El domingo estuve en el Parque Central de San Juan Comalapa; y con un grupo de vecinos del lugar, y de jóvenes voluntarios de ProReforma, presentamos el proyecto y recibimos firmas de apoyo.
¡Me gozo mucho este tipo de actividades! Me da muchos ánimos la forma en la que la gente se acerca para preguntar acerca del proyecto; y cómo es que -a pesar de las decepciones a las que constantemente son sometidas- las personas siempre tienen esperanzas y entusiasmo. Me anima la forma en la que la gente llega con sus hijos, con sus parejas, o sola y ofrece su apoyo. Me llena de ánimo la forma en la que la gente se muestra interesada en exporar nuevas opciones para salir de la miseria y de la inseguridad.
Me anima, digo, porque el ambiente en poblaciones como Comalapa -afectadas por fenómenos como la migración hacia los Estados Unidos a causa de la falta de oportunidades, o como el de la guerra de la URNG- es un ambiente distinto al de la ciudad capital. Me impresionó mucho la visión práctica de las personas, y el nivel de entendimiento que tienen en cuanto a la importancia de la vida, la libertad y la propiedad como valores que deben ser protegidos con decisión, energía y de la mano de la ley. No una ley para algunos, sino una ley para todos, sin privilegios.
Me impresionó que ideas como estas no le sean ajenas a una población en la que abundan las imágenes del Che Guevara; y en la que una persona se acercó a comentar que él había sido patrullero de autodefensa civil y que quería saber si por medio de ProReforma se le iba a pagar por aquel servicio que había prestado en los años 80.
¿Saben qué más me impresionó? La cantidad de mujeres que acudieron a firmar y el hecho de que más mujeres que hombres dejaban anotado su correo electrónico en las hojas de apoyo a ProReforma.
En este tipo de paseos me gozo mucho de caminar por el mercado y platicar con la gente acerca de sus productos. A mí siempre me causa mucha gracia el sentido del humor -entre negro y fino- que tienen muchas señoras en mercados como el de Comalapa.
Al concluir la presentación en el parque, fuimos a comer pollo frito y a tomar cerveza en un restaurante de la localidad; y el pollo estaba delicioso. Frito, pero no grasoso; lleno de sabor. Y un detalle interesante es que, en el lugar, tanto los cocineros como el mesero eran patojos de entre 14 y 18 años de edad. Nos habían recomendado que comiéramos algún caldo del lugar, o pollo en amarillo; pero me alegro mucho de haber ido a ese lugar y de haber comido el pollo frito.
Comalapa es famoso por sus pintores de arte naïf y por eso es que había oído mucho de esa población. Ahora, tengo recuerdos muy agradables de un pueblo lleno de gente muy amistosa, platicadora y cívicamente comprometida.
Felicitaciones, creo que el eco esta creciendo, la foto No. 16 me parecio interesante, el caballero esta lleno de simbolos, a mi me parece que algunos si entienden, ja ja. nuevamente felicitaciones.