En la Objectivist Conference 2016 mis conferencias favoritas de ayer fueron:
- The Value of the Visual Arts: How to Appreciate Sculpture and Still Life Painting, por la escultora Sandra Shaw y la pintora Linda Mann. ¡Las naturalezas muertas, de Mann son bellísimas y excelentes!
- Objectivism and Libertarianism, por Yaron Brook y Onkar Ghate.
La escultura dramatiza la figura humana en forma tridimensional y apela a nuestra habilidad de ver las cosas y tocarlas; y como sucede en todo tipo de arte lo que buscamos en ella afecta lo que obtenemos de ella. Shaw mostró The Column of Live por M. Hoffman y explicó como es que esa obra de arte nos muestra un mundo en el que eso es posible, la figura de dos seres humanos completamente expuestos en un mundo benevolente donde la serenidad, el amor, las relaciones y lo pacífico son posibles.
Shaw mostró The Painters´s Honeymooon por F. Leighton y Eva Buttler With a Dove, por A. Munro que recrean un mundo en el que la gentileza es posible. También mostró The Sluggard, de F. Leighton que ilustra esta entrada. La ideas de un universo benevolente se capta por medio de todas aquellas obras.
Entre las artes visuales, la escultura tiene la ventaja de que pone los objetos en nuestra dimensión, de la misma forma en que observamos la realidad y de la misma forma en la que los objetos están presentes en nuestro mundo. Nos ofrece la experiencia de la realidad y de la grandeza del potencial humano (como en el David, de Miguel Angel). El hecho de que la escultura atienda a nuestras facultade de ver y tocar enfatiza su relación con la realidad. Nuestra capacidad de percibir la existencia de las cosas depende de la vista y del tacto; y sin ellos nuestra capacidad de experimentar la presencia de entes estaría severamente limitada.
El foco principal de la escultura son las personas, los seres humanos; y su valor central es que nos ofrece una vista fundamental de los seres humanos y de su potencial. Nos muestra que los seres humanos somos capaces de alcanzar logros, de ser felices y de ser inspiradores.
Shaw sugirió que las preguntas principales que debes hacerte cuando ves una escultura son: ¿Qué clase de ser es este? ¿Está floreciendo, o es inspirador? ¿Qué clase de vida vive? ¿En qué clase de mundo vive? La suya, ¿presenta una figura ideal? Cuando veas una escultura se explícito contigo mismo con respecto a qué quieres de ella. Se muy egoísta cuando veas una escultura.
De las pinturas de Linda Mann voy a decir que me dejaron fascinado. Yo nunca les había puesto atención a las naturalezas muertes. En mi escala de mi muy humilde apreciación del arte estaban un escalón abajo de los paisajes, y estos estaban un escalón abajo de las pinturas que involucraban personas y acciones. Ahora he aprendido el valor de las naturalezas muertas.
Estas nos recuerdan que el universo es inteligible y ordenado. Nos hablan de perspectiva y de lo importante que es enfocarse y en la importancia, no de los detalles de la realidad, sino de los detalles escogidos por el artista.
De las pinturas que mostró Mann me impresionaron muchísimo una de una vasija griega y un broche, una de un florero de cristal y una tetera japonesa de hierro, y otra de una urna griega preciosa. Las tres pinturas que -sin duda alguna- le hablan a nuestros sentidos de vida y hacen concretos nuestros valores abstractos.
Objetivismo y libertarianismo:
Yaaron Brook y Onkar Ghate cuestionaron que ideas como derecha e izquierda, o liberalismo y conservadurismo sean apropiadas para etiquetar al objetivismo; principalmente porque el objetivismo es una filosofía y no una ideología política.
Observaron que hay muchas coincidencias entre Ayn Rand y Ludwig von Mises; pero que se aproximan al capitalismo de laissez-faire (cuyo objetivo fundamental es proteger los derechos individuales, que son la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de la libertad) desde dos perspectivas muy diferentes.
Yaron y Onkar hicieron énfasis en la importancia de sancionar lo bueno; y no sancionar lo malo.