1. Repulsión fue lo que sentí el 3 de enero cuando vi la noticia de que Evelyn Isidro, de sólo 7 añitos había sido decapitada. Según informaciones periodísticas los monstruos responsables de semejante atrocidad fueron dos sujetos que confesaron haberla secuestrado, violado, asesinado y enterrado.
Esos dos degenerados iban a ser linchados por vecinos y amigos de los padres de la pequeña víctima; pero ese acto de venganza fue evitado por la PNC. Según el Ministerio Público se podría pedir la pena de muerte contra los victimarios de Evelyn; y yo pregunto ¡¿de qué jodidos serviría si hay una cola de condenados a muerte y el Estado de Guatemala no tiene la autoridad moral, ni las agallas, para ejecutarla y hacer cumplir la ley en beneficio de la justicia?!
A mi me cuesta mucho escribir a favor de la pena capital, siendo que digo sostener la vida como el valor supremo y sabiendo que los tribunales pueden cometer errores. Sin embargo, bestias como las que segaron la vida de Evelyn ¿se merecen algo menos que la aplicación de la ley? Digo esto porque, precisamente, el Código Penal establece aquella pena para los culpables de violación agravada, asesinato, o secuestro. Yo quisiera que algún día desapareciera la pena capital; pero en tanto esté ahí los funcionarios cometen pusilanimidad y cobardía moral al no aplicarla.
En aquel contexto, la pena de muerte es el costo que tienen que pagar los humanoides que asesinan, secuestran y violan. Esto es justicia retributiva, que no debe confundirse con la venganza, que es inaceptable.
En el caso de engendros como los asesinos de Evelyn y la obligación que tiene el Estado de hacer justicia, yo tomaría en cuenta que uno de los propósitos de la pena es proteger a futuras víctimas y el otro es la ya citada justicia retributiva. Y también que toda persona que comete un crimen horrible, como son los cometidos en este caso, debe recibir el castigo estipulado por la ley.
Yo se que muchas personas religiosas tienen objeciones sobre la pena de muerte y son responsables de la cola de condenados mencionada arriba; pero al leer las escrituras se ve claramente que a veces Dios aplica la pena él mismo, y a veces usa a otros para aplicarla en su nombre.
Por todas las Evelyns que no han recibido justicia, estos asesinos y otras escorias parecidos deben ser sentenciados a la pena que les corresponde; y los funcionarios que están a cargo de hacer que se cumpla están obligados a ejecutar la condena. Si no lo hicieren, como no lo ha hecho en otras ocasiones, ¡declárense incompetentes, sapos de alma, pusilánimes y ñaques!, o cambien la ley.
2. Libertad para Kareem: Hacinado en una celda, en Alejandría, se encuentra el estudiante Kareem Amer, de 22 años, desde hace más de un mes. ¿Por qué está ahí? Por “difamar al presidente de Egipto” y “destacar aspectos inapropiados que dañan la reputación de aquel país”. Como dicen Dalia Ziada y Jesse Sage en el Internacional Herald Tribune, si los estándares de censura de los fiscales de Alejandría fueran aplicados en los Estados Unidos, en Europa [o en Guatemala] miles y miles de bloggers estarían detrás de las rejas. El principio básico de la libertad de expresión no es respetado en Egipto y la decisión de las autoridades egipcias de encarcelar a un joven estudiante, por ejercer dicha libertad, muestra que en el Oriente Medio hay una lucha constante y ardua entre los bloggers disidentes y los censores oficiales.
Por favor firme una petición para la liberación de Kareem en http://www.hamsaweb.com/c2/home.php?id=Kareem, o escríbale al embajador egipcio en Guatemala, Maher Baddar, a la 5ª. Avenida 10-84, zona 14. El lunes, también puede llamarlo al 2333-6296.
Por favor, como individuo y como persona, tome un momento para ayudar a Kareem; él no ha cometido crimen alguno y debería estar libre. Recorte esta nota y póngala donde le acuerde apoyarlo.
Publicado en Prensa Libre el sábado 6 de enero de 2006.
Pues estoy totalmente de acuerdo contigo en lo que respecta al caso de Evelyn… yo me encontraba de vijae y cuando regrese hace unos dias me entere ya tarde, pero siempre con un sentimiento de frustracion de saber que la aplicacion de la ley en nuestro país es tan pasiva, que no encuentro todavía un castigo que sería el aceptable para ese crímen tan grande… y muy importante tu aclaración de que “Esto es justicia retributiva, que no debe confundirse con la venganza, que es inaceptable.” Saludos.
Casos como los de Evelyn definitivamente dan colera, y la lenta aplicacion de la ley realmente molesta. Como bien lo comentabas, y comparto tu opinion, lo importante en estos casos, es hacer Justicia, por medio de la aplicacion la ley. El castigo de ellos deben pagar por sus actos, es la pena de muerte y punto. Si deberia o no deberia existir la pena de muerte es un tema muy aparte, lo cierto es que exite en nuestra ley, y la ley se debe de aplicar por igual a todos.
Yo estoy totalmente a favor de la aplicación de la pena de muerte y con gusto abriría una botella de un buen vino si se aplicara en Guatemala con tantos asesinos, psicópatas, depravados y políticos y civiles corruptos que han llevado a muchos chapines a la muerte y la miseria.Encontré este artículo (en inglés) en defensa de la pena de muerte desde una postura católica. Me parece una muy buena idea que lo visiten: http://www.stephenbainbridge.com/2006/12/hanging_saddam.html
Game OverPor Marcela Gereda – Madrid, 6 de enero de 2007marcela.gereda@gmail.comEl Periódico, de mi país, anunció ayer la violación, asesinato y decapitación de Evelin Karina Isidro Vásquez, de siete años, el día de Año Nuevo en el barrio marginal de la ciudad capital, El Mezquital. Una vez más, el asesinato fue una de esas misiones que los homies se imponen. Su manera de dar sentido a su constelación: morir asesinando, living la vida loca.Extorsión. Homicidio. Violaciones. Mutilaciones. Estos son algunos de los servicios que prestan día a día las maras a la sociedad guatemalteca. Las maras son hijas de las dictaduras represivas, de las políticas de exterminio y el carnaval sanguinario que instauraron Lucas García, Ríos Montt, Chupina, Mejía Víctores, en nombre del capitalismo oligárquico: el mundo demencial de las masacres, el horror, el asesinato de niños a golpes o tirados vivos a fosas donde se lanzaban cadáveres de adultos, amputación de miembros, violaciones a las mujeres, empalamientos, extracción de ojos, quemados vivos, extracción de vísceras a víctimas vivas en presencia de otras, encierros en estado agónico hasta la muerte, abertura de vientres a mujeres embarazadas y un pavoroso etcétera. El resultado de esto: la institución de la violencia y el genocidio.Esta institución y cultura de la violencia la vemos hoy en el rostro de los homies, sus tatuajes así lo expresan: “crazy life”, lo cual supone vivir la vida loca. Así le explica un Primer Palabra (jefe) a un adepto para congregarlo a la clica: “Mirá, bato, el rollo aquí es sencillo: sólo se trata de vivir la vida… la vida loca. De vivir el día a día, de hacernos el paro entre todos los batos; el resto de la banda pela, de ellos tenemos que vivir nosotros y se tienen que aguantar”.Vivir la vida loca, implica también una manera específica de consumo de marcas, símbolos y simulacros de una pertenencia social que no existe, una hiperrealidad.Es la hiperrealidad de la que nos habla Jean Baudrillard, en la que sugiere que el mundo en el que vivimos ha sido reemplazado por un mundo copiado, donde buscamos estímulos simulados. Simulacros. Máscaras. Llenando así un vacío momentáneamente.Baudrillard argumenta que todas la utopías de los siglos XIX y XX han expulsado la realidad de la realidad, y nos han dejado en una hiperrealidad vacía de sentido, pues toda perspectiva final ha sido como absorbida, digerida, dejando nada más que una superficie sin profundidad como residuo. Una realidad dispersa. Baudillard define la hiperrealidad como la simulación de algo que en realidad nunca existió.La pertenencia al barrio. La protección de los homies es una hiperrealidad legitimada por la crueldad y el sadismo con el que se ejecutan diariamente miles de injustos y lamentables asesinatos.Jairon Gilberto Borrayo, de veintidós años y ex pandillero de la mara Eigtheen Street, fue asesinado en el 2005 por otros pandilleros en una camioneta mientras intentaba sensibilizar a la gente sobre la realidad (hiperrealidad) de las pandillas, cantaba esta canción: “Vemos un hombre castigando a una persona de manera horrorosa, y esa persona resultó ser nada más y nada menos que su esposa, vemos a un niño con un arma perforando todo el cuerpo de su padre, pues se cansó de tanto abuso y salió en defensa de su madre, vemos a un joven atacando a un amigo por un kilo de cocaína, pues en el negocio de las drogas la traición y la codicia es la rutina, vemos un pueblo que se hunde en la violencia y se pregunta hasta cuándo, porque no sabe verdaderamente dónde es que el problema está empezando. Y nos escondemos para no comprometernos, y culpamos a la gente, culpamos presidentes y sistemas de gobierno, pero cambiándome a mi mismo es como traigo paz a mi tierra, porque es en el corazón donde comienzan las guerras”Esta es una buena muestra de la sensibilidad marera. De las razones y motivos por los que esa sensibilidad y esa moral se forman: son un producto concreto de una sociedad concreta. Una sociedad sanguinaria y violenta. Hija de dictaduras represivas, sistemas económicos que expulsan a sus miembros de sus mecanismos, y políticas de genocidio y exterminio. Estas políticas bélicas generaron un estado mental específico en la población: la fundación de la cultura del homicidio. La represión, el pánico y el castigo como forma de vida.Recuerdo una tarde lluviosa del 2004, cuando comprendí ese estado psíquico enfermo que había dejado la guerra en mi país. Hablaba con una familia kaqchikel de Comalapa. El padre, ex patrullero de las Patrullas de Autodefensa Civil; su hija había nacido con un problema de la vista, alguna ONG había ayudado a la familia para que se hiciera la operación con la debida atención y cuidado médico; mientras la niña aún tenía las gasas en los ojos el padre exclamaba llorando: “La nena nunca va a poder ver, aunque sea que la hayan operado”. A esto pregunté “Por qué, si ya la han operado, seguro que si va a poder ver”. A lo que él respondió: “No, no podrá ver nunca, porque ella es el castigo que Dios me mandó por las veces que le sacábamos los ojos a la gente.”“Game over” es el tatuaje que lleva un chico marero de veinticinco años: en un párpado se lee: “game”, y en el otro: “over”. Así es, el juego se acabó, miles de jóvenes viven día a día una vida que es homicidio y es sangre. Lágrimas y sufrimiento continuo. Cuántas Evelyn más permitiremos que se vayan del mundo de esa manera tan brutal. Cuántos Jairon y cuántas niñas con problema en la vista tendremos que aceptar como un “castigo divino” a causa de atrocidades cometidas por actores específicos de las políticas de exterminio de las dictaduras militares. Game over.
Pues…yo creo que la impunidad con que operan las maras y otros delincuentes tiene su orígen en la inefectividad del Estado guatemalteco para proteger la vida, la libertad y la propiedad de sus habitentes honrados. Ya que se habla de “la guerra”, uno de los efectos no intencionados de los acuardos de pacificación fue la confirmación de un mensaje perverso: si tienes suficinetes amigos influyentes y ejerces suficiente violencia durante suficinte tiempo, la ley y la justicia no se te aplican porque puedes pactar políticamente enbeneficio de tu impunidad y la de tus cómplices.