Los que visitan este espacio saben que algo que me indigna y me enoja mucho es que la gente arrastre a su perro mientras sale a montar bicicleta. Eso es una canallada porque es someter al animalito a un esfuerzo innecesario, y al cual, el de la bicicleta no está dispuesto a someterse. Francamente creo que es un abuso.
Hoy, que fui a Pasos y Pedales, no faltó la escena del perro arrastrado en bicicleta; pero noté algo que no había notado antes. Muchas personas llevan a sus perros vestidos. Deje usted que no sea natural que un perro vaya vestido. Deje usted que bajo el calor de marzo, el vestido sobre la pelambre de un animalito debe ser extremadamente molesto. Deje usted lo kitsch de la situación. ¡Pobres perros!, imagínese usted la ignominia por la que pasan.
Yo digo que los canes sí se dan cuenta. En casa de mis padres, durante mucho tiempo, tuvimos un perro extraordinario de nombre Simón. A Simón, Tino le hacía su corte de pelo correspondiente cada tanto porque era de raza Poodle; y como resulta que hay estilos Poodle para machos y para hembras, un día de aquellos mi padre, que era sicalíptico, le pidió a Tino que pelara a Simón como hembra. Y, ¿va usted a creer que el animalito se dio cuenta? Al bajar de la mesa donde lo pelaban, en el garage de la casa, Simón pegó la carrera y se fue a esconder a la sala. Y no salía de debajo de un sillón. Yo digo que Simón estaba conciente de su apariencia y el pobre estaba avergonzado.
Pasos y Pedales, por cierto, es una forma de paseo en la ciudad de Guatemala. Es fruto del ingenio abusivo del ex alcalde Fritz García-Gallont y consiste en el cierre de dos arterias importantes de la urbe. Ahí, muchos llegamos a caminar y a montar bicicleta, y algunos llevan a sus perros, se hace un bullicio y en el área abundan las deposiciones caninas, y nunca faltan otras formas de basura. Un típico caso en el que lo supuestos intereses colectivos prevalece sobre los derechos individuales.