La miel con garbanzos, en la que se remoja pan de yemas, es uno de mis dulces chapines favoritos. En la Costa se hace con panela y aveces se le ponen frutas, como papaya.
Yo lo comía diferente porque La Mamita, mi tía abuela, lo hacía con azúcar y sin frutas. Y sin pan. Más de acuerdo con la tradición urbana capitalina.
La Mamita decía que era un postre muy difícil de hacer: primero, porque hay que pelar garbanzo por garbanzo a mano; y segundo, porque en aquel tiempo (en los 70) no había la buena calidad de garbanzos que hay ahora, y entre el momento del cocimiento los garbanzos se podían “pasmar” y quedarían duros (y encima ella no usaba olla de presión); y luego porque a la hora de ponerlos en la miel se corría el riesgo de que esta no “calara” y quedaran desabridos y desagradables. Ahora ya no se pasman por la calidad y por la olla de presión; pero si he probado garbanzos que no han calado.
En mi casa ya no se hace miel de garbanzos porque quiere mucho trabajo; pero de vez en cuando, y especialmente durante la Semana Santa, mi tío Rony hace un poco y mi mamá le encarga.