07
Jun 18

La voracidad tributaria y los desastres

La voracidad tributaria de los pipoldermos -cualquiera que sea su color- es pocas veces tan bien ilustrada y tan letal como en casos de emergencias. Siempre ha habido problemas legales, antes Conred estaba exonerada de todos los impuestos, pero luego esto cambió, el Congreso le quitó las exoneraciones…la única instancia que está exenta de impuesto es la SOSEP –Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente–, explicó Alejandro Maldonado, exsecretario de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres.

La expoliación no tiene límites y la avidez tributaria -que todo lo exprime y a la que no le importa asfixiar la productividad- no se detiene ni siquiera frente al sufrimiento humano, ni frente a la generosidad.  De ahí que las autoridades aduanales, con criterio de ventanilla, pretendan sacarles raja a las donaciones para emergencias, como en el caso de la tragedia del volcán de Fuego; y  ¿para qué? Para pagar sueldos de burócratas, los privilegios de Joviel Acevedo y su gente, plazas para fantasmas, bonos, prebendas y canonjías.

Y no es que la ley lo mande y los burócratas de las aduanas la cumplan; porque hasta las piedras saben que, si hay dependencias en las que sus encargados son arbitrarios a más no poder, esas son las de los pasos fronterizos.  Ahí se hace lo que el vista y su jefe mandan, porque la ley permite la arbitrariedad.  Mientras tanto Aduanas y la SAT esperan que el Minex emita un llamamiento internacional de ayuda…y todos de brazos cruzados mientras la generosidad de personas en los países vecinos queda varada en las aduanas, o tiene que regresarse sin llegar a quienes la necesitan de urgencia.

El caso es que un llamamiento internacional sólo procede cuando los recursos nacionales no se dan a basto, lo cual no es exactamente el caso de Guatemala.  Empero, ¿debe ser regresada la ayuda que envía la gente? ¿Debe cobrársele impuestos a esa ayuda?

Caso diferente es, como lo señala la tuitera Alquilo insomnio, el cuidado natural que hay que tener con el ingreso de medicinas, o alimentos vencidos.  Si hay un rol para los cancerberos de las aduanas, no es el de conseguir dinero para los pipoldermos y sus empleados, sino, por ejemplo, evitar que entren comidas o medicinas vencidas, qué no sólo pondrían en riesgos innecesarios a las víctimas, sino que podrían resultar costosos a la hora de deshacerse de ellos, y quitan tiempo y roban energía a la hora de seleccionar y distribuir la ayuda.

Hay que tomar en cuenta, como lo señala la tuitera que el llamamiento de ayuda debe ser específico sobre lo que se necesita; no sólo para que lo que venga sea verdaderamente útil y de valor para resolver la emergencia, sino, una vez más, para que lo que viene no quite tiempo y robe energía a la hora de seleccionar y distribuir la ayuda.

En casos de tragedias, los políticos y sus burócratas deben limitarse a tareas muy específicas como garantizar  la seguridad para evitar saqueos y latrocinio, abrir las vías de comunicación, facilitar el retorno de los servicios públicos, definir qué tipo de ayuda internacional es necesaria y evitar que  la ayuda que venga sea peligrosa (como medicinas y alimentos vencidos) y no crear un ambiente de incertidumbre con promesas que podrían no cumplir.  Muchas veces, los planes políticos obstaculizan las acciones de reconstrucción que emprenden las personas.

En tragedias como la del volcán de Fuego, amigos y hermanos de todo el mundo ayudan como pueden; y el rol de los pipoldermos debería ser el de facilitar que la generosidad llegue a quienes la necesitan desesperadamente; pero nunca, nunca, debería ser el del codicioso recaudador de impuestos que es normalmente.

Para ilustrar esta entrada elegí una foto de los volcanes, de hoy en la mañana, porque a pesar de la tristeza y de lo dolorosa que es la tragedia, siempre hay un mañana, y si aprendemos de los errores que hemos cometido hoyo, el mañana puede ser brillante; como el amanecer y los volcanes.


01
Feb 15

La arrogancia de un burócrata del FMI

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Los países centroamericanos no han aprovechado la drástica baja de precio del petróleo  y sus derivados, ni  el dinamismo de la economía de Estados Unidos, dijo uno de esos burócratas del Fondo Monetario Internacional.

La perspectiva del burócrata es colectivista: supone que es a los países a quienes les corresponde aprovechar los precios bajos del crudo y los combustibles.  Y tu ya sabes qué significa eso: que los gobiernos, o sea los políticos y sus funcionarios (¿con asesoría de la burocracia internacional?) deberían saber cómo es que hay que hay que aprovechar los precios bajos de aquellos productos. La petulancia de los burócratas aquellos descartan, o ignoran, que es a los individuos a quienes les corresponde decidir cómo aprovechamos los precios bajos, o altos de cualquier cosa.  En el caso de los combustibles, ¿quién, si no tu, sabe cómo aprovechar lo que ya no gastas en combustibles? Tu decides si lo ahorras, lo inviertes, o lo gastas.  Y si te equivocas, pagas las consecuencias pero no arrastras a la sociedad contigo.

¿Sábes? En realidad los países no consumen combustibles.  Lo que sí ocurre es que la totalidad de individuos que viven en un país consumen combustibles.  Sólo la perversión de la visión colectivista puede convertir ese hecho en una supuesta actuación colectiva.  Y de ahí a que los colectivistas quieran que hagas un uso, u otro de lo que no gastas en combustibles hay sólo un paso.

Hace unos días, los pipoldermos estaban dispuestos a quitarte lo que ahorrabas en combustibles (por medio de un nuevo impuesto) porque según ellos tendrían un mejor uso para ese dinero que es tuyo.  A este tipo de disparates conducen observaciones como la del representante del FMI.

¡Cuidado con esas trampas de los colectivistas!