Los chapines seguimos condenados. Guatemala ocupa el lugar 133 entre 187 países del mundo, ¡y es el último de Centroamérica! en el índice de desarrollo humano.
Así parece un asunto de estadística; pero lo que aquello significa es que los habitantes del país seguimos sufriendo los efectos de la pobreza –cuando no de la miseria. Quiere decir que la salud, la educación y el empleo, entre otros indicadores de bienestar y desarrollo, son precarios. Quiere decir que los fabricantes de miseria y el establishment han tenido éxito en mantener, ¡vivito y coleando!, el Estado benefactor mercantilista del que viven.
Aquel estado de cosas no debería sorpendernos, aunque sí indignarnos. No debería sorprendernos porque ¿cómo no habría de deteriorarse el índice de desarrollo humano si insistimos necios en políticas económicas y sociales empobrecedoras? ¿Cómo va a mejorar la calidad de vida chapina si se castiga el ahorro, si se persiguen los emprendimientos, si la expoliación no es inmoral entre nosotros y si se incrementan los privilegios?
¿Queremos más bienestar y desarrollo? Sugiero que abandonemos las viejas prácticas que multiplican la miseria y que atendamos la advertencia de Ludwig von Mises: “El saber acumulado por la ciencia económica forma parte fundamental de la civilización: es el basamento sobre el que se han edificado el moderno industrialismo y todos los triunfos morales, intelectuales, técnicos y terapéuticos alcanzados por el hombre a lo largo de las últimas centurias. El género humano decidirá si quiere hacer uso adecuado del inapreciado tesoro de conocimientos que este acervo supone o si, por el contrario, prefiere no utilizarlo. Si los hombres deciden prescindir de tan espléndidos hallazgos y menospreciar sus enseñanzas, no por ello ciertamente desvirtuarán la ciencia económica; se limitarán a destruir la sociedad y el género humano”.
Las necesidades humanas que elevan los niveles de bienestar y desarrollo –salud y educación, por ejemplo– se resuelven multiplicando la riqueza. Y si hemos dedicado años a minarla y obstaculizarla, ¿por qué no habríamos de estar en el lugar 133 de 187?
Columna publicada en El periódico.