Legislación para crear escasez de parqueos

 

¿Te acuerdas de lo que ocurrió cuando había precios tope para el pan, la leche, el papel toilette y otros productos?  Si ya hace ratos que te pega el sol te acordarás de que el pan y la leche disminuyeron de tamaño y calidad el primero y de calidad el segundo; y de que el papel desapareció y sólo quedó uno de color verde, mal cortado y que raspaba. 

¿Sabes qué va a pasar si prospera la legislación que pretende ponerle precios tope a los parqueos? ¡Cabal! Van a empezar a escasear esos espacios tan necesarios.

Pues resulta que en el Congreso hay una propuesta para ponerle precios tope a los estacionamientos, para modificar el modelo de negocios de esos servicios y para…¡Sorpresa!…crear una comisión nacional que regule los parqueos.

La primera parte está explicada arriba; pero…¿y la segunda?  Pues te cuento que el servicio que prestan -al precio que lo prestan- los parqueos es el de proporcionar un espacio para estacionar.  Cuando uno entra a un parqueo y halla espacio, por lo que paga es por ese espacio.  Los propietarios de estacionamiento no están en el negocio de la seguridad, sino en el del espacio.

Por eso es que te lo advierten de entrada: No se responsabilizan por daños; y es que el negocio de la seguridad es otro animal que tiene otras características, requerimientos, costos y, obviamente, precios.  Y aquí está la trampa de los patrocinadores de aquella legislación: ¿En qué cabeza cabe modificar políticamente la naturaleza de un servicio privado, elevar los costos de su prestación y ponerle precio tope? Es la receta para la escasez. Durante las fiestas populares que se celebran en la zona 1, por ejemplo, cuando hacen tanta falta los estacionamientos nocturnos, pues vete haciendo a la idea de que ya no los habrá porque la legislación habrá matado los incentivos de negocio.

Se estima que el parque vehicular aumentó de 3.5. 4.6 millones en el último año.  En esas condiciones lo razonable sería incentivar la multiplicación de estacionamientos y que los precios sean regulados por la competencia; en vez de producir legislación que asfixie aquellos negocios y los excluya políticamente.

¿Te imaginas la corrupción que va a generar la facultad de la comisión reguladora para clasificar paqueos de acuerdo con tipo, categoría y ubicación y luego autorizarles tarifas?

A aquella receta añádele lo de la comisión.  Esa comisión, generará costos.  ¿Ganarán dietas los miembros? ¿Qué sueldos tendrán los técnicos que la asesorarán? Adivina quién va a pagar el costo de regular y vigilar los parqueos.  ¡Acertaste! Lo pagarás tu que eres el tributario.

La legislación en cuestión no sólo viola las libertades de producir e intercambiar; sino que fuerzan a que unos tengan que pagar por servicios que usan otros. Por qué escojo un parqueo, y no otro que esté a unos pocos metros: primero, por ubicación; segundo, porque tenga baño; tercero, porque los encargados me reconocen y son atentos; y cuarto, por accesibilidad.

Quizás debería haber dos tipos de estacionamiento: unos que sólo ofrezcan espacio, como los que hay ahora; y otros que, por el precio pactado, ofrezcan otros servicios como seguridad, seguro, limpieza y qué se yo qué más podrían querer los clientes y qué más estarían dispuestos a pagar.  Pero estos servicios deberían ser contractuales, voluntarios y pacíficos; no forzados, ni impuestos por la legislación y la política.

La propuesta mal llamada ley reguladora de estacionamiento de vehículos, debería llamarse legislación para crear escasez de estacionamiento de vehículos.

Columna publicada en República.

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