En la foto va mi cuate, Max, como escolta de la bandera durante el funeral del presidente Carlos Castillo Armas, asesinado en 1957. Max formaba parte de las Reservas Militares.
El cortejo va sobre la Sexta Avenida del Centro Histórico de la ciudad de Guatemala. Atrás, a la izquierda, se ven los letreros de Farmacia y Turno, en la esquina de la Sexta Avenida y 10a. calle Suroccidente. Ese edificio está siendo renovado y en sus inicios -a principios del Siglo XX- era ocupado por el Banco de Guatemala (antes de que ese fuera el nombre del banco central). En la esquina opuesta se lee: Confederación del Canadá, en un edificio que fue sustituido por la Plaza Vivar. En ese edificio -demolido poco después del terremoto de 1976- estaba El tejano, en donde se comían las mejores hamburguesas de la ciudad.
Actualmente en la esquina opuesta a la Farmacia está Burguer King; y esquina opuesta al letrero de Canadá está Picadilly.
El que pinta pared y mesa demuestra su bajeza dice un adagio que aprendí cuando era muy niño; y a la dirigencia popular -que salió a ensuciar las calles el 20 de octubre pasado- aquello parece no inquietarla. De hecho, en una de las parede manchadas, justo debajo de un letrero que dice Por favor no manche las paredes, algún patán escribió: Las paredes gritarán los que los medios callan. Y…¿qué gritan las paredes?
Primero gritan con hoces y martillos -que no podían faltar-, y esta vez cortesía del Partido Socialista Centroamericano. Gritan que Jesús era guerrillero y preguntan: ¿Cristo al servicio de quién? Quizás para deleite de quienes están resucitando la teología de la liberación y añoran los tiempos en los que jesuitas, maryknoll y otros miembros del clero participaban activamente en grupos guerrilleros.
Las paredes ensuciadas por los manifestantes revolucionarios sostienen, a gritos, que si hay más educación hay menos ladrones, como si la gente que no ha tenido educación fuera ladrona, y como si no hubiera ladrones bien, bien educados. Las paredes gritan y claman por el ven vivir cuando se refieren al buen vivir y gritan minerras cuando aluden a las empresas mineras. Las paredes gritan que la dirigencia popular quiere la estatización de los servicios públicos para que los políticos y sus funcionarios las controlen y se enriquezcan de ellas sin prestar servicios como ocurría cuando los servicios públicos estaban en manos de los políticos y sus funcionarios.
Es interesante el hecho de que la mayoría de manifestantes son burócratas y empleados del gobierno. ¡Miembros del gobierno que quieren hacernos creer que son pueblo! Pueblo, muchá, somos los que no estábamos ahí. Pueblo somos los que les pagamos sus sueldos.
Las paredes gritan que la dirigencia popular no se ha enterado de que el dogma de Montaigne sólo es realidad cuando los grupos de interés pueden hacer uso de la ley para expoliar a los demás. Montaigne planteó que el provecho de unos es la pobreza de otros y eso sólo es posible en sistemas como el mercantilista, el socialista y otros en los que no hay igualdad de todos ante la ley, ni se respetan absolutamente los derechos de todos a la vida, la libertad y la propiedad.
A veces, las paredes gritan ideas con las que uno no puede sino estar de acuerdo: ¡No más salarios de hambre!, por ejemplo; o ¡Por el buen vivir!…ojalá y explicaran cómo. Digamos: Clamando contra los impuestos expoliatorios, o a favor de más y mejores inversiones productivas, o a favor de más y más flexibilidad laboral. Las paredes gritan que ellos mandan, porque tu los dejas. Pero para eso, claro, no hay necesidad de pintar paredes y mesas.
Y a todo esto…¿qué se celebra el 20 de octubre? Pues la revolución que en 1944 acabó con el ancién regime en Guatemala y que luego fue secuestrada por los socialistas; mismos que ahora festejan pintando hoces y martillos en la Sexta Avenida del Centro Histórico.
Esta es una perspectiva distinta del Centro Histórico, para mí. Una que nunca había visto antes: los tejados, la Catedral, el Palacio Nacional, El edificio El Centro y el Volcán de Agua desde el Norte.
La semana pasada tuve la oportunidad de apreciar esta vista y me pareció encantadora. Las mañanas en la ciudad son distintas desde este ángulo tan ajeno al que me da los buenos días cada mañana en mi casa. Me encantan los tejados y me encantan los patios del Centro.
Las circunstancias que me llevaron a estar por allá no son las más felices; pero que bueno que tuve la oportunidad de esta experiencia.
Ayer, en el Centro Histórico, me encontré con el desfile de payasos porque en Guatemala se está celebrando el IV Congreso Latinoamericano de Payasos.
Los propósitos de esta actividad son la profesionalización del arte de los payasos y el intecambio de técnicas, trucos y chistes para hacer reír a quienes gustan de aquel arte.
Yo tengo sentimientos encontrados con respecto a los payasos. Por un lado el niño que hay en mí goza con el humor cándido; pero por otro lado, otra parte de mí goza mucho con el humor negro y retorcido. Lo que no aguanto es el humor vulgar y corriente con el que algunos payasos hacen reír a un público al que creo que subestiman. He visto eso en algunos espectáculos públicos como los que algunos payasos montan en lugares como la Sexta avenida y como el que montaba, hace años, un payaso en el Parque Central de La Antigua.
En fin….me alegró mucho ver el desfile de los payasos y me reí con muchas de sus payasadas.
Estas cucarachas las venden en el Portal del Comercio, en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala. Me cayeron muy en gracia y me recordaron dos canciones que se refieren a estos animalitos.
Las dos canciones son:
La cucaracha,/ la cucaracha, / ya no puede caminar;/ porque le falta,/ porque le falta,/ una pata para andar.
y
Ya murió la cucaracha,/ ya la llevan a enterrar;/ entre cuatro zopilotes/ y un hermoso gavilán.
Me recordaron, también a la Cucarachita Martina que se involucró sentimentalmente con el Ratón Pérez y, según lo relata un cuento infantil, enviudó cuando el ratón no le hizo caso y -por curioso- cayó en una olla de frijoles.
Alegre lucía la Sexta Avenida el sábado por la noche. Las familias pasean y salen a cenar, y disfrutan de los distintos espectáculos que ofrecen algunos chicos que salen a ganarse unos pesos.
Las luces de Gallo le dan un aspecto hermoso y festivo a la calle; y la gente puede relajarse y pasar buenos momentos.
Claro que ahora es muy distinto; pero a mí, estos paseos siempre me van a recordar mi niñez y mi adolescencia en aquella vía. Si era con mi padre, los paseos siempre incluían pasar por el los almacenes Marlin, Biener, y Max Tott. Si era con mi madre, o mis abuelas, los paseos siempre incluían El Cairo, El Gan Emir, Mi amigo, tal vez La Perla. Y las paradas para tomar energía eran en el Café París, el Hotel Panamerican, la pizzería Bologna, o las pastelerías Bohemia, Jensen, o Lutecia.
Por eso me gusta mucho cuando me encuentro a las familias paseando por ahí, y veo como es que los niños se gozan las luces y lo que comen. Supongo que, algún día, ellos también tendrán recuerdos buenos y entrañables de estas experiencias.
De lo que te perdiste por no andar anoche por la Concha acústica del Parque centenario en el Centro histórico. Hubo musicón y la gente bailaba contenta.
Mi abuela contaba que en los años 40 la banda marcial solía tocar música ahí los domingos; y que cuando ella pasaba por esas área, con mi padre, a él le gustaba mucho cuando la banda tocaba La gazza ladra, de Rossini.
Ahora la gente llega a bailar, a divertirse y a pasar un buen rato. Por cierto que el festival navideño que se celebra en esa área y en la Plaza de la Constitución es un paseo muy agradable al anochecer. El mismo es patrocinado por Coca-Cola, Claro y Samsung.
Hace mucho tiempo, las calles del Centro Histórico eran de tierra, o estaban empedradas; y las aceras, cuando las había, eran de estas hermosas piedras cortadas. Pulidas, ahora, por el paso de miles y miles de personas sobre ellas. Todavía, con suerte, se ven algunas de esas en la zona 1.
Este es uno de los tocadores de puertas más bellos que he visto. Lo hallé anoche que andaba en la fiesta de Guadalupe en el Centro Histórico.
Sospecho que no es el original de la casa en la que se halla porque esta es de estilo neoclásico tan abundante en la zona 1; pero el tocador es de estilo art nouveau que no es tan fácil de encontrar allá.
Centro Histórico / diversión — Comentarios desactivados en Cadenas y fuego en la Plaza de la Constitución 26 Nov 12
Jóvenes ensayando con cadenas y fuego fue la novedad en al Plaza de la Constitución el sábado por la noche. Con mis cuates, luego de ir a cenar sabroso a Rocamadour, dimos un paseo por la Plaza, para ver las instalaciones del tobogán y la pista de hielo que será establecida ahí, y nos encontramos con este grupo de chicos haciendo suertes.
Carpe Diem significa Apodérate del día (sin desperdiciarlo) y resume bien mi visión del mundo. La libertad es el valor fundamental que guía mi vida y mis reflexiones en Carpe Diem. Vivo en Guatemala, un país que aún está por ser construido y en el que los derechos individuales y la igualdad ante la ley son precarios. Por eso, aquellos son mis temas favoritos para estos comentarios. Con todo y todo, este espacio -políticamente incorrecto- existe al amparo del artículo 35 de la Constitución de la República; y del 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (por si acaso). Me gustan la cocina, la lectura y la compañía de mi familia y de mis amigos. También me gusta pasar tiempo conociendo mi país y a su gente. Al perpetrar Carpe Diem comparto con mis lectores algunas reflexiones y experiencias en busca de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es pacífico. ¡Por la libertad y la razón!
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