Wachik´aj, la democracia y ProReforma

Sigo comentando las críticas que el blog Wachik`aj pretendió hacerle al proyecto de reforma constitucional ProReforma; y esta es mi tercer entrega. ¿Por qué me estoy ocupando tanto de esto? Porque W es un catálogo de los prejuicios y las superficialidades más comunes acerca de aquel proyecto; y porque es una buena oportunidad para conversar sobre un tema tan importante.

Martín, el autor de W, desenfunda su espada a favor de la democracia y dice que “democracia es el juego de diálogo entre distintas formas de ver el mundo que se someten a las urnas para ver quién convence a más ciudadanos”; y añade, sin duda refiriéndose a los promotores de ProReforma, que “eso no lo tienen claro”. W lanza, ¡otra vez y otra vez!, acusaciones infundadas.

El libertarianismo, que une a muchísimos promotores de ProReforma, tiene clarísimo cuál es el papel de la democracia; y como Martín pasó “cinco años de su vida leyendo todo lo que pudo sobre el liberalismo”, incluida la obra de Friedrich A. Hayek, seguramente recordará que el Nóbel se ocupa muy bien de ese tema.

Y yo, humildemente, escribí hace ratos unas meditaciones al respecto, mismas que voy a usar –revisadas– para esta argumentación[1]. Hace años me gustaba una frase de Tomás Mazaryk[2], citada por Vaclav Havel[3], que decía que “la democracia es una discusión. Siempre es una discusión de acuerdo y consenso, lo cual implica un compromiso…y movilizar los instintos para determinar qué tipo de compromiso es aceptable y cuál no lo es”[4].

Me gusta la frase de Mazaryk porque veo que es un contrapunto[5] útil para reforzar la definición de democracia, entendida como una buena forma pacífica para elegir y cambiar autoridades y tomar ciertas decisiones; como una forma de toma de decisiones que protege la libertad; y como una buena forma de educación cívica[6]. Esto es lo que muchos liberales entendemos por democracia, y por eso es que la apreciamos mucho, dentro de aquellos límites.

Esto de los límites es importante porque si llegáramos admitir que la mayoría puede imponerse sobre minoría, y que todo está sujeto a acuerdos y compromisos, ¿qué ventajas tiene la democracia sobre otras opciones? Si la democracia es un sistema social en el que la vida, la propiedad, y los frutos del trabajo y del intelecto de cada uno están a merced de cualquiera que obtenga el voto de la mayoría, entonces ¿para qué querríamos la democracia?

Aquí viene algo más que es útil de la cita de Mazaryk: en democracia es preciso definir qué compromisos son aceptables y cuáles no; porque la democracia sin estado de derecho es inadmisible. Pero, ¿qué es el estado de derecho? Es un sistema en el que el ejercicio del poder (incluido el de la mayoría) está sujeto a la limitaciones señaladas por la Constitución y las leyes[7]; y en el que el imperio de la ley se extiende por igual a todas las personas (sin importa su etnia, su sexo, su nacionalidad, o su clase).

Es uno en el que la vida, la libertad, la propiedad son derechos de todos[8]; y uno en el que estos derechos no pueden ser violados por los intereses de nadie (por más mayoría que lo apoye y por más compromisos que haga). Las limitaciones a las que hacía alusión en el párrafo anterior están estrechamente relacionadas con la protección de estos derechos, a los que el poder (de la mayoría, o de la minoría) no debe tener posibilidades de vulnerar sin que tenga que enfrentar consecuencias jurídicas.

En una democracia -para que sirva a la cooperación social pacífica y a la prosperidad- la ley es un medio para proteger aquellos derechos y para garantizar el cumplimiento de los contratos. La ley no debe ser utilizada para violar los derechos, ni para violar los contratos, aunque aquello sea del interés de muchos. La ley, entonces, sólo puede ser igual para todos, sólo puede ser general y sólo puede ser abstracta. La ley no debe crear privilegios de ninguna clase. La ley no debe decirle qué hacer, sólo puede decirle qué no hacer. En sus críticas, W se enreda con esto de los derechos y los intereses, tema que abordaré después.

Si no ha de decepcionarnos y si no ha de servir para que unos se impongan sobre otros, la democracia –debidamente acompañada por el estado de derecho– no sólo puede ser una forma pacífica de tomar decisiones, sino que debe tomar en cuenta la protección los derechos de todos; incluidos los de la mayoría más pequeña de todas, que es el individuo.

A W no le gustó una frase de ProReforma que dice que “el sistema actual permite que gobiernos populistas con retórica paternalista lleguen al poder”; y, como Perogrullo, descubre que “si ganan partidos que se dicen de izquierdas en elecciones democráticas, es porque los que son de derecha perdieron”. También descubre “que populismos hay de derechas y el mejor ejemplo es El Salvador con Arena”; para luego incurrir, otra vez, en la manía de no argumentar lo que los promotores de ProReforma decimos, o hacemos, sino criticar lo que él dice que los promotores decimos, o hacemos. W pregunta que si los promotores de ProReforma prohibiríamos “que la izquierda paternalista participe, o que si participa y gana no pueda actuar”.

Repito que argumentar así arrastra el nivel a la conversación. ¿Notó usted que el texto de ProReforma no hace alusión a la izquierda que menciona W? ¿Notó la manipulación? A los promotores de ProReforma nos incomodan los gobiernos populistas con retórica paternalista, ¡de izquierdas, o de derechas!, y si W no fuera tan manipulador en sus críticas superficiales, les hubiera ahorrado a sus lectores tiempo y esfuerzo alrededor de una idea que él pretende colgarle al proyecto, y que el proyecto no tiene por ninguna parte. ¡En una buena argumentación, no se debería valer eso que hace Martín!

Ahora bien. Esa incomodidad que muchos tenemos contra el populismo paternalista no sólo tiene que ver con su naturaleza engañosa. Tiene que ver con el hecho de que las experiencias en donde este ha sido puesto en práctica, demuestran que los gobernantes populistas y paternalistas usan la democracia para hacerse del poder y luego no dudan en arrasar los derechos individuales de las personas en nombre del interés nacional, del interés de clase, del interés de la etnia, del interés del partido, o del interés general. Dígame, usted, si no. Así fue en la Alemania nacionalsocialista y en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Así es más cerca y ahora, en lugares como Venezuela y Nicaragua, en donde críticos inflamados, como el autor de W no serían tolerados por los regímenes democráticos de turno, si las críticas se opusieran a los designios de quienes ejercen el poder.

Próximamente, como lo comenté arriba, abordaré el tema de los derechos y los intereses, en el que W hizo piruetas y se somató.

[1] Luis Figueroa, ¿Caballo de Troya?. http://www.eleutheria.ufm.edu/, Primavera, 2005
[2] Tomás Mazaryk fue el primer presidente de Checoslovakia (1918).
[3] Presidente de Checoslovaquia y luego de la República Checa (1989).
[4] Sondra Myers. La democracia es una discusión. Connecticut College, Connecticut, 1997. P. viii
[5] En música, el contrapunto es la técnica de composición que combina diferentes líneas melódicas con coherencia armónica.
[6] Friedrich A. Hayek. Los fundamentos de la libertad. Unión Editorial, Madrid, 1978. P. 148-150.
[7] Leyes como normas generales y abstractas, claro; y no como reglamentos particulares y específicos.
[8] Si quiere saber por qué es que los derechos son estos, y no otros, vea http://www.isil.org/resources/introduction-spanish.html

Comments

comments

1 comment

  1. Roberto Farfàn

    Disfruto mucho leyendo los argumentos Luis, por que no encontramos argumentos en quienes atacan proreforma?Mi suegra me dijo, “Proreforma es la propuesta del CACIF y està llena de ilegalidades” y yo le conteste: “ok, suegrita. desgranemos su comentario, en que parte exactamente se beneficia al CACIF? y luego digame Ud 3 ilegalidades, las que mas le molesten”… no pudo.