Cuando era niño, mi padre me llevaba a la barbería del Hotel Palace, donde él y su padre se habían cortado el pelo. Mi abuelo, Luis. por cierto, tuvo otra temporada de ir a la Barbería Londres, que es mencionada en el artículo que inspiró estas líneas y que creo que quedaba en la Décima calle y Séptima avenida.
Un reportaje titulado El regreso de los barberos, publicado en la Revista D, me trajo a la memoria los barberos de mi infancia y de mi adolescencia.
Mi abuelo se cortaba el pelo cada ocho días…y a mí me cuesta mucho, pero mucho ir cada dos, o tres. ¿Sabes qué sí me gustaba mucho y ya no es igual? El aroma a agua de colonia y a talcos de aquellas barberías del centro.
También durante mi infancia hubo un tiempo en que uno de los barberos del Palace, cuyo nombre creo que era don Meme, llegaba a casa a cortarnos el pelo a mi hermano, Juan Carlos y a mi. En aquel tiempo uno iba a clases de 8:00 a 12:00 y de 2:00 a 4:00. Cada tanto, en algún momento entre el almuerzo y la hora en que pasaba el bus del colegio para llevarnos de vuelta en la tarde, llegaba don Meme y nos pelaba a mi hermano y a mí. No era raro que luego de los procedimientos, mi papá nos preguntara: ¡¿Quién te peló, que sólo las orejas de burro te dejó?!
Uno de los recuerdos más vívidos que tengo de la barbería del Palace –ca. 1966- fue el de una tarde en que estornudé y el barbero que me atendía respondió ¡Salut implora! Frase a la que contesté: ¡Cucaracha inmunda! y acto seguido los cuatro, o cinco barberos que había en la sala y la demás gente soltaron carcajadas. Pero, ¿de dónde vino eso? Pues de mi abuelo Jorge que, cuando uno estornudaba, respondía ¡Salut implora, cucaracha inmunda! y a los niños eso nos causaba mucha gracia, y yo pensaba que era lo apropiado para decir en caso de estornudo.
En mi adolescencia temprana, iba a cortarme el pelo a la Barbería España, en la Quinta avenida y novena calle, donde todavía atendía uno de los viejos barberos de la Palace, pero no el mismo que me llegaba a cortar el pelo a la casa cuando era niño y creo recordar que se llamaba don Carlos. Lo importante de esa barbería es que allá iba yo sólo, por mi cuenta y en camioneta, sin que me acompañara alguien de la casa.
Todavía existen los pequeños azulejos que había en el local de la Barbería España, en la Quinta avenida; y el edificio del Hotel Palace ahora es un colegio. A ver si un día que ande por ahí me da por visitar el lugar para ver qué tanto ha cambiado.
Ah, y casi se me olvida, alguna vez me llevaron a la Barbería Los caballitos, que era para niños y quedaba poco más, o menos en la Quinta avenida y Primera calle de la zona 1.
La foto del Hotel Palace, en 1926, es de Guate Histórica.