Un güicoy al que se le puede comer la cáscara y camotes de piel blanca. Estos fueron los hermosos obsequios de mi amiga Carmen y, además de hermosos, estaban deliciosos.
comida típica guatemalteca
03
Dic 08
Novedades en mi mesa
28
Nov 08
Canak, o árbol de manitas
Uno de los fenómenos que más me ha fascinado, desde que era niño, es el siguiente: Uno nunca ha oído ni visto algo; y de repente uno se encuentra con ese algo y le llama la atención; y luego una y otra vez ese algo vuelve a aparecer y a aparecer en la vida de uno.
22
Nov 08
Tamalitos blancos en hojas de canak
Estos son tamalitos blancos en hojas de canak. Por supuesto que yo ya había probado los tamalitos blancos en la usual hoja de maxán; y esa es la razón por la cual el envoltorio de estos me sorprendió.
Me cuentan que el canak es un árbol típico de la región de Tecpán; y ciertamente que sus hojas le dan un sabor distintivo a los tamalitos blancos. Este tipo de tamales, de maíz, sirven de acompañantes para las comidas y sustituyen a las tortillas.
En Casa Xara, nos los sirvieron para acompañar el Estofado de 7 carnes, que también es un plato típico de aquella región.
Los tamalitos, de distintas clases, suelen envolverse en las citadas hojas de maxán, en hojas de maíz y en tusa; y cada una de esas formas de envoltorio le da un sabor característico a los tamalitos.
20
Nov 08
Tortillas negras, ¿o azules?
Estas son tortillas de maíz negro, aunque algunos dicen que en realidad es azul.
La primera vez que ví tortillas de maíz negro, iba rumbo a San Juan Ostuncalco con mi tía Adelita. En algún pueblo ella le pidió a su chofer que se detuviera y que fuera al mercado a comprar comida. Y Baltasar volvió cargado con tortillas y queso.
Grande fue mi decepción cuando abrió la servilleta con tortillas porque eran oscuras; y yo nunca había visto tortillas de ese color. Las había visto blancas, por supuesto; y las había visto amarillas, que son hermosas y dan hambre. Pero estas, me dije, de plano que están enmohecidas. Y pregunté, para mis adentros, que qué le habría pasado por la cabeza a Balta, para haber comprado tortillas pasadas.
Grande fue mi sorpresa cuando mi tía abuela preparó tres tortillas y nos dió una a cada uno. Ese fue el momento que escogí para preguntar si las tortillas estaban buenas. Y grandes fueron las risas de la tía Adelita y de Balta cuando cacharon lo que estaba pasando. Y yo quedé grandemente azareado.
Por supuesto que el sabor de las tortillas negras con queso era delicioso; y, desde entonces, siempre que las hay me las gozo mucho. Su sabor es ligeramente más dulzón que el de las de maíz blanco, que son las más comunes.
Estas, las de la foto, nos las sirvieron en Casa Xara, el viernes pasado, durante el almuerzo. Ocasión en la cual disfrutamos un delicioso jocón, plato típico de Huehuetenango, hecho con pollo y una salsa de culantro.
18
Nov 08
Siete carnes, en Casa Xara
Sigo empatinado con los dos días que pasé en la Casa Xara; y cuando conté de ello, deliberadamente no mencioné la comida porque eso merece entradas aparte.
09
Nov 08
Tortillas a la velocidad de un rayo
A mí me gustan mucho las tortillas torteadas; es decir, hechas a mano en la forma tradicional y cocidas en comal de barro. Sin embargo, compro las mías donde estas señoras porque son divertidas y muy amables; y porque siempre usan buen maíz. A ellas se las encuentra en el Mercado de la Villa de Guadalupe.
Cuando voy, nunca deja de impresionarme la velocidad con la que producen las tortillas. Note usted lo rápido que toman la masa, le dan forma de bolita, la ponen en la maquina aplastadora y luego la tiran sobre el comal. La puritita producción en masa. Vea lo calientes que salen y cómo las manipula habilmente la tortillera.
Cuando era niño había una tortillería frente a la casa, así que, para el almuerzo, las tortillas llegaban directamente del comal a la mesa. A mí me gusta comerlas con mantequilla y sal, y podía comerme hasta 12. También me gustan con queso derretido, o con frijoles y queso fresco.
Recuerdo muy bien la primera vez que visité una tortillería. Eso fue cuando vivía en la Avenida Independencia y debe haber sido cuando tenía unos 6 años. Con la muchacha de la limpieza caminamos unas dos, o tres cuadras y llegamos a una estructura que a mí me parecía un granero, de esos que se ven en las películas de vaqueros. Entramos por la parte de atrás y ahí estaban el fuego, el comal y las señoras torteando.
A la izquierda estaba lo verde y hermoso que era el barranco que separa la Avenida Independencia de el área de la Avenida Simeón Cañas y de la Cervecería Centroamericana; a la derecha estaba la pared inmensa del granero de madera y al frente estaba la tortillería.
Nunca olvidé lo hermoso que era eso.
08
Nov 08
El fiambre de Gilberto
Mi amigo -Gilberto- que tiene 10 años de edad, coordinó el fiambre en su casa y le salió delicioso. Y tuvo la magnífica idea de regalarme un plato.
El suyo es de la variedad verde; porque, sepa usted, que hay fiambres rosados (como el que hacemos en casa) y los hay verdes y blancos. Por cierto que el de Gilberto me recordó al que hacía su abuela, Lucrecia, y que yo me disfrutaba mucho.
Hacer buen fiambre no es fácil; porque el éxito está el talento necesario para balancear esa delicada mezcla de carnes y vegetales. En un descuido, y lo que debería ser un orden armonioso, puede convertirse en un revoltijo.
¡Mis felicitaciones a Gilberto por su primer fiambre! ¡Y muchas gracias por haber enviado un plato! ¡Estaba riquísimo!
02
Nov 08
Se fueeeeeeee, el día del fiambre
Este año no hicimos fiambre en casa. Sin embargo, mi amiga Alice nos obsequió un plato del suyo, e igual cosa hizo mi amiga Conchi. Ambos, diferentes, estaban bien, bien ricos. Y, en casa de mi mamá, probamos del de su consuegra, La Chiqui, que estaba bien sabroso. También comimos ayote, hecho por mi tía Veralí, y mi madre dice que ella tiene la sazón de mi abuelita Juanita. Total…tuvimos un buen Día de Todos los Santos.
La foto que ilustra esta entrada es del fiambre que hicimos en casa en 2005, y ese fue el primer fiambre que hicimos, aquí, sin el apoyo directo y la asesoría de mi madre.
En casa de mis padres, la tradición era que comíamos el fiambre en casa de mi abuelita Frances. El día 1 de noviembre, mi padre nos llevaba al Cementerio para ir a visitar la tumba de mi abuelo. Como ese día no se permite la circulación de vehículos dentro de la necrópolis, uno debe entrar a pié, así que caminabamos y regresabamos muy hambrientos, listos para devorar el plato tradicional del día.
Mas tarde, mi madre asumió la tarea de elaborar el fiambre familiar y, entonces, el mismo lo elaborabamos en casa de mis padres.
El fiambre es, por mucho, el plato típico más extraordinario y magnífico de la cocina chapina. Es una combinación delicada y balanceada de diversas carnes y vegetales, generalmente unificados por un caldillo. El plato tiene sus detractores que yo pongo en dos cajones: el de los melindrosos, del cual no vale la pena ocuparse; y el de los que han tenido una mala experiencia con él, principalmente porque han probado alguno que, en vez de ser una combinación delicada y balanceada, ha sido una mezcla pretenciosa -o miserable-.
No hay un fiambre igual a otro; ni siquiera los que vienen del mismo orígen. Y aunque he probado fiambres francamente feos; probar varios siempre es una experiencia epicúrea.
Por cierto que mi amiga y lectora, Nancy, ha mencionado en los comentarios algo muy importante, que dejé entrever en el primer párrafo pero que vale la pena subrayar: El fiambre se comparte siempre, aunque haya poco y aunque sea humilde.
En la ciudad es algo difíl notarlo; pero en los pueblos es muy evidente. A lo largo de la mañana del día 1, platos van y platos vienen de una casa a otra. O bien, a la casa donde se hace el fiambre, llegan familiares y amigos a comer. Los invitados -y los invitados de los invitados- suelen llevar algo de su propio fiambre, o bien, aveces llevan otra cosa, como dulces de ayote, o de jocotes. Algunas cervezas y otras bebidas siempre son bienvenidas. Como el fiambre tiene vinagre, no es recomendable comerlo con vino. Y si se tiene a la mano pan de horno de leña…¡¿qué mejor!?
26
Sep 08
Sorpresa en casa: tamalitos de viaje
Hoy me encontré con la sorpresa de que en casa habían hecho tamalitos de viaje. Antiguamente, la gente hacía este tipo de tamales de masa de maíz cuando emprendía un viaje. La idea era llevar consigo alimento en caso de que, en el camino, no se encontrara qué comer.
Esto era particularmente cierto durante la Semana Mayor porque, antes, durante los días principales de esas fiestas, no se encontraba nixtamal. El nixtamal es la masa de maíz que es usada para hacer tortillas, o tamales.
En casa, los tamalitos de viaje no son exactamente como eran antes; porque aquí les ponen un sofrito de zanahoria y de chile pimiento que eleva aquella comida tradicional a un nivel superior. Además, en su elaboración se usa margarina con aceite de oliva. Aveces los hacen envueltos en tusa, pero hoy los hicieron envueltos en hoja de maxán. La tusa es la hoja que envuelve el elote (pero seca) y el maxán es una hoja aromática que se usa para envolver tamales.
Total…los tamalitos se convierten en un complemento magnífico que alegra cualquier comida. En rodajas, y asados al carbón, alcanzan su máxima expresión.
07
Sep 08
¡Atol de trigo para el desayuno!
Mi amiga, Elsa, hizo y mandó atol de trigo entero. Me cuentan que es una bebida de Occidente, no muy conocida.
Ligeramente recuerda al arroz con leche y al mosh; pero su textura y su sabor lo distinguen. Ese fue mi desayuno de hoy. Eso y un pan pirujo con frijoles, requesón y salsa macha -que me regaló mi amiga María Dolores-.
Mi atol favorito, sin embargo, es el de elote, y luego le sigue este, de trigo. He probado otros, como el de maíz quebrantado que es interesante pero que no me emociona. También el atol blanco, que francamente no me gusta. Y el atol de maicena que es comidita de cuando uno está enfermo.
El atol de elote es una verdadera delicia y generalmente lo voy a comer al Parque de Jocotenango, o a El Obelisco.


