06
Jul 14

Olga Loya y la importancia de las historias

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Las historias son importantes porque nos recuerdan el pasado, nos hablan del presenta y nos hacen pensar en el futuro.  Todo pasa en una historia.  Hay historias diferentes historias para gente diferente; pero las historias son importantes para el corazón, para aprender diferentes cosas y para aprender como es que diferentes gentes hacen las cosas.  Para aprender diferentes culturas y para aprender que diferentes culturas tenemos las mismas historias, explica la contadora de cuentos, Olga Loya, durante una conversación que tuvimos a mediados de junio pasado.

En ella Olga nos habla de cuáles son las características propias de un buen cuento espantoso; acerca de lo distinto que es contar historias para niños y adultos; y acerca de sus historias favoritas.  También nos habla de su libro más reciente Momentos mágicos.

Antes de convertirme en contadora de historias profesional, yo era una escuchadora profesional.  Siempre me gustaron las historias, cuenta Olga Loya, al relatar que aprendió de su abuela y de su padre.  Ella creció en el Este de Los Angeles y comenzó contando historias de distintas culturas.  Luego descubrió las historias de América Latina y empezó a recordar los cuentos e historias de su infancia,  de su familia y de sus ancestros llevándola hacia sus raíces y hacia su cultura.  Las historias fueron y son muy poderosas, asegura.

Olga se presentó en la Biblioteca Ludwig von Mises para la celebración del viernes 13 en junio de 2014.


30
Dic 10

Dame mi nalga y de doy tu guacal II

Casi 6 de cada 10 guatemaltecos creen en los fantasmas.  A casi 5 de cada 10 chapines les da más miedo un fantasma, que un extraterrestre.  ¡Sorpresa!, casi 7 de cada 10 guatemaltecos creen que los gobiernos ocultan información sobre cosas somo los extraterrestres.

Yo crecí en una cultura en la que los fantasmas eran reales.  La mujer que nos cuidaba a los niños, cuando estábamos de vacaciones en Panajachel, hacía que viéramos debajo de nuestras camas, antes de acostarnos, por si había “algo” ahí.  Y una noche, luego de que murieron unos conejos en la casa, la cabra y las gallinas se alborotaron mucho.  ¿Y cuál fue la explicación de la mujer aquella? Que los espíritus de los conejos habían vuelto?

Mi primera historia de miedo, que recuerdo, fue aquella del niño al que su madre lo mandó a comprar carne, y habiéndose gastado el dinero le quitó una nalga a un cadáver y la sustituyó por un guacal.  En la noche, el espíritu del muerto desnalgado regresó para reclamarle al travieso: Dame mi nalga y te doy tu guacal.

En la casa de mi abuela, mi tío Freddy tenía un banderín con un par de tibias y una calavera; y cuando yo pasaba frente a su puerta, en las noches, lo hacía corriendo y sin ver para adentro.  En la televisión, solía quedarme despierto para ver las series de terror que se transmitían en los años 70; y no dormí durante 3 noche seguidas luego de que leí El exorsista, y de que vi El bebé de Rosemary.

Así anduve hasta que conocí el objetivismo y eso me curó de aquellas tonteras de fantasmas y de aparecidos.

Eso sí, hasta la noche en la que mi padre vino a espantarme.  Una noche, luego de soñar que mi difunto padre entraba a mi dormitorio, escuché con claridad una voz como de bóveda que llamaba: Luiiiiiiiiiiiiis.

El corazón se me aceleró y sudé frío porque la mezcla del sueño que había tenido y la voz clara que había escuchado me convenció de que el espectro de mi padre estaba ahí junto a mi cama.  Pero el objetivista en mí tomó el control y razonó que seguramente era un sueño y que, como los fantasmas no existen, lo más prudente era seguir durmiendo.

Me di la vuelta y me dispuse a conciliar el sueño.  Pero todavía despierto volví a escuchar: Luiiiiiiiiiis.  Y entonces sentí miedo del malo.  Mi cuerpo se congeló y sudé frío.  Y mi corazón latía como desdesperado.  Y me dije: ¡Puta, hoy si! De plano aquí está el muerto.  A los pocos segundos, sin embargo, el objetivista volvió a tomar el control y, razoné que, si es que los fantasmas existieran, el de mi padre no vendría sino con buenas intenciones y que, seguramente sería agradable verlo de nuevo.  Así que agarré fuerzas, me di la vuelta, encendí la luz y me senté en la cama esperando que apareciera el fantasma en cuestión.

Así estuve unos segundos cuando escuché una vibración y un sonido indistinto que, aunque podía ser confundido con Luiiiiiiiiiis, no era sino algo vibrando con instensidad.  Y así resultó que era: Yo había dejado mi móvil sobre mi pluma y a ambas en mi mesa de noche que actuaba como caja de resonancia.  Y cuando el móvil vibraba sonaba como una voz que, en mis sueños y en mi aturdimiento, yo había identificado como Luiiiiiiiiiiis.

Así que esa fue mi decepcionante experiencia con visitantes del mas allá; y en una ocasión relaté esta historia, misma que usted puede ver aquí.


03
Feb 10

Cuento breve: Suicidio con aroma de café

Don Pedro se levantó, sorbió su espresso y le echó una última mirada a su oficina. No era la cueva llena de papeles que suele asignársele a los contadores; porque él se las había arreglado para hacerla agradable. Con vista al jardín interior y a las paredes de ladrillo que combinaban muy bien con el verdor, era pequeña; pero, ¡hasta daban ganas de trabajar en ella!

Aunque ya no daban muchas ganas, la verdad sea dicha. Los últimos ocho meses habían sido una pesadilla y ya ni el espresso lo animaban como antes. ¿Aguantaría, él, ver su nombre en los diarios? ¿Será cierto que la vergüenza pasa; pero el dinero se queda? ¿Sería capaz de morder la bala? ¿Y si todo era una trampa? ¿Cómo me deje clavar así? Aaaaaaah, como pesa todo, se dijo.

Recordó su primer día en la empresa, justo el día antes en el que del viejo edificio se trasladaron al nuevo, a este que tanto le gustaba. Recordó que febrero sería muy importante para la empresa y sintió mucho no estar para disfrutarlo. Pero…¿disfrutar qué? Sólo un ángel podía salvarlo, y sólo un ángel podía perderlo.

Determinado, pues, puso su mente en blanco, bajó por las gradas y se dirigió al sótano. Pensando en nada, ahora era una máquina y ya había tomado la decisión. Ni el sentimentalismo, ni nada lo detendría porque, claro, sólo así es que se pueden hacer este tipo de cosas, sobre todo si no se tiene experiencia.

Como pudo -y como imaginó que se hacía en las películas que había visto- se puso la soga al cuello, la pasó por la viga y se dejó ir. Pero, ¡Mierda!, nada es tan fácil como parece. Fracasó una vez y lo abordó el pánico. Las manos le sudaban y el corazón estaba por salirse de su pecho. Empero, sabía bien que era ahora, o nunca.

Más tarde, quién sabe si se atrevería a hacerlo de nuevo.

Se serenó como pudo, y más bien casi nada. Tomó uno de los cuchillos que había en la mesa, respiró profundo, se lo llevó al cuello…y ni siquiera sintió que su cuerpo se desplomaba. Ahí todo se oscureció. Terminó la angustia.

El susto, ni modo, fue para don Nayo el de la limpieza. Fue el quien encontró el cuerpo de don Pedro en el sótano. Y fue él quien tuvo que salir corriendo para dar la alarma.


15
Mar 09

Historia de vida, o muerte

Elena iba conduciendo hacia su trabajo, sin prisa y acostumbrada a que el tránsito era como era. Justo cuando se aproximaba al semáforo casi no notó que un automóvil la rebasó y se le puso enfrente.

Como era un día cualquiera y conocía ese crucero, Elena calculó que el vehículo que tenía enfrente y la luz roja del semáforo le darían tiempo a empezar a maquillarse antes de llegar a la oficina. Ella sabía que era maestra en ese arte peligroso, y empezó a delinearse.

Tan relajada estaba que no se dió cuenta ni de que el semáforo cambió a verde, ni de que del auto de enfrente salió un hombre armado. De hecho, no notó al hombre, ni al arma, hasta que cayó en la cuenta de que tenía una pistola al lado de su cara. Y sintió como que si estaba en un sueño cuando vió caer billetes en su regazo. Todavía tratando de entender qué estaba pasando, y justo antes de que levantara las manos creyendo que lo que le decían era ¡Manos arriba! –como en las películas- Elena escuchó que el sujeto le gritaba: ¡Vieja bruta, me hizo perder la apuesta. Si hubiera bocinado le hubiera disparado; pero como no apretó la bocina, aquí le dejo dos mil quetzales!

Así me contaron esta, que creo que es una leyenda urbana; pero igual se los cuento porque es ingeniosa.

Digg!


15
Nov 07

Cuento breve: El payaso se comió el pastel

Era una de esas tardes húmedas y calurosas con las que abril se ensaña en la boca costa de Guatemala. No había brisa, de modo que ni en la sombra era agradable estar.

Sin embargo, había que ir a la piñata; así que ahí estaban todos. Grandes y chicos haciendo lo que se hace en esas ocasiones.

El Payaso, en esas, se dio cuenta de que la gente estaba distraída. Entre la modorra y la confusión, los invitados se hallaban lejos del pastel. Y ahí estaba el pastel. Solito. Dulce. Con esos colores brillantes y contrastantes que adornan los pasteles típicos de aquellas tierras. Y El Payaso no se aguantó. Vió a la gente, vió el pastel y le entró sin pudor.

Ya casi se lo acababa cuando oyó el grito. “¡El Payaso se está comiendo el pastel!”

“¡Payasojueputa!”, gritó alguien más. “¡Agarren al Payaso!”, escuchó el animal. El Payaso, que ese era el nombre de la mascota de la casa, tenía su hocico manchado de turrón celeste y no había forma de ocultar la verdad: El Payaso se había comido el pastel.

“Amarrá al Payaso”, le ordenó la matrona de la casa a uno de sus hijos. “Amarrá a ese chucho y le das una apaleada que nunca olvide en su vida”. “Sí”, dijo el muchacho. Y acto seguido ató al perro a un árbol.

Los invitados a la piñata se congregaron alrededor del Payaso, cuyos ojos veían venir lo impensable. Y lo impensable venía en la forma de un energúmeno armado con un bate de beisbol. Y detrás venía la madre. Y el monstruo empezó a golpear al Payaso. Batazo tras batazo, el cuerpo del Payaso fue molido mientras se hallaba atado a un árbol. Hasta que alguien dijo “Vos, terminá ya con el chucho”. Y el monstruo le dió un último golpe al cráneo del animal.

La piñata siguió su curso. Y la vida ya no fue igual.

De la historia de El Payaso me acordé cuando leí que en la India un hombre se casó con una perra para revertir una supuesta maldición que padece desde que mató a pedradas a dos perros.