14
Ene 11

La propaganda que contamina

Ayer, una lectora de periódicos se queja, ¡con razón!, de la propaganda política que contamina las carreteras del país. Cuenta que fue al Volcán Tacaná y da a entender que le desagradó ver árboles, postes y rocas pintadas con propaganda política.  Yo también tuve ese disgusto cuando anduve por Oriente a fin de año.  Y la verdad es que, si no fuera tan importante evitar que continúen el latrocinio y la impunidad que propicia la Unidad Nacional de la Esperanza, hasta el punto de que hay que votar contra ellos, lo que a mí me gustaría es no darle mi voto a ninguno de esos sinvergüenzas que ensucian todo con pintas y propaganda.

No sólo por sucios, sino porque es evidente que están pasándose la ley electoral por el arco del triunfo.   Luego discutiremos que esa ley es medio idiota; pero ese es otro par de zapatos.  Lo que es inadmisible es que los políticos estos sean tan sucios y que retuerzan la ley para no cumplirla.


21
Dic 10

“Espadita” busca un partido serio

A Rafael Espadita Espada, que antes era un cirujano cardiovascular prestigioso y ahora ocupa un puesto altísimo en una de las administraciones más corruptas de la historia reciente de Guatemala, le picó la mosca del poder y ahora no se halla sin él.  De esa cuenta es que amenazó con dedicar el resto de su vida a orientar un partido político serio.

El Vicepresidente se quejó de que, incluyendo al partido que lo llevó al poder, en Guatemala no existen agrupaciones políticas con ideología y una base fuerte.

Pero Espadita no debería hacerse el sorprendido.  Durante su campaña política, a la pregunta de que ¿Algunos financistas prefieren darle recursos a usted que a Colom?, Espadita respondió que Algunas personas han sido muy enfáticas en decir: “Esto es para tu campaña”, porque no quieren a Álvaro o a Sandra, o no confían en ellos o en la UNE. Y me dicen: “Sólo por vos voy a votar por la UNE”. Espadita sabía con quienes se estaba metiendo, y aún así engañó a quienes confiaron en él.  Y hasta hace poco, el Vicepresidente andaba necio con que Guatemala es un país de hipócritas, de mentirosos y de corruptos.

Si Espadita conoce a la Administración por dentro, y sabe que el partido en el poder no es serio, ¿por qué sigue ahí?


22
Nov 10

La fatal arrogancia en política

Los intentos constructivistas por promover instituciones, valores, ideales y precios desde arriba no toman en cuentan los procesos históricos de desarrollo, ni la dispersión del conocimiento y ni el orden espontáneo propio de la organización social.  En esa dirección, Friedrich A. Hayek definió como una fatal arrogancia de los planificadores centrales, el hecho de creer arrogantemente que la información que poseen es toda la información existente, o toda la información atingente.   Esa arrogancia tiene resultados fatales en las sociedades.

De esto me acordé cuando leí que parece que saben cuál es el número de partidos políticos que debería haber en la sociedad guatemalteca.  De ahí que haya una especie de rechazo a la proliferación de organizaciones políticas partidistas.

Es cierto que los partidos políticos chapines no son esas plataformas filosóficas y programáticas que funcionan como intermediarios entre quienes ejercen el poder y los gobernados.  Es cierto que son, o terminan siendo roscas de amigos y clientes, maquinarias electoreras, diseñadas para obtener un boleto en los comicios y controlar el poder, o influir en él.

Por un lado, y si aquel es el mal de fondo, el problema no es el número de partidos, sino la perversión del concepto mismo de partido.  A final de cuentas, los partidos son lo que son porque la demanda política no pide más.  Por otro lado, ¿quién puede pretender, arrogantemente, que tiene la información necesaria para saber cuál es el número ideal de partidos políticos en una sociedad cualquiera?

Sólo la demanda política sabe a qué partidos apoya  y por qué.  Sólo la demanda política sabe cómo apoya a los partidos y por qué. Sólo la demanda política sabe cuánto tiempo apoya a los partidos y por qué.  Y la demanda política está en cambio constante.  Los principios -si lo son- permanecen, porque son generales; pero lo que es circunstancial está en cambio y en movimiento contantes.

Es un error arrogante creer que podemos diseñar y construir, forzadamente,  instituciones para una sociedad, sólo porque las que hay no nos gustan.  Lo que sí podemos es persuadir a los miembros de la sociedad para cambiar el estado de cosas que no nos gusta.  Y en ese sentido, la educación de la demanda política juega un papel muy importante.  Por eso no se debe poner el carro antes que el caballo.  Una modificación legalista que impida la libre formación de partidos de todos los sabores y colores, y que obligue a algún tipo de consolidación artificiosa, será una falso remedio.  Lo será porque si no es precedida por las convicciones cívicas de una demanda política que ha aprendido de sus errores y que ha sido persuadida de que hay mejores opciones, aquella modificación no sólo será un fracaso, sino que servirá a quién sabe qué intereses.

Es posible que algunos planificadores arrogantes crean que el espectro político está compuesto por la izquierda, el centro y la derecha; o por los colectivistas y los individualistas; o por los conservadores y los liberales; o por gases y cacos.   Los gases y los cacos, por cierto, eran los motes que recibían los partidos realista e independentista en tiempos de la Independencia de Centroamérica; nomenclatura que cambiaría, poco después a serviles y fiebres para distinguir a conservadores  y liberales.

La creencia de que se puede fabricar un bipartidismo, o un tripartidismo para mejorar la calidad de la oferta política es una fantasía planificadora.  La calidad de la oferta política sólo va a mejorar -independientemente de cuántos partidos haya- cuando eso le importe a la demanda política.  No antes.


12
Oct 10

Los "shutes" del PNUD y el transfuguismo

En Guatemala, los partidos políticos no son aquellos intermediarios entre gobernantes y gobernados, ni aquellas plataformas ideológicas que describen clásicos como Maurice Duverger.  Aquí, lo que conocemos como partidos políticos son maquinarias electoreras y roscas de amigos y clientela diseñadas para conseguir un boleto en las elecciones y llevar al poder a personajes específicos. O al reves; personajes específicos brincan de una organización de aquellas a otra hasta lograr alcanzar el poder.

La Unidad Nacional de la Esperanza se hizo para llevar al poder a Alvaro San Nicolás Colom; la Gran Alianza Nacional se hizo a la carrera para llevar a la presidencia a Oscar Berger; a Alfonso Portillo le dio igual que lo postularan la Democracia Cristiana y luego el Frente Republicano Guatemalteco.  El Partido de Avanzada Nacional y el Partido Unionista fueron los vehículos para que Alvaro Arzú fuera coronado.  El Movimiento de Acción Solidaria fue flor de un día para que Jorge Serrano alcanzara la presidencia; y la Democracia Cristiana Guatemalteca se extinguió luego de cumplir su cometido con Vinicio Cerezo.

¡No hay tal cosa como partidos políticos en Guatemala!  Lo que hay es maquina electoreras y roscas de amigos y clientela.

Ese fenómeno conocido como el transfuguismo, que es la práctica de políticos electos de pasarse de un partido a otro es parte de la naturaleza de aquellas máquinas y roscas.  Los partidos que han intentado tener principios, los tienen tan generales, tan vagos y tan vacíos, que es como si no los tuvieran.  Las listas de candidatos impiden que las personas puedan votar por candidatos individuales.  En muchos casos, y cuando se puede, las personas votan por personas que creen conocer, o por totales desconocidos.  En otros casos votan por símbolos sin que importe el fondo.  Los supuestos planes de gobierno que muestran los partidos, en tiempos de campaña, no son más que listas para satisfacer grupos de interés.

Y luego los partidos y los políticos que los controlan quieren tener el monopolio de la participación política; porque, si no lo tuvieran, ¿quién los tomaría en serio?

Por eso es perversa la idea de obligar a los políticos a atarse a un partido.  Yo creo que, en lo que evoluciona la cultura política y democrática chapina, los políticos deberían poder moverse de acuerdo con su conciencia, o con su falta de conciencia.  Así, la gente aprendería a conocerlos.  Sabría cuáles son sus colores, o su falta de ellos.  Yo creo que la cultura política y democrática de los chapines no evolucionará para bien, si el sistema se vuelve anquilosado.  Una de las ventajas que tiene la democracia es que, a los ciudadanos, nos permite aprender de nuestros errores; y si esa posibilidad es anulada en apariencia, por normas que impiden la flexibilidad, eso opera contra la democracia misma.  Y peor aún, opera contra el sistema republicano, sólo para favorecer a los más incapaces y a los más sinvergüenzas.

Si una organización política no es capaz de mantener voluntaria y pacíficamente la lealtad de sus miembros, y la de sus electores, yo digo que esa organización debería desaparecer ominosamente.  Y que ninguna ley debería ser elaborada para mantenerla viva artificialmente.

Yo digo que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo debería mantenerse al margen de este asunto.  Y en Guatemala, por cierto, shute quiere decir metiche, o entrometido.


12
Oct 10

La verdad…a mí no me dan ganas de votar por estos

A mí, cada vez se me hace más cuesta arriba darles mi voto y darles mi confianza al tipo de políticos que son capaces de pintar árboles, postes y hasta piedras con propaganda electoral.  Esto es por tres buenas razones:

-Hay que se algo pendejo para suponer que tanta ensuciadera, tan mal gusto y tan burdos recursos promueven la participación electoral.  Yo digo que a la gente pensante, le molesta mucho que los políticos hagan esas cosas.
-Hay que ser muy abusivo e irrespetuoso para pasearse así en bosques y carreteras.  Yo no quiero darle mi voto al tipo de gente que es así de abusiva.
-Hay que ser bien sinvergüenza para, a sabiendas de que es prohibido hacer campaña anticipada, hacerla de todos modos e inventar cualquier cantidad de cuentos.  Si así es como actúan antes de llegar al poder…¡imagínese usted lo granujas que van a ser cuando tengan el poder! Por cierto, yo creo que la norma esa de que no se puede hacer campaña es absurda; pero eso es otro par de zapatos.  La cosa es que la ley lo prohibe, y estos cafres le juegan la vuelta a la ley.

Perdonen ustedes; pero, ¿a ustedes no los indigna que los aspirantes a dirigir el país sean tan, tan, tan, sinvergüenzas, abusivos e irrespetuosos? ¿No los indigna que dejen todo lleno de inmundicia?

La foto es de la portada de Prensa Libre del 10 de octubre, y corresponde a un reportaje titulado Partidos políticos no esperan el banderazo.


17
Feb 10

"Cossi fan tutte", o lo mismo hacen todas

Cossi fan tutte es una opera bufa de Wolfgang Amadeus Mozart; y traducido libremente, el título quiere decir Lo mismo hacen todas. De eso me acordé cuando me enteré de que la bancada de la Gran Alianza Nacional (herencia de Alvaro Arzú y de Oscar Berger), recibió en su seno a los diputados Rubén Darío Morales y Noé Orellana. Por el periodista José Eduardo Valdizán -del noticiario Hechos Guatemala- supe que los de la Gana argumentaron que Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra; y que Manuel Barquín comentó que Las demás bancadas no son niños de primera comunión. Subrayan así que en el Congreso no hay nadie inocente, y que son hipócritas los que critican a la Gana por acoger a Morales. Morales, por cierto, fue secretario general del Partido de Avanzada Nacional (otro de los legados de Arzú y Berger).

Es cierto, pues, que en el Congreso cossi fan tutte. Pero si en el Congreso, nadie es niño de primera comunión, la Gana es una cajita de monerías.
Rubén Darío Morales, expresidente del Congreso, está procesado por consusión y lavado de dinero; en tanto que Noé Orellana es investigado por blanqueo de fondos. Otros miembros de la Gana son paúl Gómez, sindicado de corrupción de menores; Aníbal Salguero, acusado de falsedad ideológica en un caso que involucró la muerte de 56 personas; y Jaime Martínez Loaiza involucrado en negocios oscuros de gasolina.
Y como cossi fan tutte, ¿a alguien le extraña que la Gana y la socialdemócrata y oficialista Unidad Nacional de la Esperanza estén haciendo una alianza política formal?

01
Feb 10

El bipartidismo forzado es una idea mala

Por ahí hay quienes proponen que el bipartidismo sería una buena forma de fortalecer la cultura política y evitar la debilidad del sistema de partidos; y yo digo que esa es una idea muy mala.

Yo digo que la demanda política debería tener un abanico de opciones para expresar sus preferencias políticas. Digo que nadie debería estar facultado para limitar aquellas opciones. Digo que el problema no es el número de partidos sino la naturaleza de las organizaciones electoreras que se hacen llamar partidos.
En Guatemala, esas organizaciones que dicen ser partidos, en realidad son roscas de amigos y clientes diseñadas para llevar a ciertas personas al poder. El Frente Republicano Guatemalteco fue creado para llevar a Efraín Ríos Mont a la Presidencia; el Partido de Avanzada Nacional fue hecho para elevar a Alvaro Arzú a la alcaldía; la Gran Alianza Nacional fue comprada, o fabricada, para que Oscar Berger tuviera con qué llegar a la Presidencia. La Unidad Nacional de la Esperanza fue armada para llevar a Los Colom al poder. El Movimiento de Acción Solidaria fue el carrito que llevó a la presidencia a Jorge Serrano.
Los partidos chapines no son aquellas plataformas de principios y programas que, en la teoría política, sirven como intermediarios entre gobernantes y gobernados. Sólo son maquinarias electorales y administradoras de clientelismo, y por eso es que se desploman. Por eso no importa si son dos, o quince. Lo importante no es el número, sino su naturaleza.
Aún partidos como la Democracia Cristiana Guatemalteca, que tenían raíces filosóficas de alguna naturaleza, no resistieron el paso de sus dirigentes por el poder. La corrupción minó sus fundamentos originales; y la lucha entre facciones, así como el desencanto de muchos miembros a la hora de la repartición del botín, acabó con aquella organización. La UNE, que comenzó sus quince minutos de fama alardeando de que haría un gobierno socialdemócrata, ya ni menciona eso por ningún lado. Lo que importa ahora es conservar el poder, y atascarse, porque hay lodo.
¿Quién puede decir cuál es el número perfecto de partidos? En realidad, nadie. Y no deja de ser un poco arrogante pretender hacerlo. Los únicos que deben tener la facultad de decidir son los electores. El número ideal de partidos es el que los electores están dispuestos a tomar en serio y a apoyar. Pueden ser dos, o pueden ser treinta. Y la experiencia política irá depurando el panorama.
No es aceptable que a la demanda política se le limiten las opciones. El concepto de un bipartidismo artificial se basa en el supuesto equivocado de que en política se puede pintar con brocha tan gorda que con dos opciones basta. Y yo digo que eso es un disparate y un desatino. Para comenzar…¿quién y con qué elementos de juicio decidiría cuáles son las dos únicas opciones aceptables? ¿Por qué es que grupos políticos con principios parecidos, pero no iguales, tendrían que unirse a la fuerza? ¿Por qué es que la demanda política no debería tener el derecho de buscar formas de expresión que reflejen sus principios al 100%? ¿Por qué tendrían que conformarse con menos?
Si las alianzas, uniones y el bipartidismo fueran producto de encuentros de principios, enhorabuena; pero si fueran producto de una limitación forzada, eso sólo perjudicará el desarrollo de la tan anhelada cultura política.

29
Ene 09

Las críticas de Wachik´aj, a ProReforma

El blog Wachik´aj se ha ocupado de ProReforma; lo cual es una oportunidad buena para iniciar otra discusión seria acerca de esta importante propuesta de reforma constitucional.

Esto es, claro, si logramos quitar algo de la paja abundante que Martín dejó entre el trigo de sus críticas a ProReforma. El autor de Wachik´aj dice que se ha propuesto hacer un análisis de los principios del proyecto; pero empieza con dos costumbres despreciables que muchos chapines tienen cuando pretenden animar un intercambio de ideas: Empieza descalificando y se queda en la superficie.

W ningunea a ProReforma porque según él, “es el ideario neoliberal de una parte retrógrada de la élite guatemalteca”; y bueno…a partir de ese argumentum ad hominem, Martín hace lo que puede, y establece el tono del resto del análisis que prometió.

Dice, por ejemplo, que él pasó cinco años de su vida leyendo “todo lo que ha podido sobre el liberalismo de Hayek, Misses y Ayau”; pero uno se pregunta qué tanto ha comprendido, si ni siquiera puede escribir correctamente el nombre de Ludwig von Mises. ¡Hombre!, no es que sea un nombre difícil como Keirkegaard, o como Schopenhauer; Mises, sólo tiene cinco letras. Y no hago esta observación para hacer chanza del buen Martín; pero sí para poner en perspectiva lo que viene de sus críticas y para poner en evidencia que así se puede ir uno en una discusión, pero que así no se llega a nada bueno.

W se queja porque ProReforma dice que “no es partidista porque no buscamos el poder; no lanzamos candidatos a presidente ni a diputados”. Acierta, cuando dice que “la parte clave” de un partido político es la de servir de intermediario entre la ciudadanía y el Estado (frase que yo preferiría poner como intermediario entre gobernados y gobernantes, esto es porque todos los ciudadanos son gobernados, pero no todos los gobernados son ciudadanos). Acierta cuando dice que, en Guatemala, el sistema de partidos políticos es precario. Empero, su crítica falla cuando se niega a ver que, precisamente por esa precariedad, en Guatemala los partidos son meras maquinarias electoreras, o roscas de amigos, constituidas para llevar a alguien al poder. Eso explica que el FRG sea de Ríos Montt; que Maíz sea de Rigoberta Menchú; que el Unionista sea de Arzú; y que la UNE sea de Colom, por ejemplo. Y falla la crítica de W porque, precisamente por esa precariedad y por ese carácter electorero, no son intermediarios de nada; y sólo sirven para alcanzar el poder, o para que sus propietarios influyan en él. ¡Por eso, precisamente, es que los gobernados buscan vías alternas para facilitar la intermediación! Seguramente, el ciudadano promedio se siente más representado por su sindicato, su cámara empresarial, su asociación cívica, su asociación gremial, ¡y hasta por su mara!, que por partido político alguno. A usted, ¿qué partido lo representa?

A mí me parece obvio que se puede tener participación política, sin que esta sea partidista, y me parece evidente que los partidos sirven más para alcanzar el poder, que para otra cosa, como no sea para conseguir empleo. Por eso es que es útil destacar el carácter no partidista de ProReforma, y es útil hacer énfasis en que no es una organización establecida para ofrecer candidatos a puestos públicos.

Y a estas alturas quizás valga la pena imaginar un ejercicio: que Martín organice un partido político; pero que les diga a las personas que no es para alcanzar el poder y que el partido nunca va a proponer candidatos para nada. Que les diga a los afiliados potenciales, que su partido sólo va a ser para intermediar entre los ciudadanos y el Estado. ¿Cuántos afiliados calcula usted que va a conseguir?

En entradas posteriores continuaré comentando las críticas de Martín.


26
Dic 08

Meditaciones sobre la disciplina de partido

Ahora que leo que el partido oficial de la administración socialdemócrata expulsó de sus filas al diputado Manuel Baldizón, por indisciplina , creo que es oportuno hacer unas meditaciones sobre la disciplina partidaria.

A mí, ese concepto no me termina de convencer. Los partidos políticos deberían ser organizaciones intermediarias entre quienes ejercen el poder y los que los eligen y los que pagan las cuentas. Una mejor intermediación se haría efectiva si los partidos fueran comunidades de principios y valores, con plataformas programáticas en las que los distintos liderazgos compitieran por su idoneidad para realizar aquellas plataformas y sostener aquellos principios y valores.

Pero los partidos no son eso, ni están cerca de serlo. En realidad son roscas de amigos y clientes diseñadas para funcionar como maquinas electorales que lleven a personas determinadas al poder. Independientemente de sus principios y valores (por buenos que sean) e independientemente de sus plataformas programáticas (si las tuvieran). En esas condiciones, la llamada disciplina partidaria es imposible porque entre las dirigencias partidarias no existen suficientes elementos vinculantes más allá del momento electoral. Una vez alcanzado el poder, las razones para que las dirigencias permenazcan vincluadas se desgastan y se debilitan y lo que pasa a ser importante es conservar el poder y la influencia.

La competencia dirigencial que sería sana en un partido político de principios se convierte, entonces, en pelea de perros para conservar, o para adquirir el control la maquinaria. ¿A qué se puede apelar para la disciplina en esas condiciones?

Estoy de acuerdo con que un partido de principios les reclame, a sus miembros, coherencia y lealtad a los principios fundacionales de la organización; pero aún así, -y sobre todo de forma transparente- un dirigente partidario tiene más compromisos morales con su conciencia y con los compromisos de principios que tenga con sus electores, que con las pretensiones de disciplina partidaria.

La disciplina es propia de un ejército, de una clase de gimnasia, y hasta de un músico; pero cuando se trata de enfrentar los principios y valores personales, con las pretensiones de un grupo como un partido político, es impropio hablar de disciplina.

Celebro que la Unidad Nacional de la Esperanza se esté desmoronando (del mismo modo en que se han desmoronado sus predecesores en el poder); y celebro que Baldizón se quede sin máquina electoral. Pero si los chapines hemos de construir una república en democracia, sana, es bueno meditar sobre qué bases lo vamos a hacer, y es bueno usar el lenguaje apropiado.


13
Dic 08

Oscuridad de la calle, y oscuridad de la casa

La reforma a la Ley Electoral -hecha para políticos, por políticos- pretende facultar a los partidos políticos para que sus estructuras, el número de sus afiliados y otros detalles de su organización sean secretos. ¡¿Como si hiciera falta más oscuridad de la que ya hay?! Y encima de eso, ¡encima de eso!, pretende cargarles a los tributarios el peso de los partidios mediante el incremento de la deuda política que subiría de $2 a $3 por voto válido.

Aquí en Guatemala, los partidos políticos no son más que maquinarias electoreras conformadas por roscas de amigos y clientes para llevar a determinadas personas a la Presidencia. Nunca han sido aquellos intermediarios entre el poder y los electores y tributarios; ni han sido aquellas plataformas programáticas y de principios que describen los libros. ¡Y por eso es que nacen, crecen, se reproducen y mueren como moscas! Por eso es que su existencia es artificial y por eso es que el divorcio entre la clase política y la gente es un lastre para el crecimiento republicano y democrático de la sociedad guatemalteca.

Si a usted le indignan estas pretensiones de aquellos a quienes -¡todos los días!- reconocemos en las páginas de los diarios como corruptos, ineptos, patanes, abusadores y sinvergüenzas, seguaramente le interesará hacer algo para detenerlos. Seguramente le interesa hacer algo concreto para cambiar la dirección del país y empezar a establecer un sistema que nos proteja contra la costra nosta política. Sin duda le interesa visitar y firmar ProReforma.