14
Oct 22

¿Estará carísimo tu fiambre?

 

Recién fuiste al mercado y las zanahorias, los güisquiles, las arvejas, las coliflores, los repollos y todo están carísimos.  En parte es porque las lluvias estropearon muchas cosechas, pero en buena parte es porque…¿ya viste los precios de los combustibles? También están carísimos.  ¿Sabes con qué se pagan los combustibles? Con dólares y si los dólares están caros, los combustibles y el transporte que trae las verduras para tu fiambre también suben de precio.  ¿Te das cuenta?

Los dólares no están caros por estacionalidad, como te quieren hacer creer.  Están caros porque el Banguat (por instrucciones de los políticos y burócratas que controlan la política monetaria, cambiaria y crediticia del país, en representación de grupos específicos de intereses) han estado comprando dólares y esas compras han presionado el precio de la divisa hacia arriba.  Los dólares que compras caros…¿son un subsidio para los exportadores?

Pero el daño no para ahí.  Cuando el Banguat compra dólares lo hace con quetzales, dinero que va a parar al mercado y genera ese fenómeno que conocemos como inflación.  La inflación no es el alza generalizada en el nivel de precios, ese es sólo su efecto.  Y la inflación no la causan las señoras que te venden verduras en el mercado, ni otros vendedores de bienes y servicios.  La inflación la causan los políticos que dominan la Junta Monetaria cuando meten quetzales arbitrariamente en un mercado que no los ha producido y que no está listo para recibirlos.  Muchos quetzales devalúan el poder adquisitivo del quetzal y tú lo ves y lo sientes cuando compras…si puedes… verduras, carnes y embutidos para tu fiambre.  Cuando compras…si puedes…el ayote y los jocotes.

En resumen, tu fiambre y las cabeceras van a estar caros porque políticos y burócratas decidieron subsidiar a su clientela mercantilista.  Lo hacen sobrevaluando los dólares que recibe aquella clientela a cambio de los productos que vende.  Como consecuencia, los combustibles y otros bienes de capital también se ponen caros y se encarece la productividad en general.  ¡Y encima!…encima…generan inflación y su consecuencia: el alza en los precios.

¿Qué piensas?

Columna publicada en elPeriódico.


02
Jul 18

Con privilegios y censura no va a crecer la economía

Estamos fritos si la competitividad del país depende de la manipulación política de un precio, de la censura y del privilegio que esto implica para quienes se benefician con aquellas tres maniobras.

¿A qué me refiero? A que las compras de divisas del Banco de Guatemala -para mantener artificiosamente elevado el precio del dólar- suman US$546.6 millones. Maniobra que también sirve para mantener artificiosamente devaluado el quetzal.

El encarecimiento del dólar, ya sabes, hace que los combustibles que compras sean más caros porque los combustibles se importan en dólares; hace que la amortización de tu casa, o de tu carrito, por decir dos bienes, sea más caras; hace que todo lo importado, todo lo que se hace con maquinaria importada y todo lo que se hace con materia prima importada sea más caro.

  • El dólar aritificiosamente caro (y el quetzal artificiosamente devaluado) no son consecuencias de que los actores en el mercado demanden más dólares, o de que abunden los quetzales.  Son consecuencias de que en el penthouse del Banguat representantes del poder político acuerdan elevar la demanda de dólares y elevar su precio.
  • El dólar artificiosamente caro (y el quetzal artificiosamente davaluado) constituyen censura porque los precios son mensajeros.  Llevan y traen información acerca de dónde colocar recursos; y los actores en el mercado usan esa información para optimizar sus recursos.  Si la información que lleva y trae el tipo de cambio (que es un precio) está manipulada, los actores recien información falsa y equívoca.  Es censura porque es una intervención política en un contenido informativo.
  • El dólar artificiosamente caro (y el quetzal artificiosamente davaluado) es un privilegio porque los exportadores reportan ganancias y se reparten utilidades,  no porque haya mejorado objetivamente su productividad; sino porque gozan de un beneficio adquirido políticamente a costa de otros; con daños y perjuicios para otros.

Y nótese que no es el país el que recibe los beneficios.  Si así fuera, ¿cuándo fue la última vez que recibiste un cheque por las utilidades que son consecuencia de la devaluación artificiosa del quetzal?

Si todavía no estás indignado, es porque no estás poniendo atención. Pero aquí ta va otra:

La recaudación tributaria se beneficia con la devaluación artificial del quetzal; y ¿qué significa eso? Que más dinero de los tributarios pasa del sector productivo y voluntario de la economía al sector improductivo y coercitivo de la economía.  Significa que hay más dinero para la piñata y menos dinero para ahorrar, formar capital e invertir.

…y luego, los políticos y burócratas que dirigen el Banco de Guatemala gimen porque ven riesgos para el crecimiento económico.  ¡No se puede crecer en una economía artificiosa, con precios censurados y montada sobre privilegios! ¡No se puede!…y por eso es que migran los chapines.


18
May 17

La tragicomedia del Banguat

El titular que dice Intervenciones protegen al dólar* es trágicamente divertido por dos razones:

  • La misión del Banco de Guatemala debería ser la de proteger al quetzal, ¿o no?  Tal vez es que soy old fashioned; pero me late que es a la Reserva Federal de los Estados Unidos de América a la que le corresponde proteger al dólar.
  • Visto desde otra perspectiva, lo que está protegiendo el Banguat es a los exportadores -que se benefician a costa de los importadores y de los consumidores de combustibles, para mencionar sólo dos- con un dólar artificialmente y políticamente caro.

¿Verdad?

*Prensa Libre del 17 de mayo de 2017, página 13.


06
Mar 17

Cuando los precios no son de gusto político

dolar


Para algunos tecnócratas, si los precios no son los que ellos quieren, en función de los intereses de su clientela, los precios están mal y deben ser corregidos de forma política; o sea, por la fuerza de la ley.

En eso pensé cuando leí la columna titulada Preocupación por la aprecición del quetzal. En ella, su autor Mario A. García Lara, dice que: 

Tanto la autonomía como la credibilidad del Banguat están en riesgo debido a un fenómeno de origen principalmente externo: la permanente apreciación del quetzal con respeto del dólar estadounidense.  Sucede que el esquema de MEI tiene una debilidad: la estabilidad de precios no solo es un fenómeno de exceso de demanda agregada; también existen factores del lado de la oferta (como las fluctuaciones de los precios internacionales de las materias primas o las fluctuaciones del tipo de cambio debidas a flujos de capitales) que afectan los precios internos

Según el columnista, es malo que los precios de las materias primas que se producen en Guatemala se eleven porque eso hace crecer la oferta de dólares aquí; y es malo que los chapines que viven y trabajan en el exterior les manden dinero a sus familias porque eso hace crecer la oferta de dólares aquí.  ¿Y por qué es malo? Porque ambos fenómenos perjudican las metas políticas (que el Banguat llama explícitas) de inflación del banco central.  ¿Por qué digo que las metas son políticas y por qué es que eso es importante? Porque por medio de la ley, de acuerdo con planes políticos, esas metas alteran políticamente los resultados de la oferta y demanda citadas por García.

Es cierto que el método que usa la Junta Monetaria para intervenir políticamente en el mercado es uno que excluye la arbitrariedad escandalosa; pero eso no quita que sea una forma de intervención, y no quita que sea forzada.  Forzada por la ley; pero forzada.

Esos factores externos han ocasionado no solo que la moneda nacional se mantenga apreciada (en términos reales) respecto del dólar sino que, además, han ocasionado incluso que la inflación se ubique en ocasiones por debajo de la meta establecida por el Banguat.  Esto, además de deteriorar la competitividad del sector exportador, erosiona la credibilidad del banco central, lo cual afecta su capacidad de influir en el mercado para propiciar la estabilidad del nivel general de precios, dice el columnista García Lara.

Según el columnista el hecho de que el quetzal no se deprecie y el hecho de que la inflación sea baja, es malo.  Mientras que en otros países la gente se angustia porque sus monedas se devalúan y porque la inflación se dispara hacia arriba, aquí es al revés.  Ya sabes, tal vez es cierto que Guatemala es el país donde las piedras flotan, la madera se hunde y Como no, quiere decir Sí. Ahora bien…¿para quienes es malo que el quetzal no pierda valor y que la inflación esté casi por el piso? ¡Para los exportadores!, García lo dice claramente.  Es decir para un grupo social específico, con intereses específicos y particulares.  No para el bien común, que es el bien de todos, sino para el bien de algunos…en perjuicio de otros. ¿Quiénes son los perjudicados? Los importadores; los que amortizan sus casas, sus autos, y sus inversiones de capital en dólares para hacer más competitivos sus negocios y para crear más y mejores puestos de trabajo. ¿Para quiénes más es malo que el quetzal no pierda valor? Para los políticos,  funcionarios, burócratas y tecnócratas que perderán su capacidad de influir en el mercado para que los precios sean los que ellos desean, en función de su clientela.

La solución a este dilema es relativamente sencilla.  La apreciación del quetzal tiene un efecto de reducir las presiones inflacionarias y ocasiona una restricción de la demanda agregada (pues deprime las exportaciones), por lo que equivale a haber elevado las tasas de interés.  La respuesta adecuada de la política monetaria ante la continuada apreciación del quetzal debió haber sido (desde hace tiempo) una reducción sensible en la tasa de interés líder.  Desafortunadamente, un celo excesivo del Banguat ante temores de una inflación (que nunca se dio) ha impedido que la Junta Monetaria actúe más oportunamente reduciendo la tasa de interés líder, explica García Lara.

Es cierto que hay un dilema: Los funcionarios y tecnócratas respetan el precio del quetzal con respecto al dólar, y reconocen su valor como información con respecto a dónde se deberían, y donde no se deberían colocar los recursos; o intervienen en el precio del quetzal, censuran la información e inclinan políticamente la balanza en favor de sus patrocinados. O también pordría intervenir en el precio del crédito (la tasa de interés), censurar la información e inclinar políticamente la balanza…ya sabes, como sugiere García.

La credibilidad del Banco de Guatemala está en riesgo debido a que los exportadores están presionando fuertemente para que la Junta Monetaria favorezca sus negocios. Hasta ahora, los políticos, funcionarios, burócratas y tecnócratas de la JM han hecho joggling con talento, sin arbitrariedades escandalosas; pero los exportadores les han metido otra bola en el juego…o tal vez es un machete.

Si te interesa el tema de la relación entre los economistas y la política, te recomiendo What Economists Should Do?, por James M. Buchanan.