta derivaba de la de mi bisabuela.  También recuerdo que, durante un tiempo, le compraba tamales a una señora de por allá por el barrio de Gerona; y esos eran muy sabrosos.

Actualmente, y para mí, los tamales de doña Estelita son los mejores de todo el universo mundo.  Su sazón es impecable y usa ingredientes de primera.  Me encanta que no es tacaña con el recado, ni con los aderezos.  Y amarra los tamales como debe ser.

Los tamales de Navidad, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolì) y, en el caso de los negros, con chocolate. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, y pollo.  Aunque a mí me gustan más los de cerdo.

Los de doña Estelita son la receta de su madre y su familia es de San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo.

El teléfono de doña Estelita -que, en casa, nos ha hecho dichosos con sus tamales durante casi 25 años- es 2474-0260.


21
Dic 11

¡Ya hay galletas navideñas en casa!

Desde que era niño, una de las actividades navideñas que más disfrutaba era la de hacer galletas. Y anoche, mientras las hacíamos en casa, recordábamos cómo -en casa de mis padres- la elaboración de estas delicias ocupaba tres tardes enteras.

La mayoría de las recetas eran de mi abuela, Frances; pero mi madre tenía las suyas. Y hacíamos una gran variedad. Ahora mismo se me ocurren los gustanitos de almendras; las de nueces congeladas, las de cardamomo, las barras de nueces y dátiles, las de jengibre, las de café, las de Lotte Kunze (de mantequilla y limón), las de molasses y las de la foto (que son las que hicimos anoche en casa): de Corn Flakes y mosh, de mantequilla de maní y chocolate chips, y las de árbolitos (que son de almendras).  ¡Aaaaaaaaaaah!, como me gustaba, y como me gusta, todavía, comer la masa de las galletas de Cornflakes y mosh.

Estas últimas, por cierto, no me salieron bien de aspecto; pero están deliciosas.  Sospecho que fue por la mantequilla porque siempre medimos cuidadosamente las cantidades.

En casa, cuando era crío, mi madre tenía que poner bajo llave las latas llenas de galletas para evitar que los niños nos las comiéramos antes de la Nochebuena. Todavía disfruto, como disfrutaba entonces, de sentarme a ver televisión, o a leer, con un vaso de leche bien helada y un plato de galletas variadas.


21
Dic 11

Mi “nieto”, Tochumaru, de temporada en casa

Este es Tochumaru, mi nieto hamster que vino a pasar una temporada en mi casa. Tochumaru es megainquieto y es divertido jugar con el. Me gusta mucho lo suave de su pelambre, y la forma en que usa sus deditos para encarmarse y agarrarse.


20
Dic 11

¿El principio del fin para la guerra contra las drogas?

No queremos cometer los mismos errores que ha cometido los Estados Unidos, no queremos ser prohibicionistas porque la guerra contra las drogas está perdida desde hace tiempo dijo Jonas Grönhög del Servicio Social y de Salud de Suecia, luego de que el Parlamento de aquel país aprobó una ley que regula el cultivo, uso y comercio de marihuana.

¿Es esto parte del principio del fin de la guerra perdida contra las drogas? Y Guatemala, ¿seguirá el camino de México -como para poner 50,000 muertos en esa guerra, o seguirá el de Suecia?