La tragedia en Haití

Mi amigo David está en Puerto Príncipe y no ha respondido a mis correos electrónicos; y mucha de la familia de mi amigo Louis está allá. Cuando le pregunté a este si tenía noticias de Haití, me dijo que no había muchas comunicaciones y que el epicentro había sido cerca de su antiguo barrio.
Cuando veo las fotos y vídeos de lo que ha ocurrido en Haití se me pone la carne de gallina y no puedo sino pensar en lo espantoso que debe ser para la gente que está allá. Veo la devastación y los muertos en la calle y la cabeza me da vueltas.
Recuerdo muy bien el terremoto de 1976 en Guatemala; sismo que dejó alrededor de 23,000 muertos; pero nunca vi un cadáver en la calle. Eso sí, caminé por el barrio El Gallito el mero 4 de febrero, cerca de las 7:00 a.m., y pude ver la destrucción, el desconcierto, la tristeza y el miedo. También recuerdo las fotos que vi de San Martín Jilotepeque, Zaragoza y otras poblaciones guatemaltecas que fueron arrasadas, y recuerdo las historias de entierros en fosas comunes.
Tragedias como estas inmediatamente hacen brillar lo humano en nosotros. La ayuda y la generosidad se volcaron hacia los guatemaltecos en 1976 y se están dirigiendo a los haitianos ahora, en 2010. Empero, hay una realidad que no está de más meditar, aún en medio de lo urgente que es el corto plazo. Sin duda urgen agua, medicinas, ropa, alimentos y otras cosas para aliviar el sufrimiento de los haitianos; pero…¿y mañana?
Es un hecho que los países ricos sufren menos con los desastres naturales. Incluso en las regiones pobres de los países ricos, la gente sufre más por los desastres naturales, que en las regiones ricas de aquellos mismos países. Evidencia de lo primero es que el terremoto de Haití, que fue de 7.0 grados Richter, dejó allá cerca de 100,000 muertos; en tanto el terremoto de Loma Prieta, California en 1989, también de 7 grados en la misma escala, dejó allá menos de 70 fallecimientos. Evidencia de los segundo es que el huracán Katrina hizo estragos en Louisiana, que no es precisamente uno de los estados más ricos de la Unión Americana. Mi amigo Roberto, que vive del lado de Texas, en la frontera con México, cuenta cómo es que, cuando hay huracanes muere menos gente del lado tejano, que del mexicano. Parece evidente que las sociedades ricas son sociedades menos vulnerables.
¿Qué se necesita, entonces, para que en países como Guatemala y Haití muera menos gente a causa de terremotos, huracanes, y otros fenómenos naturales? Ya lo dice mi amigo Richard Ebeling: Un sistema de libertad que permita la prosperidad.
1. Derechos de propiedad para todos.
2. Libertades civiles y derechos individuales iguales para todos.
3.Un gobierno que proteja los derechos de todos.
4. Impuestos bajos, transparentes y predecibles.
5. Un sistema monetario no inflacionario.
6. Libertad de intercambio.
7. Políticas que no sean envidiosas contra aquellos que son empresarialmente exitosos.
Si las sociedades ricas son sociedades más seguras, ¿qué nos detiene? Cuando nos golpea la desgracia, agradecemos la generosidad, la valentía, el consuelo, y la bondad de nuestros amigos y vecinos; pero la de asegurarnos de que no volvamos a ser tan vulnerables, esa es responsabilidad nuestra y ahora.
…y ahora, mis pensamientos están con los haitianos.

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