18
Mar 20

Cuidado con la mala compañía

Cuidado con la mala compañía, ya que a menudo los hombres/ son como aquellos con quienes conversan, le dice Lady Allworth al joven Tom Allworth en A New Way to Pay Old Debts, por Phillip Massinger. 

Esta pieza de teatro isabelino un tío astuto engaña a su sobrino inútil y lo despoja de su fortuna; y el sobrino, hazmerreír de sus antiguos sirvientes, se propone recuperar su antigua posición y riquezas.

Haravrd Classics, Vol. 42

Me costó mucho leer la asignación de hoy porque, como está escrita en inglés de 1625, a cada rato tenía que ir a las notas de pie de página para entender las palabras antiguas.  Digamos bouse, por drink; brachel por hound; paper-pellets por aknowledgments of indebtnes y manumisse´d por freed, por ejemplo. A eso, añádele que -en realidad- no me gusta leer teatro.  Me gusta verlo, me encanta verlo, pero no leerlo.

Dicho lo anterior, elegí la frase con que inicia esta entrada porque me recordó un buen consejo de mis padres: ¡Cuidado con las juntas!

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


17
Mar 20

Celtas, mitología, teología, Guinness, Jameson y una fiesta irlandesa

Quizás el instinto más profundo de los pueblos celtas es su deseo de penetrar lo desconocido. Con el mar delante de ellos, desean saber qué hay más allá, dice Ernest Renan en un ensayo titulado The Poetry of the Celtic Races.

Harvard Classics, Vol. 32

El ensayo cuenta la leyenda de San Brandan y sus monjes irlandeses viajeros, tema muy a propósito de la fiesta que se celebra hoy, el día de San Patricio, que es la fiesta nacional de Irlanda y una buena excusa para disfrutar de una Guinness, o de un par de vasos de Jameson, cosa que ´íbamos a hacer, en casa, si no se nos hubiera atravesado el coronavirus impidiendo que lo fuéramos a disfrutar en mi bar favorito…en fin, volvamos a Renan y a los monjes viajeros.

En el ensayo, conocemos la Isla de las ovejas, el Paraíso de los pájaros, la Isla del deleite, la Tierra prometida y otras locaciones míticas, supuestamente visitadas por los monjes celtas que se aventuraban en las aguas frías al oeste de Irlanda.

Luego, en el texto, Renan reflexiona: Prefiero la mitología franca, con todos sus caprichos, a una teología miserable, vulgar e incolora, al referirse al puritanismo inglés, que veía de menos la mitología antigua de los irlandeses.

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.

De cualquier manera, yo también disfruto de la mitología franca, frente a la teología pretenciosa e irrespetuosa del intelecto humano; y disfruto mucho de la música celta, de la cerveza Guinness y del Whiskey Jameson.